Você está lendo Capítulo 45 do romance Novia del Señor Millonario. Visite o site booktrk.com para ler a série completa de Novia del Señor Millonario, do autor Internet, agora. Você pode ler Capítulo 45 online gratuitamente ou baixar um PDF grátis para o seu dispositivo.
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—Bueno, si quieres fingir, tenemos que hacerlo bien. Eres una adulta y no puedes estar haciendo que tu madre se preocupe por ti —dijo Herbert de repente.
—Gracias por tu consideración —le respondí con cordialidad aunque por dentro me mofaba de mi candidez.
No pude evitar pensar amargamente que su preocupación y cariño habían sido mera actuación. Dios, Bella, te conmovió y era todo una mentira. ¿Realmente quieres vivir con él? ¿Cómo pudiste ser tan ilusa para tomarlo en serio?
—No te preocupes, después de todo, estamos casados legalmente así que sí debemos ayudarnos mutuamente —dijo Herbert, pero haciéndalo ver como si fuera más un acuerdo comercial.
—Tienes razón —le respondí con la barbilla alzada para disfrazar mi descontento. Llegamos al auto y Connor tomó el equipaje de la mano de Herbert. Entramos por separado y emprendimos el viaje. Vi pasar las calles y un sentimiento de tristeza me invadió.
Estaba a punto de vivir en la casa de este hombre, estaba embarazada con su hijo, pero no nos amábamos. Nunca pensé que mi matrimonio sería así.
Herbert vivía en la mejor zona residencial de la ciudad. Los precios eran increíblemente elevados, tanto que solamente funcionarios del gobierno y multimillonarios podían costearlos. Entramos a una villa hermosamente decorada con un estilo moderno y minimalista. La paleta de colores en blanco y negro le daba un aire frío y rígido, parecía más una oficina que un hogar. Di un vistazo alrededor, y no pude evitar pensar que esta casa era asfixiante. Herbert puso el equipaje en el piso y luego sacó unas llaves y una tarjeta de crédito. Lo miré con confusión, ¿me las iba a dar?
—Esta es la llave de la casa y tienes un carro designado para que lo conduzcas en el estacionamiento. Puedes usarlo cuando lo necesites. Ahora que todos se han enterado de lo nuestro, no puedes seguir trabajando en la compañía. Entregaré tu carta de renuncia mañana. También toma esta tarjeta, el límite es de 100 mil dólares. Suficiente para cubrir los gastos de tu familia, del bebé y tuyos.
Me sorprendió lo preparado que estaba. Miré las llaves y la tarjeta con un toque de tristeza, su tono de voz parecía la de un jefe dándole órdenes a un empleado, no la de esposos hablando.
—Entiendo, gracias —respondí mientras bajaba la mirada.
—¿Puedes explorar la casa por tu cuenta? Tengo algo que hacer, así que ya me tengo que ir —dijo Herbert mientras miraba su reloj.
—Claro —asentí y sin esperar nada más, escuché como la puerta de la entrada se abría y cerraba. Realmente me había dejado sola en esta enorme casa. Subí el equipaje a la segunda planta y descubrí que habían dos dormitorios. El principal tenía una cama queen, un baño privado y un closet enorme. La otra habitación era un poco más pequeña, pero era igual de limpia y ordenado que la primera.
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