Lucía
Después de pasar prácticamente toda la noche pensando, me decido a caminar hacia la casa de mi vecino. No sé si deba meterme en su vida o proponerle algo que incluso yo no puedo creer que esté a punto de hacer, pero vi su desánimo cuando no pudo decirme con signos lo que su hija le pidió.
Me recordó tanto ese tiempo en el que tuve que ser paciente con Lucas y mi padre, también comprendo lo terrible que es no poder expresarte en cualquier idioma, así que decidí proponerle unas clases.
Realmente no soy una experta, pero creo que será más fácil aprender con alguien que no va a juzgarte a intentar una escuela donde puedan juzgarte o cuestionarte si no aprendes con prisa.
Llamo al timbre nerviosa y me peino distraídamente antes de preguntarme si he venido muy temprano en la mañana, pero la puerta se abre después de unos dos minutos, la niña medio dormida que me recibe rasca sus ojos para apartar el sueño de ellos.
—Hola…—niego—¿Te desperté?
La pequeña asiente, me siento un poco mal, pero creo que si vuelvo ahora a casa no voy a tener el valor de volver aquí otra vez, así que me acuclillo frente a ella para tomarla en brazos. La niña se abraza a mí sin ningún problema.
—¿Está tu padre dormido?
—Si
Suspiro, le pregunto si quiere dormir un poco más y ella niega, se despierta ligeramente antes de pedirme esperar en la sala de estar mientras va por su padre. No respondo así que simplemente me siento mientras hace justamente lo que dice.
La veo desaparecer en una de las puertas de la izquierda, miro curiosamente la decoración a mi alrededor y sin duda alguna es un bonito lugar, aunque no parece muy personal para ser sinceros.
Escucho una ligera voz antes de que el hombre en cuestión aparezca completamente despeinado frente a mí, no lleva la camisa del pijama, así que no puedo evitar notar lo atractivo que es. También se ve demasiado guapo, con ese cabello despeinado y su rostro somnoliento.
—¿Sucedió algo?
—Oh, no, yo… Quiero proponerle algo—respondo motivada por su voz mucho más oscura debido al sueño — pero creo que debería volver en otro momento, lamento haberlo despertado.
—No se preocupe, todo está bien — responde limpiando sus ojos — deme unos minutos para tomar una ducha y hablemos de… Lo que quiera.
—Caro, como usted diga — respondo peinando mi cabello una vez más — estaré aquí…
Él asiente, antes de darse la vuelta, me quedo una vez más sola en la sala de estar hasta que Amy reaparece mucho más despierta unos diez minutos después. Coloca un peine y un par de gomitas peludas para el pelo en mis manos
—¿Me puedes hacer unas coletas? — suspira — mi papá no sabe hacerlo.
—Vale.
Respondo antes de sentarse en mi regazo y peinarla distrayéndome un poco. Después de unos minutos, la niña corre a su habitación para mirarse emocionada. Me hace una ceña desde su cuarto para que me acerque, así que lo hago.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Papá compró una mamá psicóloga!