Mis Tres Tesoros Más Preciados romance Capítulo 44

Resumo de Capítulo 44: Mis Tres Tesoros Más Preciados

Resumo do capítulo Capítulo 44 de Mis Tres Tesoros Más Preciados

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¡¿Quién se creía que era?!

—¡Este año recibiré el Golden Bull Award! —gritó Jay con furia, volteó a mirar al director—. ¿Sobre qué bases fundamentas tus acciones? —siseó.

No podía entender qué estaba pasando. ¿Quién diablos era esta persona? ¿Cómo

había logrado que el director más incorruptible hiciera esto?

—¿Qué vas a ganar el Golden Bull Award de este año? —dijo con burla el hombre sentado junto a Eliza—. No creo que eso pase, ¿verdad?

Ni bien lo escuchó, el director se dio cuenta de que Jay ya no tendría posibilidad de ganar el premio al Mejor Actor. Su actitud cambió completamente hacia el joven.

—Los resultados finales del premio todavía no han sido revelados —dijo con frialdad—. ¿De verdad creías que eras el candidato favorito?

Le dio la espalda y comenzó a hablar con el jefe de guion.

—¡Que se hagan los cambios que este caballero considere oportunos! —dijo, y luego volvió a mirar a Jay con indiferencia.

—¡Si tienes objeciones, paga por incumplimiento del contrato y márchate! ¡Hay muchos actores que morirían por ocupar tu lugar!

Jay se quedó petrificado. Después de todo, el director había ido personalmente a su casa y lo había invitado a la producción de la serie. También había mencionado que tenía el potencial para ganar el premio este año. Cuando se había enterado que tenía problemas con Eliza, había hablado con Tom y había amenazado con despedirla. Ahora, sin razón aparente, le había dado la espalda.

—¿Quién eres exactamente? —dijo Jay a Beau con los ojos entrecerrados.

Este lo ignoró, en cambio, le entregó un bolígrafo y papel a Eliza.

—No tengas miedo, escribe todas las escenas que quieras —dijo con suavidad.

—Así es, señorita Lawson, escriba sin pena, yo haré los cambios de acorde a sus deseos —agregó el jefe de guion, asintiendo con la cabeza.

Eliza se quedo muda. Era consciente de que el señor Valentine tenía una inmensa influencia, pero esto superaba todas sus expectativas. Era tan poderoso que todos dentro de la compañía se arrastraban para hacerlo feliz. Miró el papel que le habían dado pero su mente se le había quedado en blanco bajo la intensa mirada del jefe de guion. Suspiró internamente ante la situación.

—Creo que sería mejor si lo hace usted —dijo, mientras le pasaba la hoja y el bolígrafo—. No se me ocurre nada en este momento.

El señor miró a Beau con temor y este lo observó fríamente.

—Entonces lo harás —confirmó—, pero deshazte de las escenas íntimas.

El señor asintió con vehemencia mientras anotaba cuidadosamente todo. Al terminar, se despidió con una reverencia y se fue a comenzar inmediatamente con los cambios. Por otro lado, dado que todo se iba a reescribir, ya no era importante que Eliza y Jay filmaran juntos. Eliza se puso de pie y se acomodó la ropa.

—Si eso es todo, me voy retirando —dijo.

—¡Yo también! —gritó Jay, levantándose y pasando junto a Beau apresuradamente. Alcanzó a la mujer y se le acercó.

—Te llevo a casa, Eliza —dijo.

Ella frunció el ceño y le lanzó una mirada a Beau.

—Ella no se irá contigo.

—¿Y tú cómo lo sabes? —dijo Jay con los dientes apretados.

Realmente no había visto a nadie tomándoles fotos cuando estuvo discutiendo con Jay. No pensaba que las cosas empeorarían de esta forma. El padre de Beau parecía alguien severo.

—¿Sabes que hubiera pasado si no hubiera estado hoy? —le preguntó, mientras le arrojaba los papeles que había estado viendo—. Estos son los borradores de los artículos que querían publicar.

Eliza los agarró con rapidez y comenzó a leerlos:

«¡Noticias de última hora! Las cosas entre Jay Carr y Eliza Lawson se ponen candentes. ¿Estará Eliza seduciéndolo?»;

«Lawson y Carr humillan a Robinson, ni siquiera lo esconden»;

«¿Quién hace mejor pareja con Jay Carr? ¿Eliza Lawson o Madeleine Robinson? Mi voto es para Madeleine».

...

Eliza se quedó quieta mirando los papeles y comenzó a sudar frío. Si Beau no hubiera aparecido hoy en la empresa, esas fotos se hubieran filtrado como pólvora en las noticias. Sus nudillos se volvieron blancos de lo fuerte que estaba agarrando los papeles y su corazón comenzó a laterle con fuerza.

No le había prestado mucha atención a los artículos de ayer porque había pensando que Jay simplemente quería desviar la atención sobre Madeleine al ponerla a ella bajo el escrutinio público. Sin embargo, ya se había dado cuenta de cuáles eran sus verdaderas intenciones. Querían arruinar su reputación para que Madeleine se ganara el cariño del público. Al darse cuenta de sus planes, Eliza se mordió el labio con impotencia. ¿Por qué no podían dejar en paz?

¿Creían que porque era buena y amable podrían usarla y luego desecharla como un pañuelo? Si necesitaban algo de ella, trataban de caerle bien con sonrisas falsas; pero una vez dejaba de serles útil, le sacaban el máximo provecho sin importarle si la herían o no.

—No sirve de nada que te enojes —dijo Beau, volteando a verla, sus ojos negros estoicos sin delatar nada—. Solo hay una razón por la que te han tratado de esta forma tan cruel. Eres demasiado débil.

Sus palabras la golpearon tan fuerte que la dejaron aturdida. Beau levantó la mano y comenzó a acariciarle los labios con las yemas de sus dedos.

—Ellos te ven como una pusilánime a la que pueden usar a su antojo, si no quieres que te vuelvan a molestar y te respeten en el futuro… —dijo, mientras retiraba su mano con una sonrisa de lado—. Tienes que hacerte más fuerte y aplastarlos como a insectos.

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