Novia del Señor Millonario romance Capítulo 36

[NOVO] Leia o romance Novia del Señor Millonario Capítulo 36 online

Você está lendo Capítulo 36 do romance Novia del Señor Millonario. Visite o site booktrk.com para ler a série completa de Novia del Señor Millonario, do autor Internet, agora. Você pode ler Capítulo 36 online gratuitamente ou baixar um PDF grátis para o seu dispositivo.

Pesquisas relacionadas a Capítulo 36:

Novia del Señor Millonario Capítulo 36

Novia del Señor Millonario Capítulo 36 por Internet

Bella

Herbert había regresado en auto al hotel, a las dos de la mañana y se había ido esta mañana, a las seis y media. Sin embargo, si sabía que tenía que estar en un evento hoy a las nueve, ¿por qué había regresado al hotel anoche? ¿Acaso había venido a verme?

Cuando este pensamiento cruzó por mi mente, mi corazón empezó a latir muy rápido...

El desayuno de esta mañana era suntuoso. Mientras comía en la habitación, extrañaba a Herbert. De pronto, me di cuenta que él me había empezado a gustar.

Las actividades que habían preparado para esta mañana también habían sido atractivas, pero no me sentía muy bien, así que no pude participar y cuando llegó la hora del almuerzo, no tenía mucha hambre.

"¿Qué te pasa hoy?" Joey me preguntó, preocupada. "¿No viste al jefe? ¿Estás decaída por eso?"

Solo cuando la escuché entendí por qué me sentía tan deprimida. Aun así, no podía admitirle esto a Joey. "¿De qué estás hablando?" Dije. "No me siento bien porque estoy embarazada".

No obstante, Joey no aceptó mi excusa y siguió insitiendo. "Pense que el Sr. Wharton te conquistaría en dos días".

"Por supuesto que no". Respondí con firmeza.

De hecho, ya me había admitido a mí misma que me había empezado a enamorar de Herbert.

Pero ese era mi carácter. No podía admitirlo en frente de otras personas.

Quería mantener mi relación con Herbert tal y como era ahora antes de hacerla pública.

Por nada del mundo pretendía admitir mis sentimientos por Herbert solo para darme cuenta de que era la única en la relación que tenía sentimientos por la otra persona.

No podía ser como mi madre, que siempre había demostrado cuánto amaba a mi padre, solo para que él terminara abandonándonos.

Incluso ahora, mi madre siempre lo defendía. Por el contrario, mi padre siempre demostraba su desagrado cuando ella estaba presente.

La persona que más contribuía en la relación era la que al final siempre salía perdiendo.

Es por eso que no quería que nadie se enterara de mis sentimientos hacia Herbert.

Mientras hablaba con Joey, una colega se nos acercó. "Joey, Bella", nos dijo. "Esta vez no solo se ganaron un viaje gratis, sino que también se ganaron miles de dólares. ¿Qué les parece si invitan a los colegas del departamento a comer, cuando regresemos a la ciudad?"

Tan pronto como terminó de decir esto, varios de nuestros colegas se nos acercaron y nos dijeron que Joey y yo nos habíamos quedado con su dinero, y que lo mínimo que podíamos hacer era gastar un poco del dinero en ellos, para consolar sus corazones.

Joey se rio al oír esto. "Si estaban tan dispuestos a apostar, también debían estar dispuestos a perder", dijo. "Nosotras apostamos a que el Sr. Wharton vendría al hotel y ustedes a que no".

"Ustedes dos sí que son mezquinas", uno de nuestros colegas dijo en un tono de broma. "Cada una ha ganado cerca de tres o cuatro mil dólares. ¿Por qué no pueden invitarnos a comer?"

Joey estaba a punto de responder, pero yo le di una palmada en el hombro. "Está bien", dije, poniéndome de pie. "Será nuestro placer invitarlos a comer. ¿Qué les parece si comemos parrillada?"

"Sí". Varios de nuestros colegas exclamaron, entusiasmados. "Parrillada y cerveza".

"De acuerdo", respondí. "Mañana por la noche les invitaremos a comer parillada".

De pronto, la atmósfera se volvió sombría. Los rostros sonrientes de nuestros colegas cambiaron a rostros de asombro.

Antes de que pudiera voltear a ver qué había pasado, uno de los colegas gritó: "¡Sr. Wharton!"

Al escucharlo, me quedé atónita. Volteé lentamente y vi a Herbert parado detrás de mí. Tenía una expresión de decepción en el rostro.

"Señor Wharton". Dije antes de bajar la cabeza.

Por el rabillo del ojo, vi que su expresión se volvía cada vez más fea. Me sentía muy nerviosa.

Herbert se volteó y se fue sin decir una palabra. Cuando desapareció del lugar, los colegas empezaron a especular sobre lo que había pasado.

"¿El Sr. Wharton se enojó porque escuchó que lo usamos para hacer una apuesta?" Uno de los colegas preguntó.

"De repente piensa que nuestro departamento lo ha ofendido". Respondió otro.

"No creo que sea tan mezquino". El primer colega agregó.

Comentários

Os comentários dos leitores sobre o romance: Novia del Señor Millonario