-Aunque, no es solo el olor lo que cambia en ellas. – Continuó Edson sentándose en las raíces de un árbol. Dio un par de palmaditas a su lado y yo lo seguí. – Su comportamiento también cambia para que puedan guiar a un montón de lobas, en diferentes etapas de sociopatía, narcicismo y violencia, sin morir. Claro está que lo único que se mantiene intacto dentro de la humana es lo que hay aquí. – Dijo estirando la mano para ponerla sobre mi corazón. – Esto es la principal razón por la que Nuestra Gran Madre mueve los hilos del destino: Siempre buscará el bienestar y la felicidad de la manada.
Yo sostuve la mano de Edson en mi corazón.
-¿Me estás diciendo que soy… la Luna de algún Alfa? – Pregunté suavemente.
-Lo eres. – Dijo convencido. – Tienes todas las cualidades de una y, por increíble que parezca, además de olerlo podemos sentirlo. Sobre todo los cachorros.
Yo parpadeé y él soltó una alegre carcajada quitando la tensión del momento. Quitó su mano y se giró ligeramente de forma en que pudiéramos hablar de frente.
-¿Sabes cuáles son las funciones de una Luna?
Yo lo pensé por un segundo. La única que conocía era Clarissa, y por lo que yo había visto, ella no hacía más que estar en la Casa de la Manada detrás de Bastian para exigirle atención o de compras para decorar el lugar.
-No. – Dije lentamente. – No estoy segura, pero algo me dice que mi única referencia no hacía lo que se suponía debía hacer.
Edson negó con la cabeza.
-He oído hablar de ella. Bien, no la tomes en cuenta. – Dijo tomando mi mano y comenzando a hacer patrones al azar con sus dedos. – Existen funciones duales para el Alfa y la Luna. Si el Alfa es el guía de su manada, la Luna es su protectora; allá donde el Alfa construye una manada, la Luna se encarga de mantenerla unida y segura.
-Se oye como una super loba. – Dije suavemente.
-La Luna que escoge Nuestra Gran Madre siempre es extraordinaria, si. – Dijo Edson soltando mi mano y mirando al cielo. – Es un papel fundamental en nuestra manada ya que es lo más cerca que estamos actualmente de interactuar con Nuestra Gran Madre. Cada Luna escogida por ella lleva un trozo de su esencia, nos trae una sensación de seguridad.
Me quedé callada. En el hipotético caso de que yo fuera una Luna (Yo estaba en negación, obviamente), eso explicaría un montón de cosas.
-¿Tienes alguna pregunta? – Dijo después de un muy largo rato.
-Se me acaban de ocurrir un par. – Dije estrechando los ojos. - ¿Lo supiste al verme?
-No con seguridad. – Dijo con una sonrisa inocente. – Me hacías sentir extraño y tenías un olor peculiar, pero estuve seguro después de que estuviste aquí un par de días.
-¿Es por eso que me ayudaste a conseguir trabajo en tu manada? – Pregunté curiosa.
-No. Te lo dije cuando nos conocimos, me sentía en deuda porque a pesar de ser solo una humana, habías salvado la vida de un miembro de mi familia.
-¿Lo sabe tu Alfa? – Pregunté de repente.
-Le informé de mis sospechas y él mismo lo confirmó cuando hiciste el Lamento de la Luna.
-¿Quiero saber qué es el Lamento de la Luna?
-Creo que es suficiente información para tu actual estado de negación. – Dijo levantándose y extendiendo su mano. – Vamos, tenemos que darle un informe al Alfa.
-No estoy en negación. – Dije con un puchero pero tomando su mano. – Bueno, entonces solo dime una cosa más.
-¿Qué es?
-¿A qué huelo?
-Como a la m****a cara que compras utilizando mi tarjeta, ¿Crees que no me había dado cuenta? – Preguntó incrédulo antes de bufar y comenzar a caminar.
-Si te refieres a las sales aromáticas para el baño de burbujas, esa fue Amanda. – Dije a su espalda.
-¿Amanda sabe la dirección exacta de nuestro lugar para hacer un pedido?
M****a, me atrapó.
-Es una niña muy inteligente.
Edson suspiró y negó con la cabeza.
-Hueles agradable, Rose. No te preocupes.
No lo hacía, pero el bastardo explotador ya había implantado la idea en mi cabeza. Solo por eso, ordenaría otro lote.
Veinte minutos después entrábamos a la oficina del Alfa y yo chillé de alegría.
-Mi Beta dijo que lo estabas buscando. – Dijo señalando su escritorio. – Nuestro maestro artesano local tuvo que repararlo un poco después del ataque. Es de muy buena calidad, me pidió que te pasaras por su taller cuando tengas oportunidad.
-Gracias Alfa. – Dije sosteniendo mi bastón con cariño. Se veía mucho mejor que a la última vez que lo vi, quizá por la nueva y brillante capa de barniz que le acababan de poner.
-¿Qué tienes para mí, Edson? – Preguntó el Alfa Noa mientras yo daba un par de estocadas rápidas para probar mi arma.
-He marcado en el mapa los posibles lugares para esconder una veintena de cámaras- Dijo sacando el mapa de sus pantalones. – No hay actividad en el bosque, nuestra manada mantiene sus distancias.
-Bien. – Dijo tomando el mapa y comenzando a darle una hojeada superficial. - ¿Qué opinas, Rose?
-Es muy bonito. Incluso lo lijaron para que no se viera dispareja la parte que astillé para…
-Se refiere a los sitios que marqué en el mapa. – Dijo Edson divertido.
-Ah. Bueno, sí, esos también son bonitos. – Mis mejillas comenzaban a ponerse calientes. – Quiero decir, hay algunos huecos dentro de los árboles que serían muy difíciles de percibir si no se sabe que están ahí.
-De acuerdo. ¿Crees que esta medida sea suficiente para estar preparados en caso de una nueva invasión?
Sabía gracias a Edson que de hecho la invasión había comenzado desde el sector 7. Pensaban que el objetivo era el Alfa hasta que pasaron de largo la Casa de la manada en donde se encontraba él.
-No, Alfa. – Dije contundente. – Algunas cámaras no evitarán que lobos decididos lleguen hasta los civiles.
-¿Qué sugieres? – Preguntó mirándome sin emociones.
¿Por qué m****a me preguntaba a mí?
-Con todo respeto Alfa, no soy experta en tácticas de guerra. Ese sería el campo de su Beta.
-Sé que no lo eres, solo quiero saber tu opinión.
-Haga una reunión de manada. – Dije suavemente. – En esta ocasión no se perdieron incontables vidas pero el escenario pudo haber sido diferente. Sugiero que haga simulacros de qué es lo que deben hacer los civiles en caso de emergencia. Invente señales que todos puedan hacer para indicar que se encuentran en peligro; no permita que mueran solo por estar desinformados. Yo… yo pondría más atención a que la manada pueda evacuar segura que a proteger el territorio.
-¿Por qué? – Preguntó el Alfa.
-Porque una casa se puede volver a construir, las posesiones se pueden volver a conseguir, un territorio se puede mover, pero nadie puede regresarle la vida de los miembros de su manada.
Hubo silencio por largos y tensos segundos en los que pensé que estaba en problemas por hablar tan francamente con mi jefe.
-Hablas con una sabiduría mayor a tu edad. – Dijo pensativamente antes de girar su atención a Edson.- Tú y Rose tienen el resto del día libre; comiencen a planear estrategias y rutas de evacuación.
Parpadeé.
-¿Yo?
-Si, tú y Edson. – Dijo el Alfa abriendo un cajón de su escritorio y sacando un sobre antes de extenderlo a mí. – Aquí tienes.
Lo recibí curiosa y lo abrí ante los gestos del Alfa Noa.
-¿Qué es esto? – Pregunté al sacar algunos billetes de cien dólares.
-Todos los padres de la escuela estuvieron de acuerdo en que se te diera un bono por proteger a sus hijos y a la manada cuando no tenías por qué hacerlo. – Dijo Edson con una sonrisa tierna. – Es por eso que la manada no ha dejado de alimentarnos.
-Bueno, con las pequeñas delicias que nos dan es más que suficiente. – Dije conmovida regresando el dinero al sobre. – Tenga, esto puede usarlo para comprar un par de cámaras extra para vigilar el perímetro.
-¿Estás segura? – Dijo el Alfa aceptando de vuelta el sobre. – Tengo entendido que necesitas el dinero.
-Lo estoy. Me acabo de enterar que nueve lobas trabajan muy duro y que quizá pronto ya no tenga deudas. – Dije con una sonrisa brillante.
-Ah ese pequeño asunto. - Dijo abriendo otro cajón y sacando algunos papeles que me entregó. – Se lo quise entregar al Alfa Chase, pero me pidió que te lo diera a ti.
Ahí sobre el papel estaban filas y filas perfectamente ordenadas sobre los trabajos que habían realizado las nueve lobas con las que tuve un pequeño encuentro hace unos meses. Horarios, la paga, estadísticas sobre la efectividad… estaba muy bien organizado.
Entre los trabajos que más pagaron se encontraba el aseo de los baños comunales de la manada, la recolección de basura y la limpieza de las calles. Con curiosidad fui a la última hoja y casi me caigo de espaldas.
-Soy libre. – Dije con un susurro incrédulo.
Ahí, en letras rojas se encontraba acumulada la bonita cantidad de ochocientos mil dólares. Si lo juntaba con un poco de mis ahorros, todavía me quedaría dinero. Quizá debería comenzar a hacer los arreglos que hacen falta en casa de Lucía… en nuestra casa.
-¿Eso quiere decir que tú invitarás la comida? -Preguntó Edson acercándose para leer sobre mi hombro.
-Eso quiere decir que vas a dejar de tratarme como esclava. – Dije frunciendo el ceño hacia él. – Se acabó el llevar a los cachorros hasta sus casas sin previo aviso. Se acabó el investigar tus sectores del bosque, se acabó el hacer tu papeleo para que tú te puedas ir a casa a dormir y se acabó cubrir tus turnos de madrugada.
-¿Eso hacías? – Preguntó el Alfa mirando a su Beta. Yo asentí con un puchero mientras susurraba que era un bastardo explotador. – Y yo que pensaba que te estabas volviendo mejor en tu trabajo, Edson. Rose, ¿Podrías darnos un par de minutos?
-Por supuesto Alfa, gracias Alfa. – Dije feliz dando algunos pequeños brinquitos al salir.
Lo último que vi fue a Edson con ojos de venado atrapado por los faros de un automóvil.
Salí de la Casa de la Manada cuando comenzaron los gritos.
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