Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 899

—¡Buenos días, Presidente Alejandro! —Saludó el asistente Eduardo, con una evidente adulación.

Comenzaba una nueva semana, el primer día laboral, y debía asegurarse de que el Presidente Alejandro no pudiera encontrar ni el más mínimo error en su trabajo.

—¿Últimamente hay más rumores sobre mí en internet? Haz algo para limpiarlos. —Alejandro dio su primera orden del día.

El asistente Eduardo respondió: —Lo que queda en internet son solo pequeñas noticias de entretenimiento. Algunas no son ni medios de comunicación, sino cuentas de plataformas sociales o pequeños blogueros intentando atraer tráfico. Voy a ver qué puedo hacer para solucionarlo.

Sin embargo, este tipo de problemas no era fácil de resolver.

Cuando se resolvía uno, otro aparecía rápidamente, pues siempre había personas dispuestas a inventar algo para llamar la atención.

La mejor solución sería que el Presidente Alejandro y Ana anunciaron públicamente su matrimonio, esos rumores de entretenimiento desaparecerían por sí mismos.

Pero, claro, Eduardo no se atrevió a decirlo.

...

Días después.

Haila y Teresa fueron dadas de alta del hospital.

El día que salieron, Ana fue a verlas. Durante este tiempo, Teresa se quedaría en casa de Haila, y Ignacio ya les había conseguido una nueva escuela. Estaban en proceso de hacer los trámites de transferencia.

Cuando todo estuviera listo, Teresa se quedaría en el internado.

En cuanto a aquellos que las habían acosado, se decía que durante su tiempo en detención, se habían estado flagelando psicológicamente, esperando el día del juicio.

Con pruebas contundentes, ninguno de ellos podría escapar del castigo legal.

Mientras tanto, Haila y Teresa seguirían adelante.

Los psicólogos continuarían trabajando con ellas en los próximos días. Los profesionales estaban muy confiados en su recuperación, pues ambas chicas eran muy fuertes emocionalmente. No caerían en autocrítica ni en conflictos internos, solo necesitaban una orientación positiva, y los efectos de este incidente en sus vidas serían mínimos.

Después de salir de la Casa Ferreira, Ana fue a visitar a Elena.

Durante este tiempo, Elena había manejado la tienda en línea de Ana de manera excepcional.

Ana frunció el ceño. ¿Acaso había estado sobrepensando las cosas?

En ese momento, sonó una llamada internacional.

—Anita, ¿me has echado de menos?

Ana escuchó la voz de Beatriz, y al escucharla, guardó sus pensamientos sospechosos y, mientras salía de la sala de vigilancia, respondió: —Hace mucho que no nos vemos, te he extrañado mucho.

—¡Hahaha! Cuando regrese en unos días, ¡tienes que acompañarme a comer zarzuela de mariscos y parrillada! ¡Tengo antojo! No sabes cuánto he adelgazado, los pantalones que traje ya no me sirven.

A través del teléfono, Ana pudo escuchar cómo Beatriz hacía ruidos como si estuviera salivando.

—Por cierto, los últimos días he estado alojada en la finca de Mauricio con mis compañeros, ¡es tan cómodo! Lástima que solo tenga estos pocos días de vacaciones. Hoy Mauricio tiene que trabajar, está en el maquillaje, así que justo ahora tengo tiempo para llamarte. —Beatriz suspiró sobre lo corto que era el tiempo libre.

Ana no pudo evitar reír: —Parece que te la has pasado muy bien en la finca de Mauricio.

—¡No solo bien, es como un cuento de hadas! No es una finca común, ¡es como un castillo! — Beatriz dijo, sorprendida.