¡Papá compró una humana! romance Capítulo 32

-Has llegado mucho antes de que fueras convocada, Rose Paper. – Dijo una voz en la oscuridad. - ¿Vienes por tu propia voluntad?

-Define “propia voluntad” – Susurré a la voz. - ¿Venir aquí sin saber una m****a cuenta?

Sentía el cuerpo pesado, como si hubiera corrido por horas y ahora me encontrara exhausta.

-Tienes una extraña forma de expresarte.

Entonces la oscuridad fue súbitamente absorbida y me encontraba sobre el suelo mirando un cielo muy limpio. Una suave brisa hacía que el pasto a mi alrededor se meciera suavemente.

Intenté levantarme nuevamente pero fue en vano. Mi cuerpo no me respondía; inhalé y exhalé resignándome a cualquier cosa que me fuera suceder a partir de ahora.

-Eres la primera que no está asustada o que no tiene un montón de preguntas qué hacer. – Dijo la suave voz. – Es… refrescante.

-Tengo preguntas. – Dije en un susurro. – Es solo que la vida me ha enseñado que las preguntas son inútiles si quien te las puede resolver no se digna a ello. Entonces… ¿Para qué gastar energía?

-Si, tu vida no ha sido sencilla, pequeña humana.

Guardé silencio por lo que parecieron horas, pero quizá solo fueron algunos segundos. ¿Cómo medir el tiempo en un sitio como este en donde ni siquiera podía percibir en dónde se encontraba el sol?

-¿Cómo es que puedo sentir el calor del sol? – Pregunté.

-Habiendo tantas cosas que preguntar…

Yo sonreí.

-Estamos en un pedazo de mi reino. Yo controlo todo el lugar; desde el color del pasto hasta qué tan fuerte debe de soplar el viento. Nunca me ha gustado el frío, así que todos mis dominios son cálidos.

-Me gusta, es lindo.

-Gracias humana. ¿Sabes por qué estás aquí?

-No, pero supongo que es por alguna cuestión relacionada con ser la Luna de alguna manada.

-Si. – Susurró. – Ya puedes moverte libremente.

Entonces volví a sentir mis extremidades. Me levanté lentamente y vi que delante de mí se extendía un prado de pequeñas flores silvestres.

-Normalmente les pido a las humanas elegidas que vengan a mí en un sueño.

-¿Por qué? – Pregunté mientras comenzaba a tomar algunas flores y comenzaba a tejer sus tallos.

-Porque estoy agonizando y utilizo mucha de mi propia esencia para crear una nueva Luna cada vez.

Eso me hizo levantar los ojos.

-Lo siento.

-La vida así es. – Dijo suavemente antes de continuar. – No soy inmortal, humana. Al menos, no lo soy desde que comencé a darles pequeños trozos de mi ser a mis hijos para que ellos pudieran vivir.

-Como cualquier madre. – Dije regresando a trenzar tallos de flores.

Capítulo 32. Un trozo de esencia. 1

Capítulo 32. Un trozo de esencia. 2

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