Novia del Señor Millonario romance Capítulo 60

Novia del Señor Millonario Capítulo 60

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Capítulo 60 PDF

Bella

Caroline no tenía la expresión arrogante que era típica en las am*ntes.

Además, ella había conocido a Herbert antes que yo.

Si lo veíamos por ese lado, entonces yo era la que sobraba.

Caroline tenía una voz tan suave y dulce que, mientras más la escuchaba, más entendía por qué Herbert la amaba tanto.

"¿Señorita Ewell? Si tiene algo que decir, solo dígalo" dije. "Tengo asuntos pendientes más tarde y no me voy a poder quedar por mucho tiempo". No quería hablar con ella. Solo quería saber porqué me había citado aquí hoy, quería que fuera directo al grano.

Al oír esto, Caroline bajó la cabeza y fijó sus ojos en la taza de café que tenía en las manos. Parecía que estaba dudando si hablar o no.

De pronto, levantó la mirada y sus ojos, grandes y brillantes, se posaron en mí.

"Señora Wharton, lo siento. Sé que no debí buscarla, pero yo de veras amo a Herbert", confesó. "No puedo vivir sin él y sé que él tampoco puede vivir sin mí. Por favor, permítanos seguir juntos, ¿de acuerdo?" Sus ojos eran suplicantes y estaban a punto de derramar lágrimas.

Al escuchar esto, empecé a sentirme muy extraña.

Se suponía que yo era la esposa de Herbert y, por ende, yo era la que tenía que pedirle eso a ella.

Sin embargo, estar frente a Caroline mientras ella me rogaba que dejara ir a mi esposo me hizo sentir como si yo fuera la que sobraba. Como si fuera la tercera en discordia.

En un instante, perdí toda la confianza que tenía en mí misma.

A pesar de que me sentía culpable, tenía claro que yo era la esposa legítima de Herbert.

"Creo que ha cometido un error", respondí con voz muy fría. "La persona a la que debió buscar es Herbert y no yo. Si él quiere divorciarse de mí y casarse con usted. Tiene mi bendición".

"Herbert es demasiado amable", Caroline dijo, secándose las lágrimas. "Ahora que está embarazada, no se divorciará de usted, así que yo me tuve que convertir en la mala persona y venir hasta aquí a hablar con usted".

"¿Entonces qué pretende que haga?" Pregunté, indignada. "¿Quiere que yo le pida el divorcio?" Me di cuenta que la mujer que tenía frente a mí no era tan dulce y tierna como aparentaba.

Ella siguió pretendiendo ser una mujer débil y continuó limpiándose las lágrimas con su pañuelo. "Sé que es mucho pedir", dijo. "De todos modos, ¿está feliz con su matrimonio ahora? ¿Siente que Herbert de verdad la ama?"

"Esos son asuntos míos", respondí con firmeza. "No tiene que preocuparse por esas cosas". Mientras más la escuchaba, más me disgustaba.

Si ella realmente amaba a Herbert, podía hacer que él termine con nuestro matrimonio por su propia cuenta, ¿por qué tenía que hacerlo de esta manera y humillarme?

De inmediato, la buena impresión que había tenido de ella, se desvaneció.

"Sé que usted también es una mujer muy independiente", Caroline dijo. Había dejado de llorar y ahora me estaba mirando fijamente. Al parecer se había dado cuenta que su actuación no me había convencido. "¿Está dispuesta a vivir con alguien que ama a otra mujer?"

Esas palabras se clavaron en mi corazón como si fueran un cuchillo afilado. Al mirar a Caroline, me sentí triste y el dolor, agudo e indescriptible, casi me corta la respiración.

Yo siempre había tenido claro que Herbert no me quería.

Sin embargo, ahora que Caroline lo había dicho con su propia boca, era como si lo estuviera confirmando.

Me sentí avergonzada y adolorida.

Siempre había tenido la habilidad de responder a las preguntas, sean buenas o malas y vinieran de quién vinieran. No obstante, en ese momento, ni siquiera sabía cómo refutar todo lo que Caroline me había dicho.

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