En cuanto Carlos habló, se pudo oír a los invitados que respiraban hondo. Todos estaban conmocionados y a la vez sus miradas se posaban en Tania y, luego, en Sonia. «El especialista ha confirmado que el video es original, así que Carlos está diciendo la verdad...» A Tobías también lo tomó por sorpresa, miró a la mujer que estaba de pie frente a él, luego sus ojos se ensombrecieron y preguntó:
-Sonia, ¿por qué no me lo dijiste?
-¿Me habría creído si se lo hubiera dicho? -replicó ella en un tono algo sarcástico—. Presidente Furtado, estuvimos casados durante seis años, pero puedo contar con una mano las veces que conversamos cada día. Solo ve a la señorita García y a nadie más.
Sonia solía ir al hospital a diario a cuidar de Tania; ella sabía cómo había iniciado su matrimonio con Tobías y sabía a quién él quería de verdad, así que quería utilizar la excusa de cuidar a Tania para que él la conociera mejor; no obstante, en los últimos seis años, lo único que obtuvo de él fue indiferencia. Al escuchar eso, Tobías volvió a observar a Sonia, quien tenía labios rojos y llevaba un vestido negro, y a la vez transmitía una actitud ligeramente apática. Se dio cuenta de que esa versión de ella y la mujer virtuosa que solía esperarlo en la casa parecían dos personas diferentes. Entonces recordó que antes de que se divorciaran, él y Sonia apenas hablaban; nunca le preguntaba por su día o por sus amigos. «Parece que nunca llegué a conocerla de verdad...».
Ambos solo intercambiaron un par de comentarios y luego Tobías no dijo más nada. A su lado, Tania se dio cuenta de que el corazón del hombre se había ablandado y parecía querer defender a Sonia. Tania recorrió con la mirada a los invitados rápidamente, luego apretó los dientes con ferocidad y dio un paso adelante antes de inclinarse ante Sonia.
-Señorita Reyes, no esperaba que, durante todos estos años, hubiera ido de forma constante al hospital a donar sangre para mí, ha sido tan amable conmigo... —Tania se atragantó, sus ojos de a poco se volvieron rojos mientras se inclinaba ante Sonia una vez más—. Lo siento... — Cuando levantó la vista, lanzó una mirada significativa a la multitud y luego continuó disculpándose con ella-:
Lamento lo del video, mi padre me quiere demasiado y se cometió un error durante la investigación que nos hizo pensar que fue usted quien chocó conmigo.
-Señorita García, no tienes que ser tan cortés, soy dos meses menor que usted. —Sonia no agradeció su disculpa e incluso miro con serenidad a Tobías.
Resultó que el padre de Tania fue quien filtró el video; al principio, Sonia pensó que Tobías era el que la atacaba de esa manera cruel. Tania bajó la cabeza y frunció sus labios rojo pálido. Enseguida, vio el joyero que el sirviente había llevado; tras recogerlo, se lo entregó a Sonia.
-Señorita Reyes, gracias por cuidar de mí durante los últimos años. Este es un regalo que me hizo mi padre la última vez; ahora se lo doy como regalo de agradecimiento.
Al abrir el joyero, una corona incrustada de diamantes sobre el terciopelo negro brilló bajo la luz.
—¿A-acaso esta es la corona que la princesa Liliana llevó durante su boda?
—¡El presidente García realmente consiente a su hija!
Entre los invitados, los que eran aficionados a las joyas reconocieron la corona y todos exclamaron que, aunque era incomparable con la del Corazón del Océano, era muy lujosa y se lamentaron de lo mucho que ladeo quería a su hija. Cuando este vio la corona, su expresión cambió, pero sabía por qué su hija le regalaba esa joya a Sonia. Al dar un paso al frente con una expresión apática, le dijo a ella en un tono bastante agradable:
—Con respecto al video, la acusé erróneamente, señorita Reyes. Gracias por cuidar de mi hija; por favor, acepte esta pieza.
Sonia se puso de pie con las piernas un poco separadas y echó un vistazo a la corona repleta de diamantes, pero no mostró ninguna intención de tomarla de las manos de lanía.
-Cuando la princesa Liliana se casó, pidió a un diseñador de Van Cleef & Arpéis que la diseñara. Hace muchos años, mi padre lo consiguió en la casa de subastas Sotheby's por sesenta millones...-señaló lanía al ver que no la aceptaba y al continuar, bajó su voz-. También es mi joya favorita. De verdad quiero agradecerle, señorita Reyes, por eso se la regalo.
Los invitados pudieron escuchar lo mal que se sentía Tañía y pudieron ver que la otra no aceptaba la joya; su postura era arrogante, como si estuviera librando una guerra.
—Sonia, no seas irracional. La señorita García ya se ha disculpado.
—Es cierto. El señor García solo quería proteger a su hija y por eso cometió un error tan descuidado, ¿y no se ha disculpado contigo?
-La señorita García te está dando sus joyas preciosas como regalo de agradecimiento y, sin embargo, no las aceptas. ¿Qué más quieres?
Agradecerme con esta corona no es suficiente, ¿verdad? — Sonia miró a Tobías y luego preguntó con una sonrisa-: Presidente Furtado, ¿qué le parece?
Después de pasar su mirada por su rostro brillante, él preguntó con voz grave:
—¿Qué más quieres?
-Quiero lo que tienes en la mano, el Corazón del Océano. —Ella señaló el joyero que tenía en la mano, con un aspecto completamente serio.
-No. -La interrumpió Tañía y de forma abatida y agraviada dijo-: Señorita Reyes, sé que está molesta conmigo por el video; puede quedarse con las joyas de mi colección, pero no con el Corazón del Océano. Este es el collar con el que Tobías me propuso matrimonio...
Los invitados también estaban enfadados y descontentos.
-¡Así es! Sonia, te estás pasando la raya. La señorita García te regala una corona tan costosa, ¡y aun así quieres el Corazón del Océano!
—¿Está insatisfecha porque el presidente Furtado se divorció de usted, así que se está vengando deliberadamente de él?
Mientras hacía oídos sordos a los insultos que le dedicaban, Sonia miró a Tobías.
-Presidente Furtado, ¿acaso no quiere mucho a Tañía? Señorita García, usted es quien quiere agradecerme, ¿por qué se niega a darme el regalo de agradecimiento?

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: obsesionado con mi ex-esposa