Resumo do capítulo Capítulo 75 de Mis Tres Tesoros Más Preciados
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Después de maquillarse, Eliza entró en el set de grabación para prepararse para una escena con Jay.
Tras verla llegar, este último se paró frente a ella y dijo sonriendo: “Eliza, me alegra volver a verte. ¿Sabes qué día es hoy?”
“Sí, el Golden Bull Award” respondió Eliza con calma.
“También es el día en que te quedarás boquiabierta. ¡Te lo apuesto!” dijo él. Enseguida, le entregó una invitación y dijo con orgullo: “De acuerdo con las regulaciones, una inexperta como tú no podrá asistir a la ceremonia, a menos que tenga una invitación de un equipo. Madeleine le pidió especialmente al personal que le diera esta invitación. Por cierto, quizás tampoco sepas que ella también estará presente esta noche. ¡Estoy seguro de que conseguirá el premio a la mejor actriz del año!”
Tras decir esto, el hombre se acercó a Eliza y dijo en voz baja: “¿Te das cuenta de que fue en vano el esfuerzo que pusiste para arrebatarle el papel de protagonista a Madeleine? Después de que obtenga el premio esta noche, se le abrirán miles de puertas. Definitivamente, tú dejarás de ser una competencia para ella”.
En este momento, Eliza retrocedió un paso y contestó con una sonrisa falsa: “¿No crees que es demasiado pronto como para cantar victoria? Al fin y al cabo, nadie tiene comprado el destino, ¿no crees?”. Posteriormente, le devolvió la invitación y agregó: “No te preocupes. ¡Claro que asistiré a la ceremonia, pero no gracias a tu invitación!” Después de eso, se dio la vuelta y se fue.
Al instante, Jay resopló con la plena seguridad de que Eliza estaba celosa. Después de todo, tampoco esperaba que ella los felicitara a él y a Madeleine, así que no se arrepentía de haberse burlado de ella. De inmediato, volteó, miró fríamente al personal y preguntó: “¿A qué hora empezará la grabación? Tengo prisa por terminar lo programado para la mañana. Necesito descansar por la tarde y prepararme para la ceremonia de premiación”.
“¡Enseguida comenzamos!” respondió el personal sonriendo.
Dado que no hubo coordinación suficiente por parte del equipo de filmación, Eliza y Jay terminaron de grabar a la 1:30 p.m.
Después de eso, Eliza se paró en la entrada del set y esperó un auto. De repente, un BMW rojo se detuvo a su lado. Inmediatamente, la mujer reconoció que era el auto de Esme y no pudo evitar preguntarse a qué se debía su presencia en este lugar. Mientras lo pensaba, la ventana se bajó.
En este momento, Madeleine saludó a Jay.
Por su parte, este último inclinó la cabeza y le dijo algo a su asistente. Luego, se acercó, abrió la puerta del auto y subió.
Tras ver esto, Eliza quedó pasmada. Pues, no tenía idea desde cuándo Esme se volvió tan cercana de Madeleine como para prestarle el auto. Mientras pensaba en esto, un Maserati negro se detuvo a su lado.
“¡Mami, sube!” exclamó Demarion dejando al descubierto su carita sonriente a través de la ventana del asiento trasero.
Enseguida, Eliza entró en el auto y, para su sorpresa, Braint, quien nunca salía, estaba sentado en el asiento delantero del pasajero, leyendo un libro con seriedad.
Sentado junto a Eliza, Demarion apoyó la cabeza en el muslo de su madre, la miró con ojos brillantes y dijo: “Mamá, vayamos a comer con Braint. Después, te acompañaremos a comprar un vestido”.
“¿Un vestido?” preguntó Eliza.
“Así es. Revisé tu armario y no encontré ningún vestido formal que se adecúe a la ceremonia de esta noche. Por eso, tomaremos doscientos mil dólares de la tarjeta para comprarte uno”.
“¿Doscientos mil dólares para un vestido? ¿De dónde sacaron tanto dinero?” respondió Eliza.
“¡Eso no importa! ¡Lo importante es que te verás radiante!” agregó Braint.
Con la finalidad de que Eliza sorprendiera a todos en la ceremonia, además del vestido valorizado en 40.000 dólares, Braint y Demarion le compraron una cartera, zapatos y accesorios. Al final, se gastó más de la mitad de los doscientos mil dólares.
Posteriormente, Demarion echó un vistazo al saldo y dijo: “Mamá, eres demasiado ahorradora, ¿no?”. Después de todo, su plan era que Eliza usara un vestido de doscientos mil dólares para que Jay y Madeleine quedaran boquiabierta cuando la vieran.
“No hay necesidad de gastar tanto” contestó Eliza sonriendo.
“Aquí tienes” dijo Braint. Enseguida, le entregó la tarjeta a Eliza y continuó: “Este dinero estaba destinado para ti. ¡Úsalo a tu antojo! ¡Es todo tuyo!”
Aunque dudó por un momento, Eliza finalmente lo aceptó.
Antes de salir del centro comercial, los dos pequeños animaron a Eliza a entrar en una peluquería para que la maquillaran y peinaran.
Mientras estaba siendo maquillada, envió un mensaje de texto a Luca: “Papá, ¿ya llegaste? Cuídate, por favor. He transferido 8.000 dólares a tu cuenta bancaria. Come saludable. ¡Por nada del mundo descuides tu salud!”
Tras leer el mensaje, Luca simplemente entrecerró los ojos y dijo: “Vamos”
Enseguida, un hombre le gritó con frialdad: “¡No te entretengas! ¡Llegaste al infierno, no a la gloria!”
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