Leia Capítulo 56 com muitos detalhes únicos e culminantes. A série Novia del Señor Millonario é um dos romances mais vendidos de Internet. O capítulo Capítulo 56 mostra a heroína caindo no abismo do desespero e da angústia, de mãos vazias, mas, inesperadamente, um grande evento acontece. Então, qual foi esse evento? Leia Novia del Señor Millonario Capítulo 56 para mais detalhes.
Bella
Herbert tenía una expresión calmada en el rostro y era imposible notar si estaba teniendo una discusión interna o no.
"Estas pinturas son muy bonitas". Dije señalando la habitación. Quería disipar la vergüenza que sentía.
Al oír esto, Herbert frunció los labios. "Todas estas son obras auténticas de Picasso, Van Gogh y Monet". Respondió.
Hice un ruido con mi lengua, ya que me había dado cuenta que era una completa ignorante en cuanto a obras de arte se trataba. "¿Y las obras de esos artistas son muy caras?" Pregunté.
"Sí, pero no tengo las más caras aquí", Herbert respondió. "Esas están en la caja fuerte de mi papá y él no me permite verlas".
Dios mío, entonces estas pinturas no eran las más caras.
Tenía entendido que la familia de Herbert tenía mucho dinero, sin embargo, no me imaginaba que fueran tan ricos. Todos los artículos que la familia posería eran muy caros.
Con razón McKenna había pensado que la mujer que había visto junto a Herbert quería quedarse con su propiedad.
"¿Tienes hambre?" Herbert preguntó. "Vamos a comer".
"Okey". Dije.
Mientras nos íbamos, mis ojos se posaron en los cuadros. Eran obras de Van Gogh y Picasso, y la familia de Herbert había pagado mucho dinero por ellas.
De repente, escuché que Herbert se reía. "Si tanto te gustan, te los puedo dar". Dijo.
"No, gracias", respondí, un poco aterrada. "Tengo miedo de que la policía piense que me los robé y me arresten. Además, también me las pueden robar, A mi parecer, estas pinturas solo serían una bomba de tiempo si están en mi posesión, así que es más seguro que las dejemos donde están". Recordé que cuando entrábamos había visto a un soldado centinela a diez metros de la mansión. Lo más probable era que estuviera ahí para vigilar la casa.
Al fin y al cabo, la familia de Herbert era una combinación de altos funcionarios y gente con mucho dinero.
Salimos de la habitación y nos fuimos al comedor.
Al llegar, ya habían servido la comida. Había más de diez platos con exquisiteces sobre la mesa, y también todo tipo de pasteles y postres. Del mismo modo, la vajilla estaba hecha de los mejores materiales.
Sentí como si estuviera entrando en un palacio.
"Nuestro chef es uno de los mejores cocineros franceses", Herbert me dijo mientras cogía sus cubiertos. "Prueba un poco de todo".
No obstante, no supe qué responder y me quedé callada mirando el asiento opuesto al de Herbert.
Al parecer, Herbert entendió lo que quería preguntar. "Mi madre está en una reunión con sus amigos", me explicó. "Es por eso que ella no va a comer en casa hoy. Solo estaremos aquí tú y yo esta tarde".
Me sentí mucho más relajada al escuchar esto. Tomé mis cubiertos y empecé a comer de inmediato.
"No me imaginé que le tuvieras tanto miedo a mi madre". Herbert dijo en voz baja. Parecía que se estaba divirtiendo.
"Ella no es un monstruo, ¿por qué le tendría miedo?" Pregunté, mirándolo a los ojos. "Además, ella seguirá siendo tu madre después de hoy. No es como si no tuviera que soportarla en el futuro".
Herbert frunció los labios. "Nadie se ha atrevido a decir esas cosas de mi madre". Dijo.
"Nadie vino a este mundo para que otras personas la insulten", respodí con firmeza. "Las acusasiones de tu madre fueron muy graves y me hicieron sentir muy ofendida".
"¿De qué te acusó?" Herbert preguntó, sosteniendo mi mirada.
"Me dijo que había ideado un plan macabro para casarme contigo", respondí. "Dijo que me casé contigo porque estoy obsesionada con tu dinero".
"¿Eso quiere decir que no estás obsesionada con mi dinero?" Herbert preguntó. Al parecer, esto le estaba haciendo gracia.
"Por supuesto no". Respondí en voz alta. Me sentía un poco indignada.
"¿Entonces estás obsesionada conmigo?" Herbert preguntó.
Sus palabras calaron hondo en mi corazón.
No quería confesarle mis verdaderos sentimientos, ya que no teníamos esa clase de relación.
"Comparado contigo, creo que estoy más obsesionada con tu dinero". Respondí.
Me había casado con él solo para que nuestro hijo no sea un bastardo. Nuestro matrimonio estaba bajo un contrato que había tenido que firmar.
Como éramos marido y mujer solo en documentos legales, no había necesidad de hacer que nuestra relación sea más complicada.
Sin embargo, al escuchar las palabras de Herbert, mi corazón empezó a latir a mil por hora y no me atreví a mirar a Herbert a los ojos.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Novia del Señor Millonario