—Hay un hombre sentado en tu puerta.
— ¿Qué? — estoy desconcertada. En un momento estoy diciendo sabias palabras y luego ella suelta esto.
— ¿Llamo a la policía? Hay un hombre sentado en las escaleras de la puerta de tu casa. Mira.
Entrecierro mis ojos hacia la puerta de mi casa y Sabrina no miente, sin embargo dudo que algún atacante sea tan generoso y educado como para esperarme sentado, lo cual señalo a Sabrina mientras tomo mi bolso y bajo de su auto.
Por supuesto que Sabrina siendo la amiga del año baja y camina detrás de mí porque siempre es mejor que secuestren a dos y no a uno. Seguro.
Si alguien me hubiese preguntado "¿con que rasgos reconocerás a Paul si lo ves sentado en las escaleras de tu puerta?" me hubiese reído dando cualquier respuesta. Pero aun cuando una gorra con la visera hacia atrás cubre su cabello, lleva un suéter y su rostro está inclinado hacia abajo, cuando me acerco lo reconozco.
Y lo reconozco porque en sus manos está su pequeña libreta junto a un lapicero que hace girar entre sus dedos. Me detengo y sus ojos hacen su camino desde mis pies a mi rostro. Golpea el lapicero contra sus labios mientras me observa.
—Buenas noches, señorita Cortés.
—Paul caliente Coleman— susurra Sabrina una suerte que ella si sabe de discreción y él no la escucha. Sin embargo golpeo su costado con mi codo.
— ¿Cómo en todo el mundo tú tienes la dirección de mi casa?
—Me reservo mi respuesta.
No veo intenciones de que quiera ponerse de pie, enarco mis cejas solo observándolo mientras anota algo en su libreta ¿Paul es loco?
—Sabrina iba a llamar a la policía.
— ¿Lo hiciste Sabrina? Por cierto, un gusto conocerte. Soy Paul.
—Un gusto igual, y no, no llamé a la policía, pero bueno, supongo que ustedes tendrán cosas de qué hablar.
—No que yo sepa—la interrumpo, pero me ignora.
—Sabiendo que no es alguien que vaya atacarte, entonces me retiro. Paso por ti mañana y te llevo al trabajo. Te amo caramelito atrevido. De nuevo, todo un gusto conocerte Paul.
—Igualmente, Sabrina.
Sabrina se va con una rapidez que me sorprende. Sopeso mis opciones y termino por sentarme al lado de Paul, veo la pequeña sonrisa que esboza.
—Deduciré que fue Amber quien te dio mi dirección.
— ¿La despedirás?
— ¿Por tu culpa? No lo creo—estiro mis piernas y apoyo las palmas de mis manos sobre el concreto— ¿Qué te trae por acá? ¿Sabes que ya es pasada la media noche?
—Sé que fui grosero.
— ¿Uhm?
—La primera vez que te respondí el correo ¿Estamos en tregua ahora, no? Porque voy a tutearte.
—Tregua.
—Si bien mi intención era declinar la oferta, pude haber sido más amable y educado, después de todo tú habías escrito muy amigable y formal.
—Educadamente grosera fue tu respuesta. Podría perder la memoria y aun así recordar exactamente ese correo. Tocaste mis nervios.
—No había sido un buen día y me temo que terminé explotando con la persona menos indicada. Después de la segunda respuesta iba a disculparme.
— ¿Pero?
—Pero recuerdo que me mandaste al infierno, a la mierda y me llamaste escritor palurdo que solo vendía por lucir como un modelo de ropa interior
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