Nuestro Final de Amor romance Capítulo 23

Quizás la conversación que María tuvo en el hospital tuvo su efecto.

Alejandro y su hijo ya no volvieron a buscarla, y María tampoco tenía tiempo para preocuparse por ellos.

Ahora, lo que más le importaba era su boda con Javier.

Frente a la única oportunidad en la vida de celebrar un matrimonio, María puso todo su corazón en ello.

Los diseñadores de bodas más famosos de París fueron invitados a Casa Fernández para crear un vestido exclusivo para ella.

Desde el estilo del vestido hasta los materiales.

Más de diez diseñadores pasaron toda una tarde discutiendo para determinar el diseño.

Viendo cómo ella bostezaba, Javier le frotó la cintura.

—¿Estás cansada?

María sonrió.

—Es un poco cansado.

Aunque la organización de la boda era agotadora, su felicidad era evidente.

Después de todo, durante todo el proceso, tenía a dos personas que la amaban acompañándola.

El domingo, los dos fueron a la tienda con Isabel para encargar los anillos de boda.

Y también le encargaron una pulsera a Isabel como regalo de bodas.

Debido al buen clima, no tomaron el carro, sino que caminaron hasta el centro.

Al principio, los tres charlaban y reían, pero de repente, la sonrisa de María se desvaneció.

Siguiendo su mirada, Javier vio a Alejandro y Diego al otro lado de la calle.

Debido al buen tiempo, Alejandro había seguido las recomendaciones del médico y había sacado a Diego a tomar el sol.

Quizás la belleza del paisaje urbano les hizo caminar más y alejarse.

Así fue como se encontraron de frente con María, que también paseaba con su hija.

—Mari...

—Mamá...

Alejandro y Diego la miraban con ternura, con un tono cargado de culpa.

María ni siquiera los miró, y comenzó a caminar hacia adelante.

Pero en ese momento, ocurrió algo inesperado.

Un carro descontrolado apareció de repente, dirigiéndose directamente hacia ellos.

Originalmente iba a chocar contra ella, pero no se sabe por qué, de repente cambió de dirección y fue directo hacia detrás de ella.

¡El niño!

María reaccionó al instante, girando y empujando a Javier e Isabel.

—¡Cuidado!

Los tres cayeron al suelo por el empujón. Desde el otro lado, Alejandro y Diego miraban, impotentes, como María los dejaba atrás y se dirigía directamente hacia la familia de padre e hija.

A pesar de que Javier se dio cuenta a tiempo y logró esquivar el carro descontrolado, resultó herido con algunos rasguños.

Por otro lado, María, arrodillada en el suelo, revisaba con urgencia todo el cuerpo de Isabel, asegurándose de que no estuviera herida. Solo después de eso, miró a Javier.

—¿Estás bien?

Javier negó con la cabeza, levantó a Isabel en sus brazos y, con la otra mano, ayudó a María a levantarse.

También la revisó por si acaso.

—¿Estás bien?

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