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Querido exesposo, ruega por mi amor romance Capítulo 7

Ellyn despertó con una pesadez en el pecho.

La luz tenue de una lámpara apenas le permitía distinguir el contorno de la habitación.

El calor de una presencia junto a ella le hizo girar lentamente la cabeza... y allí estaba él.

Ese hombre enmascarado. Ambos estaban desnudos, cubiertos apenas por las sábanas revueltas de una noche que jamás debió ocurrir.

Su corazón dio un vuelco.

Extendió la mano temblorosa, queriendo descubrir el rostro que aún le era desconocido, aunque de alguna forma... íntimo.

Pero antes de que sus dedos rozaran la máscara, él los atrapó con suavidad, firmeza y algo parecido a tristeza.

Abrió los ojos por completo, fijos en los de ella.

—¿Ya no amas a tu esposo? —preguntó, con una voz que sonaba lejana, quebrada.

Ellyn sintió que se le cerraba la garganta. Bajó la mirada, intentando encontrar palabras, algo que justificara lo que había hecho... lo que ambos habían hecho.

Pero no las había. Todo su mundo se tambaleaba sobre una delgada línea entre la culpa, el deseo y el dolor.

—Yo… —balbuceó— ahora solo te amaré a ti.

Pero apenas lo dijo, sintió cómo la realidad la golpeaba como una ola helada.

Una punzada aguda en su pecho, un mareo intenso, como si su mente y su cuerpo no pudieran sostener más esa contradicción brutal.

Su respiración se volvió errática y sus ojos se nublaron.

Se desplomó en los brazos de aquel hombre, inconsciente, frágil, rota.

***

Al día siguiente…

Ellyn abrió los ojos con un sobresalto.

La claridad del día le devolvió la conciencia de golpe. Se incorporó de inmediato, jadeando.

Miró a su alrededor con confusión creciente. Esa alfombra, esos muebles… esa cama.

Era su habitación.

«¿Cómo es posible…?»

Antes de que pudiera hacer más preguntas, lo vio.

Su esposo, Federico, de espaldas, ajustando el nudo de su corbata oscura frente al espejo.

El sonido de sus movimientos cotidianos le pareció grotesco, fuera de lugar, como una burla del destino.

«¿Cómo llegué hasta aquí?»

Intentó levantarse, pero una punzada en el vientre la obligó a apoyarse en la cabecera.

Federico la notó y giró de inmediato.

—¡No te levantes! —corrió hacia ella—. Estás débil, Ellyn. Mis hombres te encontraron ayer y te trajeron de vuelta. Estás a salvo.

Ella frunció el ceño, sus pensamientos desordenados, su pecho lleno de ira contenida.

—¿Tus hombres… me salvaron? ¿Del secuestro? —repitió, como si las palabras no tuvieran sentido.

Federico bajó la mirada, su expresión se volvió sombría.

—Lo siento tanto, Ellyn. Yo… quería salvarlas a las dos, pero…

Ellyn no esperó más.

—¡Cállate! —gritó, abofeteándolo con todas sus fuerzas—. ¡Te odio!

Él retrocedió, más, por el impacto emocional que físico.

—Déjame explicarte, por favor…

—¿Explicarme qué? —sus ojos brillaban de lágrimas—. ¿Qué elegiste salvar a tu amante embarazada en lugar de a tu esposa?

El silencio de Federico fue tan punzante como una confesión.

—¡Quiero el divorcio! —exclamó, con voz temblorosa pero decidida.

—Ellyn…

—¿Qué? ¿Vas a negarlo? ¿Vas a decirme que esa mujer no espera un hijo tuyo? ¡Hazte cargo de tus decisiones! ¡Tú elegiste! ¡Y ahora yo también elijo… no amarte más!

Intentó irse, pero él la sostuvo del brazo, desesperado.

Capítulo: Divorcio, ni lo sueñes 1

Capítulo: Divorcio, ni lo sueñes 2

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