Novia del Señor Millonario romance Capítulo 95

Resumo de Capítulo 95: Novia del Señor Millonario

Resumo de Capítulo 95 – Capítulo essencial de Novia del Señor Millonario por Internet

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Bella:

El rostro de Klein estaba muy cerca del mío.

—La sábana se había caído, te la puse de nuevo.

—Oh, gracias —respondí y me puse un mechón de cabello detrás de la oreja. Me sentía un poco cohibida porque solo tenía una camisa encima.

Aunque me alegraba verlo despierto y lúcido, ayer había estado ardiendo de fiebre. Una expresión que no pude reconocer pasó por su rostro y se paró rápidamente mientras se agarraba el cabello.

—En realidad, yo debería ser quien te agradezca. Si no hubieras venido y no me hubieras dado esa medicina, ¡estoy seguro de que estaría mucho peor hoy!

Le sonreí e hice el amago de levantarme, pero luego recordé mi vestimenta y me detuvo. La camisa con las justas me cubría mi trasero y mis piernas estaban a la vista. No podía, por ningún motivo, dejar que mi jefe me viera así. Klein pareció darse cuenta y también se volteó hacia el costado.

—Lo siento, mi ropa estaba mojada, así que tuve que usar una de tus camisas —le expliqué con nerviosismo. ¿Por qué me ponía tan inquieta? Era totalmente plausible que tuviera que cambiarme de ropa.

—Sí, no te preocupes, vi tu ropa en el secador, pero todavía están un poco húmedas. ¡Espera un momento! —me dijo y se fue al baño, sin embargo, se paró en el camino y se volteó a verme—. ¿Por cierto, ya desayunaste? ¿Tienes hambre? Puedo ir a comprar algo si quisieras. Mi sirvienta tiene el día libre y no sé cocinar nada.

—No es necesario, todavía estás enfermo, no puedes salir —le respondí y luego decidí que yo cocinaría—. ¿Por qué no hago el desayuno yo?

—Muy bien, muchas gracias, en serio —dijo y entró al baño. Ni bien lo perdí de la vista, dejé mis hombros caer. Me fijé que ya eran las siete y media, así que me levanté.

—¡Iré a la cocina a preparar el desayuno! —grité en voz alta para que me escuchara. En el baño, podía escuchar el sonido de la secadora a toda potencia.

Hice dos huevos fritos lo más rápido que pude, calenté un poco de leche y preparé dos emparedados. Estaba a punto de gritarle a Klein que la comida ya estaba lista cuando el timbre de la puerta sonó.

Klein no apareció, absorto mientras secaba mi ropa, así que me acerqué a la puerta. La abrí con una sonrisa que inmediatamente se me borró porque Herbert estaba en frente a mí.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté con sorpresa. No podía creer que me lo tuviera que encontrar en estas condiciones. El rostro de Herbert se desencajó totalmente.

—¿Qué haces tú aquí más bien? ¿Qué no puedo visitar a mi primo? Lo siento por arruinar este momento para ustedes —me respondió sarcásticamente y me fulminó con la mirada.

Después de eso, arrojó en el sofá la bolsa que traía en las mano y se fue cerrando la puerta de golpe.

—¿Qué le pasa a este loco? —se preguntó a sí mismo Klein y se quedó mirando la puerta.

—¿Son primos?

Klein asintió para confirmármelo, y agarró la bolsa que había dejado Herbert. Estaba llena de pastillas para la fiebre y resfrío.

—Después de dejarte en tu casa, Herbert me llamó y nos fuimos a tomar algo. Cómo me puse mal, terminamos temprano y me regresé a la casa. Parece ser que se preocupó y vino a dejarme medicina, pero no esperaba encontrarse contigo. Ah, seguro se hizo una idea equivocada.

—¿Se lo vas a explicar?

—Sí, lo haré la siguiente vez que lo vea. Está un poco sensible porque recientemente terminó con alguien y no la está pasando bien —me explicó mientras negaba con la cabeza.

Al escucharlo, me quedé paralizada. ¿Klein estaba hablando de Caroline o de mí?

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