Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 53

Pía Melina.

Había despertado acurrucada en los dulces brazos de mi madre. Me levanté en segundos al sentir el sol colarse por las enormes ventanas de cristal que estaban en aquella sala.

El olor a café recién echo se coló por mis fosas nasales ocasionando que las ganas de vomitar fueran incesantes. Apresuradamente me dirigí al baño del apartamento, sintiendo las arcadas venir por cada segundo.

Coloqué mi cabeza en el vater, liberando el té que me había calmado la noche anterior. No comprendía que era lo que me estaba sucediendo y aquello me tenía más nerviosa de lo normal.

Lavé mis dientes antes de que mi madre se diera cuenta de lo que había sucedido, también hice lo mismo con mi cara y luego introducí mi cuerpo en aquella ducha con cristales polarizados de color negro.

El agua comenzó a caer encima de mi cuerpo en el momento que abrí la pequeña pila de plata. Aquella agua caliente relajo mis tensos músculos para luego calmar las raras sensaciones que me estaban absorbiendo.

Minutos después envolví mi cuerpo en el albornoz con estampados de flores que había comprado nuevo hacía unos días. Mi cabello fue cubierto por una toalla blanca y mis pies por las cómodas pantuflas con el mismo estampado que lo que cubría mi cuerpo.

Entré en la alcoba en segundos. Me aproximé a la cómoda, abriendo una de las gavetas observando que conjunto llevaría el día de hoy.

No me decidí hasta el último momento así que tomé un traje igual al que había usado el día anterior pero esta vez de color lila, me realizé un moño alto, unos tacones alto de diez centímetros marca Louboutin, me maquillé un poco y luego tomé mi bolso Victoria Secrets.

Mi mirada se fijó en el reloj que estaba en mi mano provocando que una sonrisa se alzara en mis labios por estar sintiendo el haberme vestido en tiempo récord.

Me dirigí a la sala sintiendo el delicioso olor de unas magdalenas que ya me estaban haciendo rugir mi estómago.

Los hermoso ojos de mi madre me observaban de una manera indescifrable, además de esas sonrisa que siempre poseía en sus labios como sí yo fuera su mayor orgullo en esta vida.

—Estas preciosa mi niña —me elogió dejando de lado el libro que descansaba en su mano.

—Gracias mamá —agradecí acercándome a la isleta de la cocina tomando cinco magdalenas con chispas de chocolate y crema por encima.

—Te hice unas cuantas —informó pero yo no podía quitar los ojos se aquellas delicias.

—De nuevo gracias —susurré y ella solo negó dejando un beso en mi coronilla.

—No es nada y cuídate —asentí plantando un beso en su mejilla a la vez que caminaba en dirección a la puerta—, come bien.

—Lo haré —grité segundos antes de salir y cerrar la puerta tras mi espalda.

Cómo siempre repetí el procedimiento.

Entré en el ascensor. Pasaron unos segundos en los que me entretenía mirando a la nada hasta que mi móvil comenzó a sonar.

Lo tomé un poco asustada cuando el primer nombre que ví hizo que arrugara mi ceño en señal de molestia.

Llamada entrante de Dante.

No se podía negar que me había quedado estática en mi lugar. ¿Qué debería hacer? Era algo que no sabía con total certeza.¿Debería contestar? No se sí es lo correcto pero por un simple impulso creí que sería la mejor forma de que me dejara en paz así que respondí.

—Alo... —hablé.

—Pia, ¿¡Dónde demonios te has metido!? —su voz sonaba estresada, más de lo normal.

—En un lugar donde no es de tú incumbencia —respondí saliendo del ascensor.

—Dime dónde demonios estás y esto es una maldita orden —su tono cada vez sonaba más duro y fuerte, ocasionando que algunos sobresaltos se escaparan de mi.

Pase por delante de la joven Tiana con el celular en el oído, recibiendo una mirada de desconcierto por su parte.

—Ten —me alejé el dispositivo tecnologíco de la oreja y le extendí una magdalena a la joven castaña.

—Grazie —murmuro mientras yo asentía y volvía a colocarme aquella cosa en mi orificio auditivo.

—No sabrás donde estoy ni de coña —debatí extendiendo mi mano a un taxi.

—¡Ohh, si lo sabré!, Sino me lo dices tú, lo averigüaré por mi solo y te aseguro que cuando te encuentre te llevaré al primer hotel que halle y te follaré como llevo deseando hacerlo —los vellos de mi cuerpo se erizaron por completo en el momento que escuché aquello, segundos después ya me encontraba finalmente en un medio de transporte en dirección a mí nuevo centro la laboral, todavía discutiendo con Dante.

—Me da igual lo que hagas, no podrás saber dónde carajos estoy —volví a repetir muy segura.

—Perdonare il ritardo signorina è che il traffico è spaventoso in questi giorni —cubrí la bocina del móvil antes de que el lograra escuchar aquellas palabras italianas y lograra encontrarme.

perdonare il ritardo signorina è che il traffico è spaventoso in questi giorni(perdone la tardanza señorita es que el tráfico es espantoso en estos días )

Capítulo 53: 1

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