Bastián (Hace unos días).
-Bastian…
-No me digas, ¿Otra familia solicita su expulsión de la manada? – Dije sintiéndome muy homicida en este momento.
-De hecho son tres. – Dijo Rowan con expresión seria. – Además, el Alfa Luca ha solicitado tu presencia.
-¿Te dijo el motivo? – Dije con un gruñido.
- Extraña a su hija, a su nieto y quiere preguntarte en persona por qué m****a no le has dado el pago del mes.
Jodidamente perfecto; el bastardo sabía que mi manada no estaba en condiciones de pagarle en estos momentos y seguramente quería aprovecharse de la situación.
Ahora, con respecto a su hija, no podía darme el lujo de que la viera en este momento. O en cualquier momento.
Poco después de enviar a Chase a una de las manadas más seguras del Continente bajo una excusa estúpida, tuve que encerrar a Clarissa antes de que le diera caza a mi pareja. Era una situación delicada ya que pensé que despidiendo a Rose y mandándola lejos, Clarissa no notaría el inequívoco olor de Luna que comenzaba a desprender.
Había estado ocupado con los negocios, la manada, los ataques, el Alfa Luca… en fin, mi atención había estado en todo menos en mi pareja a punto de cumplir la mayoría de edad.
Ese día, cuando por fin la tuve a centímetros de distancia, pude oler que a lo mucho tendría medio año antes de que mi lobo decidiera que ya había sido suficiente y la marcara como mía.
Y marcarla en un futuro cercano en la situación en la que mi manada se encontraba no sería una jugada inteligente.
Pensé que todo estaría bien, por desgracia atacaron a mi manada en mi usencia y cuando regresé para encargarme del asunto, el olor de Rose se encontraba por todo el jodido territorio.
Algo que, por supuesto, también notó Clarissa a su regreso. Su instinto de loba la volvió loca y comenzó a buscar casa por casa la fuente del aroma para retar a muerte a la loba que la naturaleza le indicaba que era mi verdadera compañera. Ya sabía que estaba obsesionada conmigo, pero fue demasiado lejos cuando no encontró la fuente del aroma y obligó a todas las mujeres y niñas a presentarse ante ella para jurarle lealtad a mis espaldas.
Como Luna, ella tenía esa autoridad sobre las hembras de la manada.
Menos mal que Rowan la descubrió y pude encargarme del asunto. No podía matarla por las estupideces territoriales que salían de sus labios debido a que la manada de su padre haría trizas a la mía, pero si podía contenerla.
Han pasado meses desde la última vez que la visité en su celda improvisada. Era Rowan quien me daba algunas actualizaciones sobre ella; en ningun reporte se había vuelto más cuerda.
Si la soltaba para ir a visitar al Alfa Luca, no creo que lleguemos a mitad de camino antes de que haga alguna estupidez como intentar salir por la ventana y buscar la fuente del aroma de nuevo.
Una loba celosa y con ambición era capaz de muchas cosas.
-Estamos muy jodidos, ¿No es cierto? – Dije dejando caer mi cabeza en el escritorio. Rowan ni siquiera tenía que responder algo tan obvio. - ¿Cómo están nuestras reservas de dinero después de las últimas reparaciones del ataque de esta semana?
-Quinientos mil dólares menos. – Dijo con expresión seria. – El Alfa Fred llamó más temprano en la mañana; nuestro grupo de exploradores llegó a un callejón sin salida.
-Bueno, no esperaba que Nuestra Gran Madre me sonriera en los próximos meses de todas formas. – Dije apretando mis ojos. – Estamos cerca, lo sé.
-Lo estamos, pero las familias de nuestra manada no lo ven así. – Dijo con cuidado. – Si seguimos con los constantes ataques, en un par de meses no tendremos una manada por la cual preocuparnos.
-Y eso es lo que quiere el maldito Alfa desconocido que perseguimos. – Dije contra la madera de mi escritorio.
Hacía unos meses el Alfa Fred había perseguido a un par de lobos y descubrió que la gran mayoría de los lobos que nos atacan son de hecho lobos sin manadas. Hemos tratado de descubrir quién demonios les paga y por qué habían tratado de llevarse a algunos miembros de mi manada sin éxito.
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