Peligrosa 21+ (COMPLETA) romance Capítulo 61

Pía Melina.

Muchos dicen que cuando verdaderamente superas a una persona es cuando puedes verla a sus ojos, su sonrisa, sus actitudes y decirte internamente; no quiero esto, no voy a volver; sin embargo, que sucede que quieres decirte aquello pero tú corazón continúa luchando de forma interminable por querer volver a dónde tanto daño sufriste.

Ahí estaba a solo unos pasos el italiano que me había conquistado hacia unos meses. Comiendo justo en frente de mi con sus marrones ojos escrutando cada parte de mi ser con sus miradas lascivas mientras me rozaba mi pierna con la suya; ocasionado que el calor se concentrará en mi entrepierna.

—Voy al baño un momento —susurre levantándome del asiento.

No necesite preguntar en donde estaba al haber ido veinte veces ya que por mi embarazado las gana de ir al baño solo intensificaban. Lo peor era que no solo estaba Dante; también una nueva pelirroja.

Observé por segunda vez los cuadros tan preciosos y costosos que poseían en aquel lugar mientras me aproximaba a mí destino.

Coloque mi mano en la manija, abrí la puerta y entré respirando de manera acelerado. Justo cuando iba a cerrar una fuerte empujón ocasionó que retrocediera; y ahí estaba todo imponente en frente de mí.

—¿Que quieres Dante? —cuestione retrocediendo mientras el se acercaba.

—Lo que es mío —mis latidos w apresuraron al pensar que hablaba de los bebés y por instituto me coloqué las manos en mi panza.

—Quiero disfrutar tu Maldito coño —se acercó más arrinconando mi cuerpo contra la pared en el momento que ya no había más espacio.

—Estoy aquí con tú hermano —me excuse y una de esas sonrisas que me ponía más caliente que el mismo solo se formó en sus labios.

—¿Y a mí qué?; Que yo sepa fui quién te probó primero así que tengo más derecho del que el carece; mira como tiemblas bajo mi tacto; tu cuerpo sabe que me perteneces; cada maldita célula de tu cuerpo —mis mejillas se sonrojaron como hacía meses no hacían y tuve que cerrar mis piernas al percibir como me mojaba con sus palabras.

—Debo irme —intente hacer una amago de marcharme pero sus manos se posaron una al lado de mi cuerpo y su rostro se aproximó más al mío.

—Primero te follaré como tanto quiero hacerlo —no pude procesar lo que pasó a continuación cuando sus labios se apoderaron de los míos.

Sus manos estaban agarrando mi cabeza con una rudeza y necesidad que nunca pensé que él llegaría a tener en algún momento. Sus labios devoraban los míos con ímpetu y deseo.

Mi respiración estaba irregular, ni hablar de mis latidos, mi corazón estaba desbocado, ansiando cada roce de mi cuerpo con el suyo.

Era vedad eso que decían que cuando besas a una persona notas lo necesaria que es ella en tu vida a veces. Sus labios carnosos me ofrecían un panorama muy diferente de un beso lleno de pasión y deseo.

Mis manos se posaron en su cuello, enroscando mis dedos en las hebras castañas de aquel hombre; porque eso era él, un hombre con toda la regla.

—¡Joder, extrañe ese sabor tan dulce que tienes en los labios; sin embargo, vengo a por un premio mayor! —exclamó dejándome con la duda al decir sus palabras, coloco su frente encima de la mia por unos segundos recuperando su aliento mientras respirábamos de manera agitada.

Me obligó a que colocará mi pie derecho encima del vater que se encontraba en aquel sitio a la vez que subía mi vestido y me obligaba a sostenerlo.

—Sabes que solo en el sexo es cuando soy sumisa —le informé y una sonrisa malvada se creó en sus labios.

—Por mí perfecto caperucita —susurro con voz ronca y seductora mientras me corría el tanga hacía un lado, acercando su lengua a mí vulva.

—Como digas lobo ... —no continue, no pude, me fue imposible cuando sentí su deliciosa lengua darle unos buenos lengüetazos a mi hinchada, caliente, mojada, y excitada vulva que cada vez palpitaba más.

Con una de sus manos agarro mi pezón ocasionando que un poco de dolor se concentrará ahí al tenerlo un poco sencible, pero estaba cegada por el deseo y la lujuria, no me importaba que sucediera a continuación.

Lamió, mordió, chupó, disfrutó, succionó, saboreó, hizo suyo, comió mi coño como si fuera un maravillosa hamburguesa que muy pocos han llegado a probar. Millones de gemidos salieron de mis labios en segundos; uno tras otro y a pesar de que intente cubrirme los labios el no me lo permitió, por cada que bajaba la voz él se detenía y en estos momentos ya no era oa Pía ingenia; a la mierda aquella chica, mis ganas de follar con aquel semejante espécimen me traían en un abismo de locura.

Mi mano se posó en su cabello jalando para que sintiera cada maldito espasmo de mis orgasmos. El degustaba mis jugos vaginales de una manera tan provocativa que me ponía cada vez más.

Decidida lo obligué a alejarse de mí desconcertando a Dante por completo. Una sonrisa se alzó en mis labios y sin dudar me arrodillé bajando su bragueta junto a su pantalón desgastado que lo hacía ver igual de sexy.

—¿Qué haces? —cuestiono curioso cuando alze mi mirada, lo miré de una forma muy coqueta, con mis dientes presionando mi labio inferior.

—Voy hacer una niña mala —murmuré sacando la inmensa polla de aquel encierro mortal.

Mis ojos se abrieron y mi boca se había hecho agua al ver semejante espécimen; no tenía mucha experiencia, pero no sabía de donde estaba saliendo este lado de puta que no conocía.

Lo agarre con una mano dejando besos húmedos por todo su glande; sus gruñidos no se hicieron esperar y me daban la fuerza para continuar con mi propósito.

Luego de mantenerme solo pasando mis labios por encima con los besos húmedos decidí introducir poco a poco su falo en mi boca. La inmensidad de aquella polla me llenaba toda la boca y aun así no me la había metido completa.

—Uff —jadeo mientras yo con mi mano libre la pasaba por debajo de su ajustada camisa sintiendo sus abdominales más desarrollados que nunca.

Volvía a darle una buena lamida que ocasionó que un gemido saliera de sus labios como siempre. Me lo volví a embutir con su enorme pene erecto mientras sus venas se inflamaban cada vez más incitandome a que comenzará a hacer movimientos rotatorios y en círculos con más rapidez.

Su mano se posó en mi cabello, sujetándolo con dureza, sus labios estaban entreabiertos, su cabello desordenado, sus músculos un poco tensos, pequeñas gotas de sudor se deslizaban por su frente. Sus hermosos ojos estaban atentos a cada movimiento que yo realizaba en aquel momento.

Capítulo 61: 1

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