Mi Matrimonio Inmediato con un Magnate romance Capítulo 99

Alejandro se había puesto el bañador y ya estaba sentado, reclinado en una esquina.

Tal vez porque el entorno era lo suficientemente tranquilo, con el canto de los pájaros y la fragancia de las flores, la temperatura del agua termal ayudaba a relajar las tensiones.

Cuando Ana llegó, vio que Alejandro estaba descansando con los ojos cerrados.

El agua le llegaba justo debajo de los pectorales.

Las ondas del agua, reflejando la luz de la luna, delineaban claramente los marcados músculos de su pecho, haciéndolo aún más atractivo.

Ana sabía que Alejandro era guapo, pero no esperaba que su cuerpo sin ropa fuera tan espectacular.

Miró una vez y de inmediato apartó la mirada.

Cuando su pie apenas tocó el agua, Alejandro de repente abrió los ojos.

Sus ojos, brillantes como estrellas pero profundos como la medianoche, se fijaron en Ana.

Ella llevaba un bikini rojo, su piel blanca como la nieve, con una figura curvilínea, una cintura delgada y piernas largas. Su cuerpo era extremadamente sensual.

Él se quedó mirándola fijamente por unos segundos.

Su corazón dio un vuelco.

¿Acaso ella se vestía así para seducirlo?

Evidentemente, en ese momento, Alejandro admitió que estaba teniendo pensamientos propios de un hombre.

Ana no notó el cambio en la expresión de Alejandro. Al meter el pie en el agua, sintió una comodidad inmediata.

No cabe duda de que las aguas termales naturales tienen una temperatura realmente agradable.

Encontró un lugar para sentarse.

Solo después de sentarse se dio cuenta de que Alejandro la estaba mirando.

—Ven aquí. —dijo Alejandro, mirándola intensamente.

Ana se quedó perpleja.

Era como si esta noche estuviera bajo algún hechizo.

—Bien, busquemos un ángulo para la foto. No traje mi móvil, usa el tuyo. —dijo Ana, sentándose junto a Alejandro.

Alejandro miró de reojo a Ana. Al verla tan radiante y sonriente, ese pensamiento reprimido volvió a surgir. Estaban tan cerca que, al apartar la vista, no pudo evitar notar cada detalle de su figura.

Su respiración se volvió más pesada.

—De acuerdo. —respondió Alejandro, con una ligera señal de esfuerzo en su voz.

Ana notó la seriedad en el rostro de Alejandro y su sonrisa se tensó un poco. Durante la noche, apenas habían hablado. Ahora, viendo su expresión sombría, temía que él estuviera forzándose a pasar tiempo con ella solo para cumplir con las órdenes de doña García.

Dándose cuenta de esto, decidió que lo mejor era no hablar más con él esta noche para evitar malentendidos.

Alejandro tomó el móvil, buscó un buen ángulo y tomó una foto de ambos.

En el momento en que se tomó la foto, ambos sonrieron.

En la imagen, con sus rostros ligeramente sonrojados por las aguas termales y sus sonrisas, parecían una pareja feliz y enamorada.