Resumo de Capítulo 55 – Novia del Señor Millonario por Internet
Em Capítulo 55, um capítulo marcante do aclamado romance de amor después del matrimonio Novia del Señor Millonario, escrito por Internet, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de Novia del Señor Millonario.
Bella
—Señora, usted puede hacerme todas las preguntas que quiera y se las responderé una por una —le dije con seguridad. Mis palabras parecieron enojarla mucho porque dejó la taza de té sobre la mesa con fuerza.
—¿Cómo te atreves a hablarme así? Soy tu mayor, deberías hablarme con más respeto.
—¿Eso quiere decir que me está aceptando en la familia? —le pregunté con calma. La señora se quedó sin palabras, incrédula. Herbert, a mi costado, no ayudó con sus risas.
Más tarde, me confesó que ese día se estaba riendo porque nunca había pensado que dejaría a su madre muda. La señora era una mujer temida por muchos y la había enfrentado sin titubear. Él estaba dispuesto a ayudarme en lo necesitara, pero no esperaba que le diera una lección a la orgullosa mujer.
—Herbert, ¡mira con lo que te casaste! ¿Cómo se atreve a hablarme así? ¿No te avergüenza tener una esposa tan bruta? —le gritó con las mejillas rojas del enojo.
—Mamá, no tengo intención de desfilarla como si fuera una estatua. Ustedes fueron los que me insistieron en traerla —le respondió ya con seriedad. Me quedé mirando la situación y sentía que estaba en medio de un campo minado. En cualquier momento, alguien explotaría. ¿Por qué se llevaban tan mal?
—Será mejor que recuerdes lo que me acabas de decir. ¡No la quiero ver en ninguna de nuestras reuniones o fiestas! —gritó la señora y Herbert se puso lívido.
—Anne, puedes llevar a mi esposa a mi habitación para que descanse, por favor —le dijo a la sirvienta y esta asintió la cabeza. Nos levantamos y nos fuimos al segundo piso, dejando atrás a los dos.
La habitación era espaciosa y decorada al estilo europeo clásico.
—El baño está a la izquierda —me indicó la sirvienta.
—Gracias, ya te puedes retirar —le agradecí y ella se fue. Aprecié mi entorno y me metí al baño para lavarme el rostro. Cuando terminé, salí del cuarto y me quedé parada en las escaleras. Este lugar me hacía sentir incómoda, quería que Herbert viniera pronto para irnos.
En ese momento, escuché las voces de los dos abajo en la sala.
Mi sangre hirvió de la furia al escuchar sus palabras. ¿Quién se creía que era esta mujer para hablar así de mi persona? ¿Regalada? ¿Confabuladora? ¿Pobre? Si no fuera porque estaba embarazada y tenía que velar por el bien de mi hijo, me hubiera agarrada de manos con ella. Reprimí mi enojo y controlé mi respiración.
—Mamá, mi matrimonio no es de tu incumbencia. No vuelvas a insultar a Bella de esa forma. Ella no solo es mi esposa, sino es la futura madre de tu nieto. No importa si la aceptas o no, ¡ella ya es parte de nuestra familia!
Al escucharlo, sentí mariposas en el estómago. Me hizo muy feliz saber que Herbert me defendía ante su madre. Quizás no nos amábamos, pero me tranquilizaba saber que me cuidaba.
Era muy diferente a la situación que había tenido con mi otra pareja. Su familia tampoco me había aceptado por mi situación familiar y él no había podido hacerles frente y me había obligado a esconder nuestra relación. Herbert, sin embargo, se había enfrentando sin dudar a su madre y me había defendido a capa y espada. Quizás nos termináramos separando, pero sabía que era un buen hombre después de todo.
Creí que había escuchado suficiente, así que volví a la habitación. No tenía sentido preocuparme por sus peleas. Me eché en la cama y en media hora la puerta se abrió suavemente.
Debía ser Herbert.
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