No más palabras romance Capítulo 59

—Tengo una propuesta— susurro.

— ¿Cuál? — deja un beso en la comisura derecha de mi boca, acaricio la parte baja de su nuca con mis dedos.

—Sí te comes una cena hecha por mí, entonces estaremos saliendo.

—Trato.

Pobre Paul, no sabe lo que ha aceptado. Pero me gusta tanto que incluso cuando se niegue a seguir comiendo lo que prepare, querré salir con él. No puedo creer que esté a poco de aventurarme en una relación, y más con el hombre al que le di más de un insulto y que hasta hoy no da indicios de querer ser entrevistado.

—Entonces te invito a cenar en mi casa esta noche, escritor versátil.

—Acepto.

Besa mi mejilla y me libera por lo que también abandono mi agarre. Se agacha y toma mi bolso, me lo entrega y me sigue muy de cerca mientras me encargo de abrir la puerta de mi casa.

Me encargo de encender las luces y arrojo mi cartera en una de las sillas, me quito mi abrigo y camino hasta mi pecera. Por suerte, todos los peces están vivos lo cual me hace feliz. Me encargo de alimentarlos y me vuelvo hacia Paul.

—Ponte cómodo, iré a cambiarme los zapatos.

Observa mis zapatos de tacón y asiente lentamente con la cabeza mientras se acerca a observar mis peces. En mi habitación me encargo de quitarme los zapatos de tacón y me coloco unas pantuflas de felpa. Decido quedarme con el vestido y voy hacia el baño para lavar mi rostro.

Cuando vuelvo en la sala, Paul está enfocado en su celular, pero cuando me ve volver deja de distraerse y me sonríe.

—Espero y estés preparado para mi comida, Paul.

—Yo también lo espero.

Me sigue hacia la cocina, y no es que tenga muchas opciones sobre qué cocinar. Pero encuentro unas fajitas que aún no caducan y saco milanesa de pollo para cortar pequeñas tiras.

Paul me observa atentamente y finjo que sé lo que estoy haciendo, bueno, sé lo que hago lo que no entiendo es por qué parece que nunca queda bien.

—Me gustas mucho Elisabeth—dice y dejo de cortar tiras de los vegetales para sazonar el pollo. Sonrío.

— ¿Si?

—Sabes que sí.

—No, solo sé lo que tú me muestras.

— ¿Quieres que te muestre lo mucho que me gustas? Pensé que estaba haciendo un trabajo decente mostrándotelo.

—Lo haces— le guiño un ojo.

Tomo el bol con las tiras del pollo ya sazonadas y me encargo de echarlo todo en la sartén. Mi primera señal de que no va a resultar como quiero es que por más que está cocinándose no se percibe ningún olor celestial, simplemente no huele a nada. Aun así, sigo con mi hazaña, pero cuando Paul se descuida me encargo de sacar la comida que la ama de llaves de Dexter hizo y que él comparte conmigo para garantizar mi supervivencia.

Sé que al final esa será nuestra cena.

Relleno las pálidas fajitas y las dejo frente a Paul. Él las observa fijamente y luego me ve a mí.

—Bueno, esto será bastante interesante— declara tomando una. Muerde y mastica, pero luego se detiene viéndome fijamente. Entonces vuelve a masticar muy lentamente, sin ninguna expresión en su rostro.

— ¿Y bien? — pregunto ante su silencio y viéndolo dar un segundo mordisco.

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