Resumo do capítulo Capítulo 50 de Mis Tres Tesoros Más Preciados
Neste capítulo de destaque do romance amor después del matrimonio Mis Tres Tesoros Más Preciados, Internet apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.
Eliza compró algunas cosas que pensó serían útiles para su día en el parque acuático y regresó al hotel.
—¡La hermosa señorita se está quedando aquí! —dijo la niña del supermercado, que estaba sentado en un sofá del vestíbulo. Su carita se le iluminó cuando vio a Eliza entrar al ascensor. ¡No podía creer su suerte!
—Señor Benton, ¿puedo acercármele?
—¡No, no te metas en problemas! —dijo mientras se le acercaba para tomarle de la mano.
—Sr. Benton... —dijo, tratando de darle pena con su mirada.
—Ya te dije que no, Liliana —dijo con severidad al mismo tiempo que se agachaba a su altura—. Todavía eres una niña y no puedes andar por ahí sola. Además, ¿qué pasa si molestas a la señorita? Tienes que ser más prudente. ¿Cómo sabes que ella no está casada y no tiene hijos propios? ¿Quieres crearle problemas en su matrimonio?
La niña hizo un puchero ante las palabras de Julian y se cruzó de brazos con el ceño fruncido.
—Muy bien, pórtate bien, por favor —dijo y le desordenó el cabello—. Estoy aquí por trabajo. No puedo perder el tiempo buscándote.
—Entiendo… —respondió la pequeña, mirando al suelo.
No estaba feliz con la conclusión de la conversación, pero terminó prometiéndole a Julian que no volvería a hablar del tema. Al menos, eso fue lo que le dijo, pero a sus espaldas, le dio a la recepcionista dos fotos autografiadas de su guardián para obtener información sobre la señorita bonita. Ella le dijo que se estaba quedando en la habitación 2302; así que, procedió a molestar a Julian hasta que aceptó tomar la habitación del costado, la 2303.
…
Como había dormido todo el viaje, Eliza tenía demasiadas energías y no podía dormir, aunque ya eran las doce de la noche. Después de dar vueltas en la cama, decidió que lo mejor sería levantarse. Se puso el abrigo y salió al desierto pasillo a tomar aire fresco. Eliza se apoyó contra la ventana mientras revisaba las últimas noticias de Krine en su teléfono.
Al parecer los fanáticos de Roseane había armaron un escándalo porque el guión de «Noche de nieve» había sido cambiado sin previo aviso, y que debido a esto, parte de las grabaciones que Roseane había realizado con anticipación no serían utilizadas. Por otro lado, los fanáticos de Jay continuaban tirándole flores al actor y tratando de arruinar la reputación de Madeleine. Rápidamente se hartó de lo que leía, así que estaba a punto de salir de la página cuando un último encabezado atrajó su atención:
«¡Noticias de últimahora! ¡Julian Benton ha sido atisbado con una pequeña niña! ¿Será su hija? Y si es así, ¿quién es la madre?».
Eliza le hizo clic y el artículo tenía la imagen de una menor con vestido de gaza, aunque la foto era solo de su espalda, no pudo pensar que le hacía recordar a alguien. Decidió enviarle una captura de pantalla a Graciana. Su mejor amiga había seguido a Julian por casi tres años, decía que su sueño era casarse con él. Eliza se preguntó si la aparición de la menor destrozaría el corazón de su amiga. En ese momento, el ascensor se abrió y dos hombres salieron con dificultad, uno de ellos, vestido con un traje negro, estaba sangrando del hombro.
—Señora Valentine, ¿qué hace aquí? —El otro hombre que estaba ayudando al herido, era Noah y se le quedó mirando con sorpresa.
Beau abrió los ojos de golpe al escucharlo, pero su rostro no demostró ninguna emoción.
—Es tarde. ¿Por qué no estás durmiendo? —dijo.
Eliza se quedó atónita por un momento antes de acercárseles para ayudarlos.
—¿Qué pasó en ese incendio?
—Bueno, —dijo con una mirada distante como si estuviera reviviendo el suceso—, el señor casi termina parapléjico salvando a los niños. Tuvo que recibir dos años de terapia física para volver a caminar.
La mano de Eliza tembló ligeramente mientras envolvía la herida. Entonces, los rumores que había oído no eran del todo mentiras. Beau había estado envuelto en un incendio y debido a eso, había sufrido heridas muy graves.
—Debío haber sido muy difícil para él —suspiró ella, acariciando el hombre con sumo cuidado—. Fue un milagro que pudiera sacarlos a tiempo, es una lástima que pudiera salvarla a ella.
Noah asintió con la cabeza con mucha pena y fue al baño para limpiar el desorden que habían hecho. La mano de Eliza volvió a temblarle al pensar en el accidente. Ahora entendía porque los niños nunca habían mencionado a su madre. Terminó de vendarlo en silencio. Luego, con la ayuda del otro hombre, lo movieron a la cama. Ya casi iba a amanecer cuando se dio cuenta de la hora, así que se sentó al borde de la cama y en silencio estudió su impasible rostro. Recién caía en la cuenta de que desde que se conocían, Beau siempre la había estado cuidando.
Se sentía avergonzada porque ella nunca había intentado retribuirle toda la ayuda que le había ofrecido. Tampoco había tratado de entender al hombre detrás de la fría máscara. Nunca podría entender el dolor que había sentido al perder a la madre de los niños en ese incendio, o lo difícil que habría sido sobrevivir a sus heridas.
Noah le conto que, por mucho tiempo, él había estado deprimido. Los niños habían sido lo único que lo había mantenido a flote en esos días. Si no hubiera sido por ellos, nunca se hubiera recuperado. Eliza se sintió muy compungida al pensar en ello.
Noah agregó que Beau usualmente curaba sus heridas en silencio y sin ayuda de nadie. A menos que estuviera gravemente herido, prefería sufrir solo. Eliza extendió la mano y acarició con cuidado su rostro. Podía ver que Beau era un hombre muy solitario. Los demás solo lo conocían como esta persona arrogante, noble y fría; pero, en realidad, era un hombre común y corriente que también había sufrido como los demás. Eliza le tomó de la mano y la apretó.
—Querido, siempre estaré a tu lado, ya no tienes que aguantarte las cosas solo.
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