-Con eso terminamos por hoy. – Les dije a los cachorros más pequeños de entre mis tres grupos. - ¿Se divirtieron?
-¡Si, señorita Rose! – Dijeron a coro.
-Bien. – Dije satisfecha y luego recordé lo que pasó más temprano. – Bueno, entonces ¿Qué les parece si le dan un abrazo a su humana favorita?
Abrí los brazos y los cachorros chillaron emocionados. Pequeños suspiros me hicieron sonreír.
Los llevé a todos a sus hogares y di un pequeño desvío hacia el banco de la manada. No tenía sentido que siguiera postergando el no pagarle a Bastian; después de todo, para eso había estado trabajando. Le di un poco extra porque no quería deberle intereses o alguna m****a. Así que le terminé pagando la bonita cantidad de novecientos mil dólares.
Cuando estuvo hecho, le envié un corto mensaje a Rowan. Llevaba conmigo encima el papel en donde me había escrito su número telefónico y el número de cuenta de Bastian el día que su Alfa me había echado a patadas de la manada. En ese momento no pensaba que el día de mandar a la m****a al tipo estaría tan cerca, pero actualmente por alguna razón me dolía romper todo vínculo con él.
Quizá era porque también me quedaba poco tiempo de ver a Chase, no es como si su permanencia en esta manada fuera eterna.
Luego regresé a la casa de Edson. Ahí ya me esperaban mis tres lobos favoritos.
-¡Rose! – Gritó Chase al verme llegar y luego corrió en dirección contraria.
-Uh… hola a ti también. – Dije confundida cuando desapareció por el pasillo. - ¿Qué pulga le picó?
Edson y el señor Fred solo se encogieron de hombros y siguieron en el sillón muy atentos a cualquier cosa que estaban viendo/ escuchando.
-¿Ya comieron?
-No, estábamos esperando a que la humana se compadeciera de nosotros. – Dijo Edson abriendo una lata de cerveza. – Pero si no tienes ganas de cocinar, podemos ordenar algo.
-No tengo ganas de cocinar, pero sé que en mi ausencia solo le darás de comer a ese pobre cachorro cualquier cosa que salga de una lata. – Dije frunciendo el ceño.
Entonces el cachorro en cuestión volvió corriendo y se me abalanzó encima.
-Whoa. – Dije divertida.
-¡Feliz cumpleaños Rose! – Gritó mientras sacaba una pequeña y linda cajita de regalo.
Yo la tomé con manos temblorosas.
-Chase… no tenías que…
-Solo ábrelo, Rose. Estoy seguro de que te va a gustar. – Dijo saltando arriba y abajo.
Lo hice y me encontré con una fina cadena de oro. La saqué delicadamente y vi que debajo de ella había algunos dijes; el primero que saqué fue de un pequeño lobo dorado que se encontraba acostado.
-¡Ese soy yo! . – Dijo Chase señalando el dije. – Ese de ahí es el señor Fred. – Dijo señalando otro lobo que se encontraba aullando. – Ese que está sacando la lengua es Edson.
Miré divertida el dije. El lobo tenía una pequeña piedra rosa por lengua.
-¿Por qué está sacando la lengua?
-¿Por qué no? Si estaré en tu pecho, lo aprovecharé. – Dijo Edson guiñándome un ojo.
-Asco, pervertido. – Dije divertida.
Entonces saqué otro lobo que miraba hacia enfrente. Sus dos ojos eran pequeñas piedras de color ámbar.
-¿Quién…?
-Es papá. – Dijo Chase quitándole importancia y señalando el último dije. – Y esa eres tú.
Dejé a un lado el dije de un lobo que no sabía qué hacía ahí y me concentré en el mío. Era claramente una chica de pelo largo que usaba un vestido largo y una corona. Mis ojos eran dos obsidianas pequeñas.
-Es hermoso Chase, gracias. ¿Me ayudas a poner los dijes?
-¡Claro!
El primero que puso fue el mío, luego puso el suyo y el de Edson a su lado; del otro lado puso el de Bastian y el del señor Fred.
-Aquí, gírate para que te lo pueda poner. – Dijo Chase subiéndose al sillón para poder alcanzar.
-Deja que yo haga eso, cachorro. – Dijo Edson cuando vió que Chase luchaba con el broche del collar. – Listo.
Yo miré hacia abajo y sonreí.
-Son muy lindos, muchas gracias. ¿Esto es lo que fueron a hacer ustedes dos más temprano?
-¡Si! Al artesano le tomó un poco menos de tiempo del que nos había dicho. – Dijo con una amplia sonrisa Chase.
Entonces lo miré y se me ocurrió tardíamente algo.
-Chase… esto no es un regalo muy costoso, ¿Verdad?
Él se encogió de hombros.
-Define “costoso”. – Murmuró mirando hacia otro lado. – Oh, tengo hambre, ¿Ya comeremos?
-Solo acéptalo, Rose. – Dijo Edson riendo alegremente.- No fue muy costoso, te lo prometo.
Lo dejé pasar y me dirigí a la cocina para hacerles un poco de comida.
Cenamos en agradable silencio mientras veíamos algún partido deportivo humano en la televisión.
-Entonces, ¿Qué necesito empacar? – Pregunté al señor Fred cuando terminamos y comencé a recoger la mesa.
-Nada. Todo está listo.
-De acuerdo. – Dije lentamente. – Aun así me llevaré una muda de ropa.
Mientras estaba empacando Chase entró a la habitación y se sentó en la cama.
-¿Volverás?
-¿Por qué me siguen preguntando eso? – Dije escondiendo una sonrisa. – Por supuesto que volveré, tengo un trabajo… y un cachorro que me extrañaría.
-Mucho. – Dijo solemne. – Promete que volverás.
Yo suspiré y dirigí toda mi atención al chico.
-Sospecho que tú sabes a dónde me llevará el señor Fred. ¿Quieres compartir?
-No puedo. – Dijo frunciendo el ceño. – No es que no quiera decirte, es que no sé en dónde exactamente está el altar a Nuestra Gran Madre.
Yo parpadeé.
-De acuerdo. – Dije despacio. - ¿Y tú como sabes eso?
-Porque le pregunté. - Dijo mirándome etraño.
A la m****a. El señor Fred sería acribillado a preguntas en cuanto partiéramos.
-Promete que volverás. – Dijo el cachorro una vez más mirándome suplicante.
-Prometo que volveré, Chase. – Dije suavemente. No sabía por qué era tan importante para él, pero ¿Quién era yo para hacer entristecer al cachorro?
-Está bien. – Dijo tranquilo.
Luego gateó por la cama para tomar mi almohada; la abrazó contra su pecho y se transformó en lobo tomando la cosa entre sus dientes. Corrió fuera de la habitación ante mi mirada curiosa.
-Estoy lista. – Le dije al señor Fred entrando en la sala.
Ni Edson ni Chase se veían por ninguna parte.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una humana!