Mis Tres Tesoros Más Preciados romance Capítulo 3

Mis Tres Tesoros Más Preciados Capítulo 3

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Mientras tanto, en la cocina, Eliza estaba totalmente concentrada preparando un plato de tortilla de arroz al estilo japonés, acompañado de unas ricas croquetas de queso y, después de unos 20 minutos, le sirvió la cena y lo llamó: “Braint, la cena está lista”. Tras el llamado de la mujer, el niño miró cuidadosamente y, como aún faltaban quince minutos para las ocho, saltó rápidamente del sofá, caminó lentamente hacia la cocina y se sentó cortésmente.

Por otro lado, Demarion, quien estaba mirando atentamente todo lo que pasaba, se saboreó discretamente los labios y dijo con indiferencia: "Estoy seguro de que la comida no sabe bien, aunque si huele muy rico". Mientras tanto, después de comer un bocado de la exquisita comida y, como si hubiera escuchado los comentarios de su hermano, él elogió amablemente a la mujer: “Todo está delicioso”.

Tras escuchar el elogio del pequeño, Eliza sonrió cariñosamente y le dijo: "¿En serio? Si quieres puedo prepararte más delicias, todas las que quieras". Luego, sin poder comprender por qué el niño estaba en la casa del sr. Valentine, le preguntó con gran curiosidad: "Braint, ¿qué haces aquí tan tarde? ¿Dónde están tus padres? ¿Por qué no estás con ellos? Acaso, ¿eres el invitado del sr. Valentine?".

A decir verdad, Eliza estaba un poco confundida con la aparición del pequeño en esa casa, sobre todo, porque según los rumores que circulaban, ella estaba segura que él dueño de la casa no tenía hijos propios; mientras tanto, frunciendo levemente el ceño, Braint asintió con la cabeza y le respondió: “"Sí, más o menos”. Tras escuchar su respuesta, Eliza suspiró lentamente y dijo: “Me lo imaginé, puede que el sr. Valentine no tenga una buena apariencia, pero estoy segura que tiene un corazón mu bondadoso”.

De hecho, al ver a ese pequeño en casa, Eliza sintió que el hombre no era tan loco como pensaba, o al menos, eso fue lo que le ayudó para tranquilizarse un poco; mientras tanto, después de comer otro bocado de la comida, Braint volvió a recodarle: "Él no es feo". Por otro lado, en el segundo piso, el sr. Valentine entrecerró los ojos hacia Demarion, que estaba saboreándose los labios con discreción y, de hecho, parecía como si estuviera comparando a sus dos pequeños hijos; pues, por un lado, Braint hacía todo lo posible para proteger la reputación de su padre, mientras que, Demarion hacía creer a todo el mundo que su padre era un monstruo feo.

Luego, sacándolo de sus pensamientos, Demarion hizo un puchero y le dijo tristemente a su padre: "Papá, no quiero que una extraña sea mi madre". Mientras que, como el hombre tampoco sabía que responderle a su hijo, solo frunció el ceño ligeramente y se dio la vuelta para irse.

Cuando Braint terminó su comida, ya eran aproximadamente las 8:10 de la noche y, de hecho, la había disfrutado al máximo que, incluso acomodó las croquetas restantes para llevarlas a su dormitorio; luego, despidiéndose amablemente le dijo: "Deberías descansar temprano". Después de decir ello, Braint subió cuidadosamente las escaleras; pero, justo antes de llegar al último escalón, él se dio la vuelta, miró a Eliza que tenía la mirada perdida y le dijo: "No te preocupes. Yo te protegeré de ahora en adelante".

En realidad, aunque Braint era un niño pequeño, se notaba muy maduro para su corta edad, e incluso, tenía un aura carismática que transmitía cierta confianza; sin embargo, Eliza no estaba del todo segura si confiar en ese pequeño, ya que, después de todo, ella aun ni siquiera se había acostumbrado a sus nuevo entorno. Luego de ello, Eliza se dirigió a la cocina y comenzó a limpiar todo lo que había ensuciado; pero, para cuando terminó, y como no quería dormir en su aterradora habitación, ella se acostó tranquilamente en el sofá y se cubrió con una chaqueta que tenía.

Mientras tanto, en la habitación de los niños, Braint colocó el plato de deliciosas croquetas de queso junto a la cama de su hermano; sin embargo, dándole la espalda y mirando indiferentemente a la pared, Demarion le dijo: "No me lo comeré". Tras escuchar la fría respuesta de su hermano, Braint tomó nuevamente el plato, lo puso en el escritorio al lado de su cama y le dijo: “Bueno, está bien, si no las quieres, no las comas”.

Después de oír ello, Demarion se quedó sin palabras y, murmurando con tristeza, le dijo: "Me prometiste que me ayudarías a ahuyentar a esas mujeres. Tú mismo me dijiste que no querías una madrastra, ¿por qué cambiaste de idea? ¿Por qué me traicionaste así? Eres un traidor”. Tras escuchar la triste respuesta de su hermano, Braint se sentó en su cama, miró fijamente la espalda de Demarion y le respondió: “Eso no es así; pero ella es muy buena cocinando".

"¡No me importa! ¡Ella no es nuestra madre!", dijo el niño muy triste, y luego, raspando delicadamente la pared de su habitación, añadió: "Solo quiero a mi verdadera madre, a ninguna otra". Mientras tanto, en la cama opuesta, Braint suspiró hondo, miró al techo y respondió en voz baja: "Pero ella está muerta, lo sabes".

A decir verdad, Braint era mucho más maduro que Demarion y sabía que su madre nunca volvería a casa; además, no quería que su padre se quedara soltero por el resto de su vida y, la mujer que había llegado le pareció una muy buena candidata. Sin embargo, sin querer entender razones, Demarion apretó los puños con fuerza y gritó: "Ella no está muerta. Mamá definitivamente todavía está viva y está esperando que nosotros la encontremos".

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