Você está lendo Capítulo 51 do romance Novia del Señor Millonario. Visite o site booktrk.com para ler a série completa de Novia del Señor Millonario, do autor Internet, agora. Você pode ler Capítulo 51 online gratuitamente ou baixar um PDF grátis para o seu dispositivo.
Pesquisas relacionadas a Capítulo 51:
—Me preguntaron si me había vestido en la oscuridad —masculló por lo bajo y estallé en carcajadas sin poder contenerme.
—No te rías —gritó Herbert con el ceño fruncido. Definitivamente estaba avergonzado, así que me calmé.
—La ropa que llevas puesta hoy definitivamente es diferente a tu estilo de siempre, pero eso no significa que se te vea mal. Te da otro aire, te hace ver más abierto y vivaz. Estoy segura de que te dijeron eso solo porque no están acostumbrados.
—Mira, puedes intentar combinar esta nueva ropa con la antigua. La camisa celeste iría muy bien con tus trajes negros. La corbata color vino resaltaría muy bien si la combinaras con tu camisa negra. El traje plateado también se veía muy bien con tu camisa blanca.
Mientras le explicaba cómo podía combinar las prendas, me aseguré de no quitarle los ojos de encima. Se calmó bastante después de escucharme. Se levantó y se dirigió al espejo. Después de unos minutos, asintió con la cabeza, satisfecho, y sonrió suavemente. Me alegré al verlo así, al parecer estaba teniendo avances en llevarme bien con él.
Esa noche dormimos en la misma cama, y como mi condición era delicada, no insistió en tener relaciones conmigo. Me abrazó por detrás y caímos ante los brazos de Morfeo.
La siguiente semana me la pase en la cama como el doctor lo había indicado. Miranda era peor que un perro de vigilancia, no me dejaba levantarme para nada. Solo tenía permitido ir al comedor y al baño. Todo lo demás me lo llevaba a la cama. Después de tantos días así, sentí que había mejorado bastante. Las náuseas ya no eran tan fuertes. Decidí enviarle un mensaje a Herbert.
«Estimado jefe, ¿podría salir a dar un paseo, por favor? Me muero de aburrimiento aquí».
«Mañana saldremos a que tomes el sol», me respondió y yo me quedé pensando a que se refería con ello. ¿A dónde iríamos? Pensar que finalmente podría salir de la cama, llenó mi corazón de alegría.
«Genial, ¿a dónde iremos?».
«A la casa de mis padres», respondí y me di un vuelco al corazón. ¿Por qué quería presentarme a sus padres? Nosotros nos habíamos casado con un contrato de por medio, nuestro matrimonio no era de verdad.
«Si tienes que ver a tus padres, puedes ir a verlos sin mí, no hay problema. Miranda me cuidará muy bien», le mandé pensando de que quizás se había equivocado.
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