Lucía
—¿Qué estás haciendo aquí?
Miro a Raquel con extrañeza, ella sonríe antes de entrar en mi casa como si fuera la suya propia. Va directo hacia mi cocina y comienza a preparar su té mientras me habla con normalidad.
—Vine por trabajo nena — sonríe — ¿Ya almorzaste verdad?
—He estado trabajando en algo — respondo —¿Qué trabajo te trajo aquí?, ¿Hay algún evento del que no me informaste?
—Oh, no cariño — saca algunas cosas de la nevera — ¿En qué estás trabajando?
—No me cambies el tema, tú no vienes aquí con ropa de juntas solo porque si — niega — si hubieses querido una foto o un cuadro te lo habrías llevado, así que escúpelo.
—De verdad que no es nada que tiene que ver contigo — me ofrece un sándwich — bueno, no aún, pero digamos que podrías hacer mucho dinero.
—No necesito dinero — respondo — tengo la fortuna de mi familia.
—Claro, venga Lulú, solo le sacas el dinero a tu hermano para molestarlo, sé que te gusta ganarte lo tuyo.
Miro a Raquel tratando de entender qué está tramando, pero la verdad es que su mente es demasiado calculadora para mí. Me siento en la silla junto a ella en la encimera y saca su móvil mientras espera a que su té esté listo. Me pregunto si está haciendo esto para vigilarme, sé que a veces parece que en esta época quiero cortarme las venas, pero no creo que pueda hacerlo realmente.
—¿Si estás preocupada, quiero que sepas que estoy bien?
—¿De verdad? — alza una ceja — tus ojos dicen que estuviste llorando.
—Oh eso…
No quiero decirle que tuve problemas con mi vecino y que la forma en que me trató hizo que mi corazón doliera, así que simplemente prefiero achacárselo a todo lo que me hace sentir la víspera de las navidades.
—¿Crees que debería ir a ver a mis padres?
—¿Quieres ir a ver a tus padres?
—No, no quiero que mi madre llore por lo sola y miserable que es mi vida.
—Estupendo, entonces cámbiala — Raquel se pone en pie —¿Qué tal contratar un puto por navidad y dejar de ser virgen?
—No gracias, no creo que pueda pagarle sin desmayarme o sentirme como una tonta.
—Que tal el vecino entonces — Abro mis ojos ante esas palabras—está bastante bueno y te trajo… — fisgonea en mi fregadero — ¡Oh puré de patatas!, eso es sin duda una delicia.
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