Resumo de Capítulo 37 – Novia del Señor Millonario por Internet
Em Capítulo 37, um capítulo marcante do aclamado romance de amor después del matrimonio Novia del Señor Millonario, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de Novia del Señor Millonario.
Bella
Al día siguiente, en la oficina, estuve de mal humor toda la mañana.
Anoche, Herbert no había regresado a casa y estaba realmente muy enojada por eso.
Lo único que podía esperar ahora era que la mañana se pase rápido y que pronto llegue el mediodía, ya que iba a ir al restaurante Green a almorzar con él.
Apenas vea a Herbert, aprovecharía y le pediría disculpas.
Por fin, llegó el mediodía. Tan pronto como dio la hora, cogí mi bolso y fui a toda prisa al restaurante.
Al llegar, vi a Connor parado, frente a la puerta del salón privado donde Herbert solía comer. Tenía una expresión un poco extraña en el rostro.
"Hola, Connor". Dije y cuando estuve a punto de abrir la puerta, Connor extendió su mano para detenerme.
Levanté la mirada, confundida.
"Señora, la señorita Briden está adentro". Me explicó.
Lo miré, sorprendida y luego miré la puerta que estaba frente a mí.
No creía que hubiera sido una buena idea que Herbert trajera a Emma aquí a esta hora. Se suponía que era nuestra hora de almuerzo.
Aun así, yo ya estaba aquí y no daría mi brazo a torcer. Di un paso adelante y empujé la puerta suavemente.
Tan pronto se abrió, vi a Herbert sentado al frente de Emma. Él tenía una camisa blanca y su rostro se veía un poco rojo. Debía haber bebido un poco de vino.
Emma llevaba puesta una camisa roja con un escote que realzaba sus senos. Estaba sonriendo.
Por lo visto, los dos tenían una relación muy cercana y, al parecer, ninguno notó mi presencia.
De pronto, sentí un dolor en mi corazón. No entendía por qué Herbert se acostaría conmigo dos veces solo para tener relaciones de este tipo con otras mujeres al mismo tiempo.
"Herbert, prueba este pescado", Emma dijo, acercando su cubierto hacia la boca de Herbert. "Está delicioso".
Herbert levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron.
Estaba segura de que me había visto.
No obstante, él apartó la mirada a toda prisa y volvió a ver a Emma. "Estás muy hermosa hoy", le dijo.
Emma se tocó la cara, entusiasmada por el cumplido que acababa de recibir."¿En serio? ¿Qué te parece hermoso, mi rostro o mi ropa?"
"Tu ropa". Herbert respondió.
Se quedó en silencio por un momento antes de agregar: "Pero tú eres más hermosa que la ropa".
Emma sonrió al oír esto y le dio un empujoncito en el pecho.
Volteé la mirada. No quería seguir viendo lo que hacían.
Cerré la puerta con mucho cuidado y, aunque ya estaba cerrada, podía escuchar cómo se reían los dos, adentro.
Empecé a caminar hasta encontrar la salida. "Por favor, dile al Sr. Wharton que de ahora en adelante almorzaré sola". Le dije a Connor, cuando lo vi.
Noté que Connor estaba a punto de decirme algo, sin embargo, no estaba de humor para escucharlo y caminé más rápido. Tenía miedo de ponerme a llorar delante de él.
Miré al cielo, para que las lágrimas que tenía acumuladas en los ojos no cayeran por mis mejillas y decidí no llorar por Herbert. De hecho, ya me imaginaba que algo como esto pasaría, de una u otra manera. ¿Por qué había sido tan estúpida para pensar en confersarle mis sentimientos? Él era un hombre que ya había alcanzado la gloria, ¿cómo podría enamorarse de una mujer como yo?
Nosotros solo nos habíamos conocido porque tuvimos una noche de pasión que había resultado en mi embarazo. A partir de hoy, solo lo trataría como el padre del niño y nada más que eso. En cuanto a todo lo demás, incluído nuestro matrimonio, podría tomarlo como si estuviera actuando.
Al fin y al cabo, los dos días que habíamos pasado juntos en el hotel habían sido solo un sueño, y ahora por fin estaba despertando.
Herbert.
No sé quién le había dicho a Emma que estaría en este restaurante al mediodía.
Cuando ella llegó, era la hora en la que almorzaba con Bella.
Yo sabía que Bella estaba en el salón y le lancé cumplidos a Emma a propósito, porque quería confirmar un cosa.
Quería confirmar si realmente le importaba.
Me senté en mi escritorio y miré el risotto que tenía frente a mí para ver si se me abría el apetito, pero fue en vano.
De pronto, Joey se me acercó. "¿El jefe también sabe que te gustan los mariscos?" Preguntó.
"Esto no lo mandó el jefe", dije. Me sentía abatida. "Fue Connor quien lo mandó, cuando vio que no había comido nada".
"¿Qué?" Joey exclamó. "¿Entonces todos los que trabajan con el jefe saben que te gustan los mariscos?" Negó con la cabeza. "El jefe debe haberle pedido que te envíe este plato".
Las palabras de Joey me dejaron pensando. Ella tenía razón, ¿cómo sabía Connor que me gustaban los mariscos? Solo Herbert conocía a Hank, que me trajo una lonchera con arroz con mariscos una vez. Connor no sabía que a mí me gustaban los mariscos. Acaso era posible que...
Dejé de pensar, sacudiendo la cabeza. La verdad era que yo estaba segura de que Herbert me había visto en el restaurante hace un momento y aun así había demostrado que tenía una relación muy cercana con Emma.
¿Acaso lo había hecho a propósito?
Pero, ¿por qué hizo eso? ¿Solo para hacerme sentir mal?
Mientras pensaba en esto, me pareció que entendía lo que había hecho. Él se estaba vengando de mí porque lo había usado en una apuesta con mis colegas. Ahora él estaba usando a Emma para vengarse. Cuando me di cuenta de esto, me enojé aún más.
Sí, era cierto que yo lo había usado para una apuesta. Podía admitir que lo que había hecho estaba mal y estaba lista para disculparme con él.
Sin embargo, ¿por qué él había hecho eso con Emma?
¿Pretendía engañarme? ¿Esa era su manera de vengarse?
"Eso es demasiado", le dije a Joey. "No quiero comer los mariscos que él me mandó".
"¿No quieres comer?" Joey preguntó en un tono de broma. "Si no lo quieres, puedo encontrar alguien que se muere por comer algo así".
"Si quieres comerlo, hazlo". Dije, empujando el plato hacia ella.
"No", Joey se negó. "No quiero comer un plato que alguien ordenó para otra persona".
Me gustaban los mariscos porque tenían un sabor muy fuerte. Pero cuando los olí esta vez, mi estómago se revolvió y salí corriendo de la oficina para ir al baño.
Apenas entré, empecé a vomitar dolorosamente...
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