¡Papá compró una mamá psicóloga! romance Capítulo 31

Jeremías

Miro la hora con prisas antes de continuar con mi trabajo, termino de hacer todo lo que tengo pendiente mientras las horas siguen pasando sin que mi esposa regrese y cuando por fin son más de las diez de la noche decido llamarla.

Me molesta muchísimo que ella no conteste la llamada y aunque estoy segura de que los niños están perfectamente bien, no puedo creer que se atreva a regresar tan tarde sin siquiera contestar mi llamada.

Espero unas dos horas más antes de intentar llamar otra vez, pero esta vez su teléfono simplemente suena apagado.

Decido esperar unas horas más ocupándome de encontrar un nuevo doctor y alguna otra niñera, me digo que esta vez las entrevistaré una por una antes de tomar una decisión.

Separo seis currículos antes de quedarme completamente dormido en la sala de estar a la que me mude para esperar a que mi mujer llegara.

Me despierto cuando alguien toca mi hombro y me pongo en pie con prisas al notar que la empleada del servicio es quien me despierta con preocupación.

—¿Sucede algo, señor? — aún no lleva su uniforme— ¿Pasó aquí la noche?

¿La noche?

Frunzo el ceño antes de tomar mi móvil en una mano, la molestia más absoluta me llena cuando descubro que son nada más y nada menos que las cinco de la mañana.

Camino furioso hacia las habitaciones, pero tanto la cama de mis hijos como la de mujer siguen intactas.

Trato de llamarla una vez más, pero su móvil continúa apagado, así que rasco mi cabeza intentando no ponerme histérico. Me repito que están con Lizbeth y que no podría pasarles nada.

Así que después de unos diez minutos de estar reflexionando bajo el agua caliente, decido ir por mis propios pies a buscar a mi mujer y mis hijos.

Salgo del baño con prisas y estoy a punto de comenzar vestirme cuando escucho pasos subiendo rápidamente las escaleras.

La risa femenina que viene detrás de esos pasos me dice que Lizbeth al fin se ha dignado aparecer y aunque eso me ha quitado un terrible peso de los hombros, ahora estoy terriblemente molesto con que se hubiese marchado sin decirme una sola palabra.

—¡Lizbeth!

Mi voz sale demasiado furiosa, camino hacia el pasillo donde ella se ha quedado prácticamente congelada y ni siquiera me molesto en mirar a los niños antes de tomarla de la mano para arrastrarla a mi habitación.

Cierro la puerta un minuto antes de soltarla en el medio de mi cuarto y el rostro preocupado ahora muestra una expresión igual de molesta que la mía.

—¿Qué haces?

—¿Qué hago? — le grito — qué haces tú pasando la noche con mis hijos fuera de casa sin contestar mis malditas llamadas, ¡Explícame!

—Fuimos con el doctor, pero los llevé a casa de mi madre y terminamos durmiendo ahí, pensé que no habría ningún problema, dijiste que podía…

—¡Dije que me avisaras! — le respondo — ¿tienes idea de lo preocupado que estuve? — niego — no me preocupa que estuvieran contigo, me preocupaba que hubiese sucedido algo —masajeo el puente de mi nariz — después de todo lo que ha sucedido lo último que necesitaba era que mis hijos desaparecieron sin poder saber dónde estaban, ¿me entiendes?

La mujer frente a mí me mira completamente en silencio, su barbilla comienza a temblar y veo las lágrimas caer de sus ojos sin control.

capítulo 31 : No puedo parar,no quiero parar... 1

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