Bella
"Parece que tu exnovia no te contó que vino a buscarme". Dije.
"¿Caroline vino a buscarte?" Herbert preguntó. Se veía un poco sorprendido. Caminó hasta donde yo estaba y me cogió la muñeca.
"¡No me toques!" Exclamé, intentando zafarme.
Sin embargo, estaba sosteniendo mi muñeca con fuerza, pero no tan fuerte como ayer. Mi muñeca todavía estaba un poco adolorida.
De repente, Herbert empezó a reírse a carcajadas.
"¿De qué te ríes?" Pregunté, confundida. Hace unos minutos, él me estaba regañando, ¿y ahora se estaba riendo?
"Entonces estás celosa". Herbert dijo mirándome fijamente.
"¿Qué? ¿De qué estás hablando?" Pregunté. "¿Quién está celosa?" Por alguna razón, sus palabras me hicieron entrar en pánico un poco.
Me había apresurado a negarlo, pero en ese momento no me atrevía a mirarlo a los ojos por temor a que se dé cuenta que estaba en lo correcto. Estos últimos días había reaccionado de la manera que lo hice por celos, ya que aparte de ser la esposa legal de Herbert, no era nada más.
¿Qué derecho tenía yo de estar celosa? Al fin y al cabo, la persona a la que Herbert realmente amaba no era yo.
Aun así, su actitud había cambiado repentinamente. Sonrió y me pellizcó la barbilla. A comparación de ayer, sus movimientos eran gentiles y su mirada era tierna.
Levantó mi cara y me obligó a mirarlo a los ojos.
"¿Te gusto?" Me preguntó. Había una pizca de certeza en su rostro.
Al oír esto, aparté su brazo de mi rostro de inmediato y me volteé para ir hasta el sofá. "¿Cómo puedes gustarme?" Pregunté, negándolo de inmediato. "Deja de bromear".
"Bella, no puedes mentirme". Herbert dijo, caminando hacia donde yo estaba.
Podía sentir su aliento justo encima de mi cabeza.
Antes de que pudiera reaccionar, él ya estaba parado detrás de mí.
"Solo eres el padre de mi bebé", respondí. Tenerlo tan cerca hizo que mi corazón empezara a latir muy rápido y, pese a que su aliento en mi nuca me envolvió por completo, todavía no estaba dispuesta a admitir que me había enamorado de él.
No quería confesarle mis sentimientos bajo estas circunstancias.
"¿Eso es todo lo que soy para ti?" Herbert preguntó, me sostuvo el hombro, en el mismo lugar en el que ayer me había agarrado con fuera. No obstante, ahora su toque estaba lleno de ternuna. Con un movimiento rápido, hizo que me voltee para estar cara a cara con él.
Me estaba obligando a verlo a los ojos una vez más. En ese momento, me estaba mirando fijamente y lo único que pude ver en el reflejo de sus ojos era yo.
¿Por qué me preguntó eso? ¿Por qué me estaba obligando a admitir que me había enamorado de él? ¿Acaso yo le gustaba, aunque sea un poco?
Cuanto más lo pensaba, más me negaba a aceptar que lo que había dicho era cierto.
¿Cómo podía gustarle?
Eso era imposible. Él amaba a Caroline y no la había olvidado durante todos estos años. ¿Cómo podía enamorarse de mí en tan poco tiempo? Tal vez todo lo que sentía por mí era pena.
Sin embargo, al verlo a lo ojos, pude ver una emoción ardiente.
Ya había estado enamorada antes así que sabía lo que esa mirada significaba.
Aun así, no estaba segura si era cierto.
Estaba confundida y no sabía qué hacer. ¿Debía admitir mis sentimientos por él y competir con Caroline para ver quién se quedaba con él al final? ¿O debía ocultar mis sentimientos e irme, para que, en el futuro, él ya no tenga nada que ver conmigo?
De pronto, sonó el timbre y Miranda fue a ver quién era.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: Novia del Señor Millonario