Você está lendo Capítulo 18 do romance Mis Tres Tesoros Más Preciados. Visite o site booktrk.com para ler a série completa de Mis Tres Tesoros Más Preciados, do autor Internet, agora. Você pode ler Capítulo 18 online gratuitamente ou baixar um PDF grátis para o seu dispositivo.
Pesquisas relacionadas a Capítulo 18:
Eliza no pudo resistir al beso y sintió que se ahogaba con cada intensidad, hasta que...
"¡Auch!", no pudo evitar jadear de dolor cuando Beau la agarró del hombro y el ambiente romántico despareció al instante.
"¿Qué ocurre?", preguntó él con el ceño fruncido mientras se levantaba porque a pesar de haberse dejado llevar por sus impulsos, seguía siendo muy cuidadoso para evitar golpear su muñeca lesionada. Entonces, ¿por qué emitió una reacción tan fuerte con solo tocar sus hombros?
"Estoy bien", respondió ella tan adolorida que no podía levantarse de la cama porque la mano de Beau tocó directamente la herida que tenía en el hombro. Él al darse cuenta que algo andaba mal, extendió su mano y le quitó la ropa, la gasa blanca en el hombro estaba manchada de sangre.
"¿Michael Lewis te hizo esto?", preguntó Beau abriendo los ojos sorprendido.
"No, no fue él. Me lastimé accidentalmente mientras trabajaba", respondió Eliza incómoda al tener su hombro izquierdo expuesto al aire libre, quería levantarse, pero él la detuvo para quitarle con cuidado la gasa manchada y aunque la herida no era profunda seguía viéndose mal.
"Deberías renunciar", dijo Beau con el ceño fruncido aplicándole suavemente una pomada en la herida y agregó: "No soy Jay Carr, ¿sabes? No tienes que trabajar duro para ganar dinero y dejarás de lesionarte. Además, puedes quedarte en casa cuidando a los niños que estarán felices". Al terminar, cerró el botiquín de medicinas y continuó: "Puedo darte el dinero que necesites".
Eliza negó rápidamente con la cabeza y respondió: "Me gusta mucho mi trabajo y disfruto hacerlo".
Beau entrecerró los ojos y burlón dijo: "¿Cómo puedes decir eso estando herida?"
"Fue un accidente", respondió Eliza y con una sonrisa continuó: "La mayoría de las veces no me lesiono en el trabajo. Además, puedo seguir cuidando a los niños". Al ver la expresión seria de Beau en un tono firme dijo: "Me gusta mi trabajo y también la sensación de ejercer mi propia carrera".
Beau la miró con indiferencia sin decir nada. Años atrás, las mujeres que lo perseguían era solo por la fortuna que tenía y no por amor, todas deseaban vivir una vida cómoda sin preocuparse por llegar a fin de mes, sin embargo, Eliza era diferente a las demás.
"Deberías descansar", dijo Eliza, así que respiró hondo tomando la almohada y una manta para dormir en el suelo, pero Beau la agarró del brazo cuando la vio arreglando y la jaló hacia la cama.
"Creo que es mejor para mí dormir en el suelo...", dijo Eliza apretando los labios.
"Estás herida. Y si no quieres dormir en la misma cama conmigo…", mencionó Beau y en voz baja continuó: "Puedo dormir en el suelo".
"¡No, no!", exclamó Eliza agarrando su mano rápidamente y dijo: "No puedes dormir en el suelo".
Él era el hombre de la casa, y este era su hogar, ella era una extraña. ¿Cómo podía dejarlo dormir en el suelo?
"De acuerdo, dormiremos juntos", dijo Eliza apretando los labios tras dudar un poco, finalmente eran marido y mujer, así que dormir en la misma cama no debería ser un problema. Solo que... se sonrojó cuando pensó en beso apasionado y lo que pasó esa noche en la ducha.
Beau volvió a la cama y se acostó, apagaron las luces para dormir. La cama era tan grande que alcanzaban dos personas más, así que ella se acostó en un lado y él en otro, pero podía seguir escuchando la respiración de él. De pronto, la habitación se sintió calurosa y los latidos de su corazón aumentaron nuevamente, sintiéndose nerviosa, agarró la manta intentando conciliar el sueño y no fue hasta el amanecer que Eliza bostezó mientras caía en un sueño profundo.
......
Alrededor de las siete de la mañana sonó el despertador. Eliza bostezó, se levantó de la cama y bajó las escaleras para preparar el desayuno a los dos niños, Beau ya estaba listo para irse, pero lo llamó para desayunar.
"¿Preparaste el desayuno?", preguntó Beau con el ceño fruncido mientras se sentaba en la mesa del comedor.
"Sí", ella asintió.
"¿Cómo está tu muñeca? ¿Aun te duele el hombro?", cuestionó mirándola fijamente
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