—Tengo un pequeño problema.
Sabrina deja de cantar y me da una pequeña mirada antes de volver su vista una vez más hacia las calles. Dejé mi auto en el trabajo y me fui por una cena con mi alma gemela femenina, ahora ella está trayéndome a casa.
— ¿Cuál puede ser tu problema, Elisabeth? Aparte de tener pirañas por hermanos.
—Estoy viendo sin comer, mucho.
—Claro, por supuesto que entendí tus palabras en claves, preciosa.
—Me gusta un poco Paul.
—Eso es noticia vieja, llevo un año diciéndotelo, hasta Andrea lo dice.
—No, es decir, si, eso era evidente. Pero me refiero a que me gusta. Sabrina, hablamos y me gustó.
— ¿Para salir, besar, follar y ser feliz?
—Bueno, tampoco es para una boda. Solo digo que me sentí a gusto las veces que nos hemos encontrado. Solo digo que si no tuviera novia, quizá...
— ¿Quizás?
—Lo obligaría a invitarme a salir o algo como eso.
—Pensé que habías dicho que estabas agotada de buscar tener una relación que funcionara.
—Sabrina, estoy diciéndote que me gusta, no que quiero tenerlo como mi novio. Quizás si estuviéramos juntos ya todo se volvería tedioso. No lo sé, creo que es como un platónico. Me gusta la persona que es y la cosa de que sea prohibido y fuera de mi lista de posibles lo hace mejor.
—Eso es raro, pero fingiré que te entiendo.
—Nicoleta es afortunada de tener a un hombre atractivo y escritor.
—Eres mala con ella— se ríe— ¿Qué te ha hecho?
—Empalagarme con sus innecesarias publicaciones.
— ¿Si tuvieras un novio como Paul no pasarías tu tiempo subiendo fotos de su perfección masculina?
— ¿De su pene? No, mejor paso el tiempo desvistiéndolo.
—Está hablando tu lado adicto al sexo.
—No entiendo cómo a ti nunca te ataca la frustración sexual.
—Trato mi cuerpo como un templo donde solo un afortunado entra. Me enfoco en otras cosas o uso mis manos. Ya sabes que no me va lo casual.
Seguramente nací con esta imagen para ser una máquina de sexo destinada a ser llamada zorra por otras, pero salí defectuosa y más mojigata.
—Vaya, eres tan defectuosa.
—Lo sé, vivo con esa tragedia— ambas reímos—. Brody me dijo si me gustaría salir un día a tomar algo.
— ¿Brody Gallagher?
—El único Brody que estuvo hoy en el programa. Le dije que estaba bien, creo que estaba un poco nervioso, esperaba que lo rechazara. Los hombres buenos parece que siempre temen invitarme a salir, en cambio los desgraciados son expertos.
—Le dieron las herramientas a los desgraciados para romper perfectamente los corazones.
—Supongo que no estaría mal salir alguna vez con Brody. No está nada mal a la vista y tiene buena personalidad.
— ¿Qué? ¿Estás haciendo un test para saber si califica como futuro padre de tus hijos?
—Eres tan maldita a veces— se ríe—. Quería pedirte un favor.
— ¿En que soy buena?
—Si le preguntamos a tu ex-amantes...
— ¡Sabrina!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: No más palabras