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Poséeme romance Capítulo 8

Abril no había podido conciliar el sueño en toda la noche y aquella escena se repetía interminablemente en su cabeza ¿Porqué él no se hace cargo de que por su culpa ella se comportaba de ese modo? Esa pregunta vagaba por su mente. Para ella Santino no la quería porque se había rendido temprano a su amor, no la había buscado y si quiera no le contestó los mensajes.

Luego de darse una ducha de agua caliente se quedó frente al espejo mirando su reflejo y no pudo encontrarse en él. Un beso, solo un beso la había transformado y no era capaz de verse en su propio reflejo.

- ¿Por qué? – se preguntaba sosteniendo fuertemente el lavabo. – si yo estaba bien ¿Por qué vuelves a mí vida? – murmura más angustiada que enfadada.

Sumida en aquel recuerdo lleva sus dedos a sus labios y cierra sus ojos para sentir nuevamente aquel beso. Por un momento sonrió, cuarenta y ocho meses sin sentir sus labios, sin sentir sus manos en su cuerpo. Cuatro años de no tenerlo así de cerca, de no escucharlo. ¿Cuántas noches lo deseo entre sus brazos? ¿Cuántas lunas le faltó sus besos? Abril estaba herida y su orgullo no le permitía poder ver las cosas con claridad ¿Por qué no hablar sobre los mensajes? ¿Por qué no preguntarle la razón de haberla olvidado? Simplemente no podía, no quería siquiera tenerlo cerca.

El haberlo visto con esa otra mujer hizo que hirviera de celos, que la invadieran unas inmensas ganas de correr hacía él y quitarle de encima a esa. Mientras se movía sobre la polla dura de Alejandro no podía dejar de mirar a Santino quien pese a mirarla fijamente no dejaba de fingir disfrute por lo que Natasha estaba haciéndole a su miembro. Sintió asco, se sintió sucia en cierto modo porque ella no quería estar allí, no quería estar con Alejandro, no quería ver a Santino, no quería verlo así.

Salió corriendo de allí como un ratón que escapa de un gato para poder salvar su vida, pero allí esta, detrás de ella y le da un beso, le devuelve la vida en un beso y se la vuelve a quitar.

- ¡TE ODIO! – gritó dejando estallar sus llantos - ¡POR QUÉ! ¡POR QUÉ! – Repite mientras niega una y otra vez, hasta que en ese espejo se refleja su rostro sonriente mientras sus manos sujetas el cabello de aquella rubia y muerde su labio inferior mientras hunde su polla dentro de su boca. – ¡¡MALDITOS!! – exclamo con frustración y enojo y aventó el recipiente de los peines, el que era de cerámica contra el espejo destruyéndolo en mil pedazos y ese estruendo asustó a su hermana quien se encontraba aun en la casa e irrumpió en el baño.

- ¡ABRIL, ABRIL ¿QUÉ PASÓ?! – gritó mientras llevaba a la puerta del baño para encontrarse con un desastre de vidrios rotos en el suelo. - ¿qué sucedió aquí? – dijo sorprendida, pero su hermana solo pasó de ella sin tomarle importancia alguna al desastre.

- No sucedió nada. – dice pero al llegar a mitad del pasillo, sin siquiera voltearse le dice una ultima cosa. – no toques, cuando regrese lo acomodare. Utiliza el baño de mi cuarto. – y se marchó.

Catalina no la veía enojada hace mucho tiempo, de echo nunca la había visto como en ese momento y temía que algo malo este sucediéndole en la vida, aunque nunca se imaginó que Santino tenía que ver con esa actitud repentina de su hermana,

Cuando escuchó el azote de la puerta se dirigió hacía el cuarto de ella y justo cuando iba a pasar al baño se dio cuenta que había algo bajo una silla ubicada en una de las esquinas de la habitación justo a un lado del baño. Cathy pasó directamente a lavarse la cara antes de salir a su escuela, pero al salir se quedó detenida al lado de aquel cuaderno y sintió una fuerte curiosidad y como pudo corrió la silla y estiró su cuerpo hasta tomarlo y como sabía que Abril no regresaría sino hasta luego del mediodía es que se puso a ver de qué trataba.

Era un diario, por lo que lo cerró inmediatamente, pero justo cuando iba a dejarlo en el mismo sitió donde lo había recogido, una hoja cae al suelo y ella, aun seguida por el impulso y la curiosidad lo tomó y comenzó a leerla descubriendo una verdad que desconocía.

Junio, 22 Buenos Aires, Argentina.

Ninguna suma de dinero ni prestigio se compara con ver esa sonrisa en tus labios. Hoy hemos hecho justicia por tus padres y tu hermana.

Siempre serás mí mayor tesoro, aunque no haya sabido cuidarte ni tampoco quererte como tu lo mereces.

No pertenecía a nadie hasta que te conocí y me enseñaste lo que es el verdadero sentir. . . Por eso hoy te pertenezco a ti, aunque tu corazón no me pertenezca a mí.

Se feliz y vive tus sueños. Tus padres estarían orgullosos de la hija que tienen.

Te quiero, hermosa mía.

No comprendía absolutamente nada. ¿a que se refería con “hoy hemos hecho justicia”? y por sobre todo ¿quién le había escrito esa carta? Abril se había encargado de ocultarle la verdad sobre el juicio a su hermana, ella tan solo conocía que le habían dado 25 años al asesino de sus padres, pero no sabía que fue Santino quien las defendió y logró esa condena. Algo no le cuadraba y debía averiguar más sobre el asunto. Se llevó el cuaderno a su habitación y luego de encerrarse se puso a leerlo.

Todo aquello que leyó la dejaba más que confundida, pero lo que más intriga le daba era que no había escrito el nombre de a quién estaban dirigidas esas notas, pero aquella duda se disiparía al leer la última nota.

“Julio 2025. Aun no me creo lo que sucedió ¿cómo eres capaz de aparecer de nuevo en mi vida y hacer como si anda sucedió? Quiero odiarte y no puedo ¿por qué te olvidaste de mí? ¿por qué te rendiste? ¿por qué no me buscaste? Siento que me ahogo de solo pensar en que debo fingir, debo actuar en querer correr a tus brazos y no soltarte jamás pero luego me digo a mi misma que soy una estúpida, que tu nunca dejaras de ser el mismo hombre frío y sin sentimientos porque aunque Erika siga defendiendo aquel amor que según tú confesaste sentir, el hecho de no buscarme me dejó en evidencia que tu no quieres a nadie más que a ti y el echo de que hayas logrado ganar el juicio no quiere decir que lo hiciste por mí, aunque eso me hayas dicho. Lo que sucedió contigo fue culpa. Culpa de haberme arrojado a los brazos de otro hombre y de exponerme ante millones de personas. Jamás voy a perdonarte y jamás voy a perdonarme el no haber sido más astuta de no enamorarme de un ser como tú. Pero no me destruirás el muro que construí ante ti. JURO QUE ENTERRARE CON EL PASADO EL AMOR QUE AUN SIENTO POR TI, SANTINO RIVAS.”

El cuaderno se le cayó de las manos y todo comenzó a tener sentido.

- ¿Santino Rivas? – rio creyéndose una estúpida al creer que ese hombre logro la justicio que su abogado no hubiera logrado jamás porque Seing era un hombre de poder. - ¿por qué no me lo dijo? – se preguntó una y otra vez ¿por qué se lo ocultó? ¿por qué no le dijo que se trataba de él? ¿por qué le ocultó algo tan importante cómo aquello? No sabía si enojarse o ponerse a llorar, porque al final de cuentas había tres cosas que estaban más que claro.

Primero, su hermana seguía perdidamente enamorada de Santino y estaba sufriendo. Segundo, él había vuelto a su vida y lo último y más importante, es que estaba arrepentida por haberla obligado a dejarlo porque eso quería decir que la culpable de cómo se sintió todos esos años no era otra más que ella. Pero justo antes de poder procesar todo aquello, Abril ingresa nuevamente a la casa y decide ir al cuarto de su hermana pensando que ya se había ido y la encuentra con su cuaderno en sus manos.

En infierno se desata entre las hermanas.

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