¡Papá compró una humana! romance Capítulo 6

(Un año y medio después.)

-De nuevo, estás descuidando tu flanco izquierdo. – Dijo el Señor Fred sentado cómodamente debajo de la sombra de un árbol mientras yo me quemaba hasta las pestañas con el maldito calor.

-No lo estoy descuidando. – Dije malhumoradamente. – Esta posición hace que apoye un poco de peso extra y…

-Sin excusas, humana. Un error así podría costarte la vida.

-Tiene razón, Rose. – Dijo Chase atacando mis costillas. – Incluso yo puedo ganarte en una pelea.

-Me ganas en una pelea porque no quiero golpearte. – Dije con una sonrisa cálida al ver sus intentos por derribarme.

-Eso no es cierto, ya te he ganado…

-Tristemente, cachorro, la humana tiene razón. Nunca ha entrenado realmente fuerte contigo.

Bajé mi bastón y me acerqué a mi pequeño compañero de entrenamiento ante su mirada triste.

-Tranquilo, estoy segura de que en un par de años más serás el lobo más fuerte de tu manada.

Y hablaba en serio. En el último año que había estado aquí, he visto que el pequeño no solo era sorprendentemente inteligente para su edad, sino también bastante capaz con los puños y colmillos.

Después de la primera incursión a este territorio de los Skilltown, hemos tenido bastante actividad de otras manadas; no todas han sido ataques directos pero han sido meses tensos. El señor Fred ha tenido la amabilidad de intensificar mi entrenamiento y comenzar a pulir las habilidades del cachorro al mismo tiempo.

-¿De verdad lo piensas? – Dijo medio esperanzado el pequeño.

-Lo hago. – Dije revolviéndole el pelo. – Es hora de irnos, se supone que comienzo a trabajar en veinte minutos.

Hace poco menos de tres meses, el señor Fred había decidido que necesitábamos luz solar para entrenar, así que me ofreció cambiar mi “acogedor” catre en el sótano de los Mason por su habitación segura debajo de su cabaña.

Ni siquiera lo pensé, simplemente dejé de ir a lo de los Mason y me mudé en el momento, pues a pesar de que los lobos de la manada ya no me veían con tanta hostilidad como al principio, aún odiaban a los humanos.

Al menos con el señor Fred durmiendo sobre mi cabeza, me sentía un poco más segura para cerrar los ojos.

Otra de las ventajas de nuestro acuerdo era que podría entrenar en cuanto salía el sol y bañarme con agua caliente sin tener que vigilar sobre mi espalda.

-Recuerda que debes de estar aquí antes de que comience a salir la Luna, humana. – Dijo la voz del señor Fred mientras Chase y yo comenzábamos a alejarnos.

-Estaré aquí antes de eso.- Dije con una sonrisa sobre mi hombro.

Claramente, ni loca estaría fuera mucho más tiempo del necesario. Hoy era noche de Luna llena; genial para ellos pero no para mí ya que los lobos se ponían bastante cachondos y dejaban de importarles que no fuéramos de la misma especie. Lo aprendí por las malas unos días después de el primer ataque de los Skilltown cuando nadie me alertó de los lobos olfateando en mi dirección con no muy buenas intenciones.

Salí tarde del trabajo y estaba tan cansada que no noté que algunos lobos machos de la manada se encontraban merodeando las cercanías. Me libré por los pelos gracias a que el Alfa salió de entre las sombras y me gruñó que no volviera a salir en noche de Luna llena mientras ahuyentaba a un montón de peludos.

Bastian no era un mal tipo… la mayoría del tiempo. O, al menos, no lo era con su manada; conmigo era una historia diferente.

Si bien es cierto que parecía tener un sexto sentido para encontrarme y salvarme cada vez que la “Luna Loca” de su pareja quería asesinarme, siempre me despedía de forma cruel o ruda.

No tenía sentido deprimirme por la actitud del lobo, no es como si fuera a quedarme a vivir aquí para siempre.

-¿Crees que podrías cocinar tu deliciosa pasta esta noche? – Preguntó Chase sacándome de mis pensamientos.

Estábamos por llegar a la Casa de la manada. El pequeño se escabullía de su cama todas las mañanas para poder entrenar con el señor Fred y conmigo; después caminábamos juntos hasta su hogar y lo dejaba alegremente comiendo cereales en la cocina mientras me apresuraba a mi actividad favorita de limpieza: Barrer el gimnasio privado de Bastian.

-Esta noche no, pequeño. Debo regresar con el señor Fred mucho antes de que comience a oscurecer.

-Oh… - Dijo frunciendo el ceño.

Nos topamos con un par de guardias; ellos solo se inclinaron un poco hacia el cachorro y me dieron un breve saludo con la mano antes de seguir con su camino.

-Puedo hacerla mañana. – Le dije al cachorro para intentar elevarle el ánimo.

-Mañana mi padre y yo saldremos. – Dijo en tono serio. – De hecho, quería decirte que no podré ir a entrenar por la mañana.

Lo miré de reojo mientras abría la puerta principal de la Casa de la Manada y lo dejaba pasar por delante.

-Si regresan por la noche, yo podría…

-En realidad va a ser un viaje largo, así que no sé cuándo regresemos.

-¿Irán solo tu padre y tú? – Pregunté curioso.

-No, también irán mamá y algunos betas. – Murmuró cuando llegamos a la cocina y puse frente a él su cereal favorito.

-Bueno, el día que regreses lo celebraremos con un poco de pasta. – Dije alborotando su cabello. – Debo irme, voy tarde.

Capítulo 6. Mi dosis de perfección masculina diaria. 1

Capítulo 6. Mi dosis de perfección masculina diaria. 2

Capítulo 6. Mi dosis de perfección masculina diaria. 3

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