A la mañana siguiente me puse mis bragas de niña grande y salí de la habitación para enfrentarme a un nuevo día. En la cocina ya se encontraba mi cachorro favorito hundiendo su cara en un plato de cereal.
-Vaya, yo quiero un poco de eso. – Dije cuando por fin pude ver su cara llena de chocolate.
-También hay pastel. El señor Fred dijo que podíamos comerlo cuando despertaras.
-¿Dónde está él?
-Salió temprano a cubrir tu turno de la escuela. También le dio su clase a los chicos que vienen temprano. Todos preguntaron por ti.- Dijo con una sonrisa. – Esperamos ansiosos a nuestra profesora.
-No sé si les daré clases mañana. – Dije honestamente. – Me duele todo ésta mañana. Quizá solo me dedique a descansar el día de hoy.
-Suena como un buen plan. ¿Vemos películas todo el día?
-Ah, tú si que me comprendes, cachorro. – Dije con una sonrisa mientras pasaba a su lado y le despeinaba el cabello para ir por un enorme plato de cereal y pastel. – Espero que tu padre no tenga que hacer cosas de manada porque francamente mandaré su culo directo a…
-Me alegra saber que piensas en mi culo tan temprano por la mañana. – Dijo una voz a mi espalda y yo di un respingo. – Buenos días, hijo.
-¡Hola papá! Adivina… ¡Rose y yo veremos películas todo el día!
-Ho, y ¿Hay lugar para uno más?
-Claro, El sillón es muy amplio. – Dijo Chase volviendo a meter su cabeza en su plato.
-¿No tienes que ir a revisar a tu manada o lo que sea? – Pregunté curiosa.
-Para eso existen los Betas. ¿Qué es lo que veremos hoy?
-Cualquier cosa que pueda ver un cachorro y que no me espante como la m****a. – Dije en tono resignado. - ¿Por qué te has autoinvitado a mi agradable día? Ya es suficiente con que te hayas autoinvitado a mi casa.
-En ambas ocasiones pregunté, humana. – Dijo divertido. – A menos que te incomode mi presencia por lo que sucedió ayer en la clínica, no veo motivos para no estar conmigo el resto del día.
-Hay motivos. Muchos motivos. – Dije convenciéndome a mí misma. – Para empezar, lo de ayer no debió de haber pasado. Tengo una pareja.
-Creí que ya habíamos aclarado que tenías una pareja. – Dijo arqueando una ceja.
Para este momento Chase ya había terminado de desayunar y se había ido a la sala para tener el control de la televisión y de nuestra próxima maratón. Lo que me dejaba a solas con su padre en la cocina.
-A mi pareja no le va a gustar que otro Alfa haya aprovechado un momento en el que estaba especialmente vulnerable para lanzarse sobre mí. – Dije frunciéndole el ceño. – Quizá hasta te rete un duelo.
-Quizá lo haga. – Dijo encogiéndose de hombros. – Quizá también tu pareja rete a un duelo a Edson.
-¿Y a él por qué? – Pregunté confundida.
-¿No es tu amante? – Dijo arqueando una ceja.
-Por supuesto que no. Es mi amigo. – Dije arrugando mi nariz.
-No me digas que no has besado al Beta ni siquiera. – Dijo estrechando sus ojos.
-Eso es algo que no te importa.
-Le importará a tu pareja. – Dijo cruzándose de brazos mientras se acercaba a mí.
-Tu lo has dicho, a mi pareja, no a ti. Así que saca toda tu aura Alfa de mi espacio personal.
-No me presiones, humana. – Dijo en tono bajo sin dejar de acercarse a mí.
-No me presiones tú a mí. – Dije apretando los dientes. – No estoy de humor para patear tu culo de nuevo.
-Te reto a intentarlo. – Dijo divertido.
-Lo haré, en cuanto tenga un desayuno decente. – Dije pasando de largo al bastardo y dirigiéndome hacia el refrigerador. – No he comido en no sé cuánto tiempo.
-Mucho. – Dijo suavemente. - ¿Me dejarías prepararte algo?
Giré mi cabeza y lo vi de pie en la cocina moviendo algunas ollas.
-¿Sabes cocinar?
-Si. Siéntate, nos haré algo.
Miré su espalda con desconfianza antes de rendirme cuando mi estómago protestó.
Me senté en la mesa con el hermoso pastel de chocolate que gritaba a gritos ser devorado. Corté un par de rebanadas y tomé algunos platos.
-¡Toma Chase! – Grité y en segundos un cachorro vino por su plato y se fue corriendo con él.
-¿Tanto le gusta el pastel? – Preguntó Bastian de espalda a mí.
-Es un cachorro, por supuesto que le gusta el pastel.
-Bien. Me aseguraré de que siempre haya pastel en casa. – Dijo pensativamente. - ¿A ti te gusta?
-No. Yo AMO el pastel.
-¿Qué otra comida te gusta?
Y así fue como entablamos una agradable conversación intercambiando gustos de comida, libros, películas y deportes.
-¿Por qué la natación? – Preguntó curioso cuando me puso frente a mí un hermoso omelette de jamón.
-Siempre me ha gustado el agua. De pequeña quería vivir cerca del océano.
-¿Sabes nadar?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una humana!