Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 52

Dante Vivaldi.

Quisiera nunca despertar, al menos es un deseo que no sería tan complicado sino fuera de esas personas que ni siquiera es capaz de acabar con su vida, odio esta sensación de ahogo que me está absorbiendo por cada pensamiento que me aborda.

Abro los ojos, siento los rayos del sol impactar en mi rostro, pero ni siquiera creo estar verdaderamente despierto ya que es como si todo fuera irreal...

La mujer que amo no está, mis demonios quieren salir a buscarla para tener el placer de sostenerla en mis brazos por una última vez, y solo me queda el recuerdo de cómo se marcho sin decir adiós, sin siquiera darme una oportunidad para explicarme, para contar que no la odio y que he sido todo un hijo de puta para protegerla.

Me remuevo en el cómodo colchón que ahora solo me resulta demasiado grande, con su olor impregnado en las sábanas que me cubren, haciéndome ansiar algo que en mi vida desee.

Sin embargo, nada es como uno desea y antes de poder pensar en salir huyendo la puerta se abre de un solo golpe, mostrando a cada uno de los secuaces de mi padre y a quien más odio en estos momentos por su encaprichamiento conmigo.

—¿A que esperas para alistarte? Son casi las once de la mañana —su voz chillona intensifica mi jaqueca, un dolor de cabeza que no me abandona desde el día de ayer, ahogar mis penas en alcohol es una mierda, pero es lo que mantiene sano.

—Me da igual la hora que sea, solo no quiero verte ni escucharte hasta que nos veamos en el altar así que vete antes de que te mate yo mismo —espeto cubriendo mi cabeza con la almohada queriendo permanecer bajo mi manto por toda la eternidad hasta el momento en que me pueda reencontrar con mi dulce Pia.

Unas cuantas carcajadas salen de sus labios, la maldad viene dentro de ella, lo sé; llevo años queriendo deshacerme de esta promesa de mierda, pero cada día es más imposible por el simple hecho de que siempre que alguien se interpone acaba muerto o sin algunos de sus miembros.

No quiero que nadie sufra el mismo destino, es lo único que me importa; menos que Pia muera solo por no querer llegar acabo algo que prometí cuando era un estupido chamaco.

—Hay Dante, pues que sepas que ni siquiera puedes tocarme, estos hombres me protegen hasta que seamos marido y mujer —declara, acomodándose en él silla que se encuentra delante de mi escritorio, cruzándose de piernas con dos guardaespaldas a su lado manteniendo expresiones neutrales.

—¿Acaso crees que mi padre siendo un mafioso de mierda no aprendí nada de sus tácticas asesinas? —inquiero acoplando mejor mi anatomía en el borde de la cama, introduciendo lentamente mi mano debajo de la almohada sintiendo el filo de mi daga—, nunca me tientes Glinda, o podrías perder tu precioso cabello rojo sangre.

Las comisuras de su boca se alzan en una sonrisa cruel, despiadada, a la misma vez que se acerca más a mi, mostrando su más que descarado escote que quiere provocarme cuando en realidad no tiene idea de quién se acostaba con ella...

Mis pensamientos son interrumpidos con las carcajadas de la pelirroja con cara de demonia.

—Bueno, de todas formas debes saber que si me matas a mi... —deja la frase a medias, abriendo su bolso con suavidad, a la misma vez que una sonrisa se extiende por sus ojos—... tu hija

Me quedo de piedra, estáticamente ya que no puedo creer lo que dice; al ver mi expresión su sonrisa aumenta, sin embargo, la sonrisa que ahora adornaba su rostro, se ha apoderado del mío.

—Bueno, que pena que tenga que matarlas a ambas —demando llevando acabo un movimiento rápido en donde terminó con la pelirroja entre mis brazos y su cuello siendo oprimido por mi daga que rápidamente deja un ligero corte demostrando que no me ando con juegos.

Sin embargo, ella no teme a pesar de que soy quien la puede asesinar, sus secuaces me apuntan con sus armas, no enseñando ni siquiera un poco de duda en su mirada y eso es algo que aprecio.

—Mátame, y no será el único que perderá algo —amenaza, haciéndole una seña a sus hombres para que me muestren una foto de Pia riendo con el moreno de la discoteca—, sería una pena que ella también muriera, ¿no es verdad?

Mis músculos se tensan, y no dudo en soltarla para finalmente caer de rodillas en el suelo alfombrado de mi habitación, completamente acabado, destruido y despedazado.

—Prepárate que tenemos una boda a la que asistir —demanda dejándome solo con sus dos guardias siguiéndole el paso.

La rabia me consume, mi pecho se un de la rabia por todo el daño que le estoy provocando a la rubia sin ella saberlo, ponerla en la mira de dos mafiosos fue algo estupido, pero me es imposible no sonreír a pesar de mi dolor al ver que al menos no le faltarán sonrisas porque si es feliz yo lo seré el resto de mi vida.

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Salgo de mi cuarto de baño agotado emocionalmente, liberando uno que otro bostezo que se suma a la larga lista de mis pensamientos.

Despeino mis cabellos, mostrando la frustración que me sostiene, mientras agotado termino de abotonar los botones de mí esmoquin. Le doy un trago a mi botella, desviando mis ojos color miel a la pequeña fotografía de la rubia que ella ni siquiera sabe que le tome.

—Cuanto siento no haber sido merecedor de tu amor rubia con lengua viperina —una leve lagrima se desliza por mi pómulo y antes de darme cuenta la limpio con todo el odio del mundo.

Me coloco mi traje, eliminando las arrugas que se han apoderado de la chaqueta y los pantalones azules Prusia, entre tanto coloco la pequeña evilla de oro con diamantes que posee mis iniciales y que solo he usado dos veces en mi jodida vida.

Ato mis zapatos, para finalmente mirar mi imagen en el espejo del baño donde aún guardo el recuerdo de una rubia que me continúa teniendo a sus pies.

Capítulo 52: 1

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