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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 14

De inmediato, alguien le reclamó a Belén:

—¿Y tú por qué te alteras, Belén? Ese asunto es entre Karina y Fátima, ¿para qué te metes si ni te va ni te viene?

—Eso mero, capaz que Karina de verdad quería regalarle eso, ¿no? Deja de querer meter cizaña aquí.

Belén, a punto de explotar, respondió con furia:

—¿Meter cizaña yo? ¡Ustedes nomás saben quedar bien con quien les conviene, ni criterio propio tienen! ¡No pienso gastar mi tiempo con gente tan ciega y necia como ustedes!

Karina, sin pensarlo demasiado, le mandó un mensaje privado a Belén:

[Belén, salte del grupo. No hay nada más que hablar con esta bola.]

Apenas lo envió, ella misma fue la primera en presionar el botón para salir del chat grupal.

Enseguida apareció el mensaje de voz de Belén:

—¡Aaaah estoy que reviento! ¡Fátima sí que no tiene vergüenza! ¡Ese muñeco tú lo hiciste tras desvelarte varias noches! ¿Y ahora dice que se lo regalaste? ¿Y todavía te desea lo mejor? ¡Por favor!

Al escuchar cómo su amiga la defendía, Karina sintió que el hielo en su pecho se derretía aunque fuera un poco.

—Tienes razón, ella no lo merece.

—Lo que hago con mis manos, tengo derecho a quitarlo con mis manos.

Karina se acercó a su escritorio, levantó la tapa de la laptop.

Sus dedos volaban por el teclado; en unos segundos, presionó la tecla de Enter.

En el centro de la pantalla apareció una ventana emergente:

[El programa de autodestrucción del chip central ha sido activado. Se completará en diez segundos.]

A medida que la pantalla se apagó, Karina sintió cómo la tensión que la había mantenido rígida comenzaba a ceder. Al final, había logrado hacerlo.

Destruir con sus propias manos algo que antes había cuidado como un tesoro… al final, no había sido tan difícil.

El teléfono sonó de nuevo. Era Belén.

—¡Kari! ¿Estás bien? ¡No dejes que esos dos te hagan enojar! ¡No vale la pena, de verdad que no!

—No dije que ser bombero fuera malo, solo me sorprendió. Pensé que siendo tu primo…

La familia Soler se había hecho famosa por el comercio internacional, con mucho dinero y prestigio en Villa Quechua. Los primos y primas de Belén, desde jóvenes, ya ocupaban puestos como directores o presidentes de empresa.

Alguien como Lázaro, que prefirió irse a la línea de fuego como bombero, arriesgando la vida a cambio de un sueldo modesto, sí que destacaba entre ellos.

—¡Ay, no te sorprendas! —Belén soltó una risita nerviosa—. Kari, no vayas a pensar mal.

—Mi primo no es lo que tú crees… bueno, lo que trato de decir es que no te lo recomendé porque fuera bombero ni porque pensara que no tenía futuro, ¿sí? No es que te haya querido pasar un mal rato ni nada de eso.

—Te lo juro, mi primo es increíble. Ya verás que cuando lo conozcas bien, no te vas a arrepentir. ¡Confía en mí!

Belén ya hasta tartamudeaba de la emoción.

Karina rio con suavidad.

—Si tú me lo recomendaste, claro que confío. Además, sí, me cayó bien.

—¡Eso es lo importante! ¡Mientras te sientas a gusto con él, lo demás sale sobrando!

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