Nuestro Final de Amor romance Capítulo 21

—Diego, recuerdo que te enseñé que debes ser educado y no mentir a los demás, pero para ver a Carmen me mentiste tantas veces. Solo porque ella te daba golosinas que yo no te permitía y juguetes que yo no aprobaba, decidiste protegerla en el accidente y mentirme para poder verla.

María pensaba que no se enojaría, pero al ver a Diego de nuevo, sintió una chispa de ira.

Ella había tenido grandes esperanzas para este niño que había luchado tanto por traer al mundo, por eso lo llamó Diego.

Esperaba que heredara sus mejores cualidades y que siempre fuera confiable.

María recordaba que nunca le había enseñado a mentir, pero bajo la influencia de Alejandro, Diego le había mentido una y otra vez.

—Te di una oportunidad. Cuando empezaste a ir con tu padre a ver a Carmen a escondidas, te pregunté a dónde ibas realmente y te confirmé repetidamente si realmente querías ir al lugar que decías y no a la villa de Carmen, ¿pero cómo respondiste?

Cuando Alejandro fue infiel, María se consolaba pensando que al menos tenía un hijo.

Por eso volcó todo su amor en Diego, pensando que cuando creciera, ella se divorciaría de Alejandro.

Pero el Diego al que ella amaba con todo su corazón todavía no la amaba a ella.

—No te dejaba comer dulces porque tienes un estómago débil y los dulces podrían causarte desde diarrea hasta una visita al hospital. Cada vez que íbamos al médico, él te recordaba innumerables veces, ¿realmente escuchabas? Y sobre los juguetes, no es que no te dejara jugar, es que algunos juguetes tienen bacterias que podrían hacerte alérgico y terminar en el hospital. Los juguetes que yo te daba estaban desinfectados. Los juguetes que Carmen te daba eran de baja calidad y ni siquiera estaban desinfectados. Es un milagro que hayas sobrevivido hasta ahora.

La voz de María llevaba un tono irónico al final.

Después de un año de separación, Diego ya sabía que había cometido un error. Al escuchar las reprimendas de María, solo bajó la cabeza y dejó caer las lágrimas en silencio.

Si esto hubiera sucedido antes, María lo habría abrazado con ternura, consolándolo suavemente.

Pero ahora, ella simplemente lo observaba con indiferencia.

En la tranquila habitación del hospital, su teléfono de repente sonó.

Al presionar el botón de aceptar, la voz de Isabel se escuchó al otro lado, con un tono algo quejoso.

—Mamá, dijiste que volverían pronto con papá, ¿por qué no están aquí cuando desperté? Tengo miedo...

A diferencia de la indiferencia que mostró con Diego, al escuchar la llamada de Isabel, María mostró una expresión llena de ternura.

—Tranquila, Isabel, tienes a la niñera contigo. Ahora duerme bien, cuando despiertes de nuevo, mamá y papá ya habremos vuelto, ¿de acuerdo?

Antes de que pudiera terminar, Diego, que estaba en la cama, levantó la cabeza y gritó hacia el teléfono.

—¿Quién eres? ¡No puedes llamarla mamá!

Ese grito no solo sorprendió a María, sino que también asustó a Isabel al otro lado de la línea.

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