Resumo de Capítulo 93 – Uma virada em Novia del Señor Millonario de Internet
Capítulo 93 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de Novia del Señor Millonario, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura amor después del matrimonio, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
Herbert:
—¿Te interesa Bella? Pero sí está casada y tiene un hijo, lo mejor será que mantengas tu distancia y no la molestes —dijo Klein con un ademán de la mano.
¿Qué Bella estaba casada y encima había dado a luz en estos seis meses? Me quedé atónito al escucharlo, pero traté de controlar mi expresión.
—¡Obviamente que no estoy interesado en una mujer así, mis gustos no son tan malos! —respondí, enojado y me fui.
Llegué al carro, echando humo y mientras me subía, le grité a Connor que manejara.
—¿A dónde vamos, señor?
—¡A cualquier lugar!
Me había enojado terriblemente al escuchar lo de Bella. No podía creer que, en menos de seis meses, se hubiera conseguido a alguien y encima hubiera tenido un hijo. ¡Esa mujer era sorprendente! Fugazmente pasó la imagen de Bella y Hank en mi mente, y apreté los puños con furia.
Luego de unos minutos de viaje en silencio, Connor se estacionó frente a una casa y se volteó a verme.
—Señor Wharton, ¿por qué no se baja y pasea un poco?
Extrañado, miré a través de la ventana y me di cuenta de que habíamos llegado a la casa del niño. Inmediatamente, me sentí mucho mejor y traté de quitar el ceño fruncido de mi rostro. No quería que ese pequeño ángel me tuviera miedo. Respiré hondamente y salí del carro.
Bella:
Después de saber que Herbert estaba cerca, me escondí por el resto de la mañana en la oficina. Realmente no podía arriesgarme a perder este trabajo, así que recé porque no volviera a venir. Afortunadamente, el resto del mes pasó sin ningún imprevisto. Herbert no volvió a aparecer, incluso cuando el bufete firmó un contrato con el Grupo Wharton.
Aunque esto era lo normal, no pude evitarme sentirme ligeramente decepcionada por su ausencia. ¿No era lo mejor que no lo volviera a ver nunca más en mi vida? No quería perder ni mi trabajo, ni la precaria paz que había conseguido. Sin embargo, ¿significa esto que realmente me había superado? Me reí amargamente. Herbert nunca me había amado, por supuesto que no había nada que superar.
Ese día que me había besado seguramente solo había sido por su orgullo herido. No creo que fuera alguien importante en su vida. Quién sabe y quizás ya estaba felizmente casado con Caroline, no lo sabía porque no me había atrevido a preguntárselo a Joey.
Sentí un terrible peso en el corazón cuando pensé en ellos. Por un lado, mi lado racional me decía que no debía entristecerme por Herbert, nosotros ya no éramos nada. Sin embargo, mi lado emocional no podía dejarlo ir tan fácilmente. Todavía lo quería, y me hacía muy infeliz pensar que me había olvidado o se había conseguido a otra mujer.
Ah, Bella, ya deja de pensar en tonterías. ¿Cuánto esfuerzo nos costó llegar hasta aquí? Finalmente hemos comenzado a tener una vida normal de nuevo, no podemos perder el tiempo recordando al pasado. ¡Tienes que espabilarte! Luego de ello, fui al baño a refrescarme la cara y continué trabajando un poco más tranquila.
Esa noche me sorprendió la lluvia cuando me acerqué a la entrada del edificio. Me había quedado trabajando un hora más porque era fin de mes y no había traído un paraguas. Mientras trataba de pensar en un plan, un auto negro se estacionó afuera de las puertas. La ventana del conductor se bajó y el sonriente rostro de Klein apareció detrás de ella.
—Sube, te llevaré a tu casa.
—¡Gracias! —le respondí y salí corriendo con una mano sobre mi cabeza para no mojarme. Con este clima, hubiera sido muy difícil conseguir un taxi.
—Mi casa está a unas tres cuadras de aquí. Me puede dejar en la intersección —le dije mientras me acomodaba a su costado.
—Claro.
En la parada de un semáforo, Klein comenzó a estornudar.
—¿Está resfriado, señor? —le pregunté con el ceño fruncido.
—Sí, un poco.
—¿Quién es el hombre que te acaba de dejar? —me devolvió en su lugar.
—Te quedarás bizca de tanto mirar, ¿sabes? —le dije con los ojos en blanco.
—¡No me culpes! Esta ventana da a la calle y pude verlo todito desde ahí. Pero eso no es lo más importante, Bella, creo que le interesas. Se quedó como un buen minuto viéndote después de que te bajaste —me respondió mientras se cambiaba los zapatos.
—¿Qué cosas dices, Joey? ¡Ese es mi jefe! ¡Me trajo por el clima, sino hubiera tenido que caminar bajo la lluvia! —le dije mientras le quitaba las bolsas y me fui a la cocina.
—¿Y qué importa si es tu jefe? No sería la primera vez que te sales con uno —me insistió, caminando detrás de mí. Las bolsas se me cayeron al piso y mi rostro empalideció rápidamente.
—Lo siento, Bella, no debí haber dicho eso.
—No te preocupes, mi jefe es el abogado más exitoso de esta generación, y además es super guapo, ¿cómo se va a fijar en mí? —le respondí mientras recogía las cosas.
—Bueno, pero tú eres muy bonita, Bella. Solo digo que no me sorprendería —murmuró ella y se puso a lavar los vegetales. Suspiré y cambié el tema porque no quería discutir con ella. Terminamos de cocinar y nos pusimos a comer mientras platicábamos de cualquier cosa.
A las nueve, la lluvia no había menguado para nada, así que Joey decidió quedarse a dormir.
—¿Dónde está mi teléfono? —me dije a mí misma, mientras comenzaba a buscar en mi bolso—. Ay, no, creo que lo perdí.
—Ahora que lo mencionas, no lo he visto en toda la noche —estuvo de acuerdo Joey.
—¡Ay, no! Creo que lo deje en el carro de mi jefe —grité con sorpresa, recordando claramente que la última vez que lo había usado había sido ahí.
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