Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 915

Lunes.

Por la mañana, justo en la hora punta, el tráfico estaba especialmente congestionado.

Casi no se movía en absoluto.

Ana finalmente tuvo que estacionar el coche en un espacio libre al borde de la carretera y luego bajó para tomar el metro hacia su trabajo.

Afortunadamente, el metro no estaba tan congestionado.

Pero sí estaba lleno de gente.

Efectivamente, en hora punta, tanto en la calle como en el metro subterráneo, hay multitudes.

Alejandro le envió un mensaje por WhatsApp, con una foto del tráfico frente a él, acompañada del texto: [Atascada.]

[Yo también, pero dejé el coche en la calle y tomé el metro al trabajo.] Ana ahora pensaba que su decisión había sido la correcta.

Si hubiera seguido en el atasco, no habría llegado en una hora.

Con tanta gente, Ana no pudo seguir mirando el teléfono. Tras guardarlo en su bolso, se mantuvo erguida.

Solo eran tres estaciones.

En unos diez minutos llegó.

Cuando salió del metro, aún tenía quince minutos para fichar la entrada al trabajo.

Después de cruzar el semáforo, caminó tranquilamente hacia la puerta de la empresa.

En el grupo de chat, todos hablaban sobre lo pesado que estaba el tráfico ese día.

Algunos comentaban que una de las calles estaba bloqueada por un accidente de tráfico.

Precisamente esa era la calle por donde pasaba todos los días.

Justo cuando iba a tomar una foto de la empresa para enviarla al grupo de chat, alguien apareció frente a ella y bloqueó su cámara.

La persona que apareció en la pantalla hizo que Ana sintiera una breve confusión.

Viendo que Ana no mostraba ninguna expresión, él, desesperado, dio un paso hacia ella, intentando abrazarla: —Alejandro no te quiere de verdad, solo estás engañada por su fachada. He visto algunos reportajes en internet, él está enamorado de la Señorita Patricia, de la familia Jiménez. Ellos son los que realmente tienen el mismo estatus. Tú solo eres su herramienta para ganarse el corazón de la Señorita Patricia. ¿Lo entiendes? Me preocupa que te hagan daño.

Ana retrocedió un paso, observando con frialdad la actuación de Carlos.

Después de meses, Carlos seguía sin haber cambiado.

Decía estar arrepentido, pero su rostro seguía lleno de cálculos.

—¿Quieres que llame a la policía? —Dijo, con voz fría.

Carlos se tensó, apretó los dientes y dijo: —¿De verdad no me crees?

Luego sacó su mochila.

De dentro, extrajo un montón de fotos.

—Mira estas fotos, Ana. Solo con verlas sabrás que Alejandro nunca podría quererte.