Resumo do capítulo Capítulo 111 de Novia del Señor Millonario
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Bella:
A la mañana siguiente, bajé a la cocina con Lucas en mis brazos. La mujer encargada de la limpieza y cocina me saludó con una sonrisa.
—El desayuno está listo —dijo.
—Gracias —le respondí y fui al comedor. Ni bien entré, me topé con Herbert leyendo el periódico en una simple camisa blanca. No había tocado el desayuno frente a él. No reconoció mi presencia, así que simplemente me senté sin saludarlo.
—Papá —dijo Lucas con una sonrisa y Herbert finalmente levantó la vista y cerró el periódico.
—¿Despertaste bien, Lucas? —dijo con suavidad y el bebé asintió con la cabeza. Agarré el plato que habían preparado para Lucas y traté de hacerlo comer. Sin embargo, el bebé se negó y me alejó la mano.
—¿No quieres comer esto? —le pregunté con suavidad y agarré otra verdura del plato—. Entonces, ¿qué te parece si probamos esto?
Le volví a acercar la cuchara, pero me rehuyó la cara. Me extrañó que se estuviera comportando de esta manera porque siempre era muy bueno comiendo, incluso a veces agarraba las comida con sus propias manos. Me rendí y me quedé mirándolo con confusión. Herbert se paró y lo tomó en brazos.
—Déjame intentarlo —me dijo y se sentó con Lucas al otro lado de la mesa. Agarró el plato de comida y le acercó la cuchara a la boca. El bebé abrió la boca con una sonrisa y comió con ganas. Me quedé un poco sorprendida, pero entendí que Lucas quería que su padre lo alimentara.
Aunque me alegraba que Lucas estuviera feliz, me pude evitar decepcionarme un poco. Había pensado que quizás me quería más, pero estaba bien. Ambos se perdieron en el momento y yo desayuné en silencio. Terminé mi plato y me di cuenta de que Lucas también había terminado el suyo. Agarré los platos y los dejé en el fregadero.
—Te dejo con Lucas, necesito ir al trabajo —le dije a Herbert mientras me dirigía a la salida del comedor. Este no me respondió, así que seguí con mi camino hasta que un llanto interrumpió mis pasos.
Lucas estaba llorando y mi corazón no podía soportarlo. El pequeño trató de alcanzarme desde los brazos de Herbert, pero este no se movió ni un centímetro. Algo cambió en su rostro y le gritó a Lucas.
—Si tienes algo que hacer, puedes irte. Lucas no quiere que me vaya, así que lo cuidaré un día más —le dije.
—Eso significa que te tomarás otro día libre del trabajo, ¿no? Muy bien, pero saldré antes de la oficina y regresaré más temprano.
—No hay problema —asentí con la cabeza. Herbert acomodó los papeles y se fue después de despedirse del bebé.
Una vez me quedé sola nuevamente, posé una mano sobre mi corazón. ¿Por qué siempre terminaba metida en las situaciones más incómodas? Todo era culpa de Klein por no decirme de quién era Lucas. Aunque... ¿habría aceptado cuidarlo si hubiera sabido?
Agaché la cabeza y me quedé observando al pequeño que se había quedado dormido en mis brazos después de tomar el biberón. Bueno, eso ya no importaba porque ya lo conocía y había conquistado mi corazón con su sola presencia. ¿Cómo podía dejar a un bebé tan lindo como él?
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