— ¿Qué sientes, Elise?
—Haberte... Lo que te hice. Lo siento—se abraza a sí misma.
— ¿Por qué lo hiciste?
—No lo sé...—mira hacia el suelo y luego sus ojos enrojecidos y húmedos me encuentran—. No me siento yo...Ayúdame, no puedo escapar.
— ¿Escapar de qué?
—De mí. Yo necesito dinero, de verdad lo necesito.
Lo necesita para pagar la droga a la que es adicta. Volteo a ver a Paul y hay una mueca en sus labios, una que luce triste porque estoy segura de que él entiende lo qué sucede con mi hermana. Doy más pasos hacia ella.
—Voy a ayudarte, Elise.
— ¿Lo harás? —parece esperanzada.
—Lo haré, pero debes permanecer ahora mismo conmigo ¿De acuerdo?
— ¿Y prometes ayudarme?
—Lo prometo.
Pero no de la forma en la que ella lo espera, no es que vaya a decírselo ahora mismo.
Ella corta la distancia entre nosotras y me tenso, pero entonces envuelve sus brazos alrededor de mi cintura abrazándome. Me toma por sorpresa, hace mucho tiempo Elise y yo no teníamos un contacto tan directo que demostrara algún lazo afectivo.
Envuelvo mis brazos a su alrededor algo dudosa, intento encontrar el perdón en mí para el daño que me causo hace tan poco tiempo, intento entender que estaba bajo los efectos de la drogas, pero una parte terca de mí aún se aferra a esos malos sentimientos, una parte de mí que lucha contra la parte que llora en silencio por lo que sucede con Elise. Aun así la amo y me duele tanto verla en este estado tan deplorable.
Su cuerpo se estremece mientras llora y me agradece, lo repite una y otra vez. Mis ojos se humedecen y la sostengo.
—Debemos conseguir que alguien se quede con papá para poder ayudarte—murmuro—. No podemos dejarlo verte así ¿Lo sabes verdad?
—No, no, no puede verme así. Soy su bailarina bonita.
—Lo eres—aclaro mi garganta—. Paul.
— ¿Si?
— ¿Puedes tomar el teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón? —lo hace sin dudar—La clave es 9067. Busca el número de Harry, llama y dile que lo necesito aquí para que se quede con papá, él entenderá que es una emergencia, por favor.
Paul hace lo que le digo, intento salir del abrazo de Elise pero se aferra a mí con mucha más fuerza.
—No me abandones. Ayúdame.
—Prometo que lo haré, necesito entrar y explicarle a papá que debo irme.
Conseguiré algo de ropa limpia para ti ¿De acuerdo? Quédate aquí con Paul, él no va a hacerte daño y tú no le harás daño ¿De acuerdo?
Poco a poco logro liberarme de su abrazo, Paul abre la puerta trasera de su auto y yo la hago subir. Él me entrega mi celular.
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