⤝MILA⤞
El sonido de la puerta al abrirse y cerrarse con un golpe sordo hace que levante la mirada. Frunzo el ceño al encontrarme con el rostro desencajado de mi jefe y mejor amigo. Axel Ridley.
Con calma y sin ninguna m*****a prisa, cierro la carpeta con los documentos que revisaba antes de la abrupta interrupción.
—¿Se puede saber el motivo por el que irrumpes en mi oficina sin llamar? —pregunto, prestándole toda mi atención.
Axel es un tipo hermoso, como si al nacer los dioses lo hubieran llenado de gracia, elegancia y un maldito carácter de m****a. Afortunadamente, siempre estoy en el lado opuesto de su furia.
¡Ah! Se me olvidaba mencionar que, también es todo un playboy y un jodido imán para los escándalos que tienen a su abuelo al borde de un ataque cardiaco. Y no dudo que sea el mismo motivo por el cual esté en mi oficina.
Axel da tres vueltas, como un perro rabioso, e ignora mi pregunta. Me levanto de la silla y camino unos pocos pasos, recargo la cadera contra la fina madera de mi escritorio y me cruzo de brazos.
—Dime, ¿qué sucede? —insisto con calma.
—¡Él no puede estar hablando en serio! —grita. Se detiene unos segundos y lanza un jarrón de colección al piso.
El ruido que hace al quebrarse me estremece; sin embargo, me obligo a mantenerme serena, cuando todo lo que deseo es estrecharlo entre mis brazos.
—Cálmate, cuéntame lo que sucede o lárgate. Estoy ocupada revisando el contrato que enviaremos a California.
Sus ojos se detienen en mi rostro, resopla con fastidio y se acerca.
—Esta es mi empresa —refuta, y me encojo de hombros. Es algo que no necesita decirme. Genio.
—Por si no lo has notado, esta es mi oficina, y… —hago una pausa y con el dedo señalo la habitación—, es mi lugar privado.
—¡Aah! —gime como si algo le doliera—. No estoy para juegos, Mila. Estoy que me lleva el diablo. ¿Qué clase de persona amenaza a su nieto para que cambie su estilo de vida? —pregunta. Se alborota los cabellos con frustración y no necesito más para saber lo que sucede.
—Tu abuelo, por supuesto —respondo—. ¿Qué fue lo que hiciste ahora para despertar la furia de la fiera Ridley?
Él hace una mueca.
—¿Por qué siempre tienes que pensar que todo es culpa mía? —me cuestiona. Axel afloja su corbata y se deja caer sin ceremonia sobre el sillón.
Lo miro con diversión.
—Tal vez…, porque siempre eres el protagonista de las portadas y no precisamente por tus capacidades empresariales —le recuerdo—. Tus aventuras y escándalos son dignos de un récord Guinness.
Axel me mira con cara de pocos amigos y bufa como un toro en el ruedo.
—¡Es ridículo que se preocupe por esas cosas, estamos en otros tiempos! —expresa aireado.
—Eso díselo a tu abuelo, no a mí, cariño.
Axel presiona el puente de su nariz con el dedo, conozco muy bien ese gesto. Está controlándose para no maldecir a su abuelo, aunque, dudo que lo consiga. Su lengua a veces es más rápida que su cerebro, sobre todo si está enojado.
—Hablar con el viejo es como hablar con una piedra. No entiende razones.
—Entonces, ¿me dirás lo que te hizo esta vez?
Él me mira, respira hondo y luego suspira.
—Me ha dado un ultimátum. O enderezo mi camino o me dejará fuera de su testamento. Me quitará la dirección de la empresa y… —hace una pausa y se pone de pie—. Está dispuesto a entregarle el patrimonio al idiota de Zane.
—No, no lo es.
—¿Lo defiendes?
Muerdo el interior de mi mejilla mientras respiro para no perder la paciencia.
—De ninguna manera, pero me pongo en su lugar. No debe ser nada agradable para tu abuelo verte en las portadas una vez sí, y la otra también.
—¡Yo soy tu amigo, no él!
—Deja de comportarte como un niño conmigo, Axel. Es simple, si no quieres que él tome decisiones sobre tu vida, da tú el primer paso y escoge entre tu ganado la mejor opción —espeto.
Las palabras que salen de mis labios son como ácido quemando mi propio corazón, pero no soy tonta. Axel y yo solo podemos ser amigos, por lo que, él jamás debe sospechar de mis sentimientos o todo terminará entre nosotros.
—¿Y crees que Daxton Ridley aceptará a cualquier mujer? —cuestiona, bebiendo el contenido de su vaso—. Lo más seguro es que ya haya elegido una candidata entre las hijas de sus amigos o la hija de algún socio codicioso que desea emparentar con nosotros.
Paso la punta de mi lengua sobre mi labio para humedecerlo. El solo pensamiento me ha secado la garganta.
—¿Tan malo es casarte y tener una familia? —pregunto. Mis uñas se entierran en la tela de mi blusa hasta sentir el filo rozando mi piel. Tengo que aprender a cerrar la boca.
—¿Te estás escuchando? —pregunta y me mira como si me hubiese vuelto loca—. ¡No quiero casarme! Ya he tenido una mala experiencia en mi vida y no pienso repetirla dos veces.
—No todas las mujeres son como Piper Sinclair.
—¡Ni siquiera menciones su nombre, Mila! Tú no —pide. Es evidente que aún le duele; sin embargo, es necesario recordarle que, por culpa de esa mujer y de esa relación fallida, hoy tiene los problemas que tiene.
—Entonces, no hay nada que pueda hacer por ti, Axel. Deja que Zane se haga cargo de la empresa y sigue disfrutando de tu vida y de tu libertad como hasta ahora, o, busca una novia falsa y convierte tu vida en una perfecta mentira.

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