Me sonríe y no puedo evitar devolvérsela hasta darme la vuelta y caminar hasta mi mesa, Sabrina me detiene a mitad de camino.
— ¿Ese era Paul Caliente Coleman? —Asiento con mi cabeza— ¡Está buenísimo! Para lamerlo como un dulce caramelo adictivo. Lástima que tenga novia, te diría que fueras por él, pero ya sabes como soy con el tema de la infidelidad.
—No te preocupes, puedo ver la comida sin comerla.
— ¡Vaya tortura! Saquemos a Andrea de esa mesa y hagamos un buen trío de baile. Joseph odia bailar, así que vamos a darle diversión a nuestro caramelito agrio sin que se porte mal.
—Muy bien, me gusta ese plan.
Y sin duda me ha gustado esta noche. Lucho contra el impulso de voltear hacia la mesa en donde ahora debe de estar Paul Coleman. Recuerda Elisabeth, ver y no comer.
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Frente a mí tengo a la prima de Paul Coleman. Ella no luce nerviosa, de hecho parece bastante entusiasmada.
—Eres mucho más entusiasta que tu primo.
— ¿Pau? ¿Hablamos del mismo Pau? Porque él cuando está entusiasmado sí que es difícil de calmar.
— ¿De verdad quieres este trabajo aun cuando he sido honesta dándote toda la lista de enfermeras y cuidadores dándose por vencidos?
—Es tu honestidad la que acaba por convencerme. Eres bastante joven para tanta responsabilidad.
—Nunca se es demasiado joven—golpeo mis dedos contra el mesón, papá está en nuestro minúsculo jardín.
Una de las cosas que mis hermanos siempre me reprochan es que no les compré una casa más grande a mis padres. Pequeños ignorantes que no saben cuántas veces ignoraron mi oferta porque sencillamente amaban cada pequeño rincón de esta casa.
»Vamos a hacer algo que resultará práctico para ambas. Un período de un mes de prueba. Sin contratos pero con sueldo. De esa manera vemos cómo te va y si realmente estás dispuesta a quedarte.
—Me parece justo— me extiende la mano y la estrecho.
—Bienvenida a bordo ¿Quieres conocer formalmente a don Gruñón, Amber?
—Estoy preparada. Por cierto, eres bella por televisión, pero en persona ¡Vaya!
—Gracias— me sonrojo porque ¡Vamos! Hasta yo puedo tener mis breves momentos de timidez.
Llegamos hasta el jardín donde papá solo tiene la vista fija en unas flores marchitas, debo deshacerme de ellas antes de que lo depriman. Prefiero al hombre gruño, al hombre deprimido que me rompe el corazón cuando llora sin parar.
—Papá, ella es Amber y va a vivir acá 5 días a las semanas para cuidarte.
—Te he dicho que eso no funciona.
—Bueno, las otras no funcionaron porque no eran yo, señor Cortés.
—Llámalo Dante— le digo.
— ¿Y por qué ella va a tener la confianza de llamarme por mi nombre?
—Porque viene en el contrato que firmé, Dante— asegura y yo sonrío.
Cruzaré los dedos para que esta chica se quede. De ser así, debo agradecerle de algún modo a Paul Coleman por enviar a un ángel.
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— ¡Un beso para el cumpleañero!
Riendo tomo el rostro de Dexter entre mis manos antes de presionar mi boca en la suya en un beso de pico, luego pasa por Sabrina y se detiene frente a Valeria.
—Es mi cumpleaños, preciosa, dame mi beso de la amistad cumpleañero. Esta vez no puedes negármelo.
—De poder, puedo.
— ¡Auch! — Peter finge sobarse una herida por Dexter.
—Pero está bien— ella se pone de puntillas y le da un beso rápido.
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