Beatriz
¡Tengo que haberme vuelto loca!
Grito dentro de mi cabeza mientras subo en el ascensor hasta el departamento que comparto con el hombre que acabo de besar. Mi corazón sigue latiendo como un loco mientras mi memoria repite una y otra vez lo que sucedió en el auto.
Ni siquiera digo una palabra cuando las puertas del elevador se abren y prácticamente salgo corriendo del lugar con la mirada fija en la puerta de la habitación que amueblado para mí.
El gato en la puerta de esta me mira, lo tomo en brazos antes de entrar para cerrar la puerta tras de mí.
Escucho los pasos de mi compañero de piso moverse hasta su propia habitación, cierro mis ojos durante un momento y luego de unos minutos me dejo caer sobre la cama con el gato sobre mi vientre.
—Creo que me he vuelto completamente loca — susurro — ¡Cómo pude besarlo!, ¡Cómo!
El animal de ojos rasgados me mira, el ronroneo que viene de su garganta me hace sentir como una tonta por estarle hablando y me pongo en pie de un salto cuando escucho el toque en la puerta de mi cuarto.
—Dejé los caramelos junto al helado — Me informa — voy a preparar algunas tostadas antes de… De irme a la cama por si sientes hambre en la noche y puedes llamarme si lo necesitas, estoy — se queda en silencio un instante — estoy en la habitación de al lado, hoy no duermas con Rick en la habitación, sabes que no es recomendable.
Asiento, incluso si sé que él no puede verme, camino en silencio hasta el cuarto de baño y me quito el vestido mirando detenidamente mi reflejo en el espejo. El rosario que cuelga en mi cuello se siente como un constante recuerdo de que debo ser una buena chica, ya que dios me ha dado esta segunda oportunidad.
Hago una trenza mi cabello después de quitarme dicho rosario y camino de regreso a la habitación para ponerme el pijama:el gato sobre mi cama me observa. Me siento a su lado mientras pienso en el sabor amargo que está dejando toda esta situación en mis labios.
No me gusta mentir, lo hice solo cuando descubrí que estaba haciendo cosas incorrectas con quien pensé sería mi esposo, pero ahora.
Ahora solo estoy mintiendo porque sí, puede que sea para ayudar a alguien que me estuvo ayudando a mí también, pero sigue siendo una mentira. Una que puede traer mucha alegría, pero que también terminará probablemente entristeciendo a muchos.
Llevo una mano a mi vientre y pienso en los dos bebés que están creciendo dentro de mí y sé que necesito conseguir un trabajo, que necesito hacer las cosas por mi cuenta, ya que después de todo no voy a quedarme con Lucas.
Mi pecho se mueve desanimado ante esa realidad, me digo que no debería sentirme de esta manera, incluso si accidentalmente deje que un extraño impulso nos llevara a besarnos. Él gatos mi lado maúlla, lo tomo en la mano con una sonrisa en mis labios que intentan ocultar la verdadera tormenta dentro de mis sentimientos.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!