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Renacer en el Incendio: Me Casé con Mi Salvador romance Capítulo 3

—¿Qué? ¿Ya no te vas a casar?

Yolanda se quedó congelada por un segundo, luego suspiró resignada.-

—Pero si ya habían fijado la boda, hasta las invitaciones están repartidas. ¿Cómo vas a echarte para atrás justo ahora…?

Karina hundió la cabeza en el pecho de su madre, como si fuera una niña a la que le acabaran de romper el corazón.

—Es que no quiero dejarte sola, mamá.

Yolanda acarició con ternura la suave cabellera de su hija, y su tono se suavizó todavía más:

—Ay, mi niña, si desde chiquita estabas enamorada de Valentín. Siempre soñaste con casarte con él y armar tu propia familia juntos. ¿Por qué de repente…?

Un sabor amargo le subió al pecho a Karina.

Las palabras de su madre la hicieron regresar a la realidad en un instante.

Valentín creció bajo la mirada atenta de los mayores de la familia Leyva, siempre se destacó y se ganó la confianza y cariño de todos.

Especialmente después de que se comprometieron hace medio año, su papá incluso le confió proyectos importantes del grupo familiar.

Pero, ¿cómo podía explicarle a su madre?

En el fondo, Valentín nunca le dio un lugar en su vida.

Después de la boda, todo lo que les esperaba era una fachada de armonía y cariño.

Ni siquiera tenía derecho a ser madre; aunque arriesgara su salud, no lograría que él le tuviera un poco de compasión.

Y mientras tanto, la empresa familiar iba cayendo poco a poco en sus manos, hasta convertirse en el trampolín que lo llevó a la cima del mundo empresarial.

Recordar todo lo que había vivido en su vida pasada le desgarraba el alma.

...

—Señora, la señorita Fátima ya regresó. El señor Valentín también vino con ella.

La voz de la empleada se escuchó desde afuera.

Yolanda pensó que Valentín había venido a platicar los detalles de la boda, o tal vez a ver cómo estaba Karina después del susto.

Le dio unas palmaditas en la mano.

Todo ese dinero terminaba en una sola cuenta: la de Sabrina, la madre de Fátima.

Por desgracia, cuando Karina descubrió todo esto, tanto Fátima como su padre ya habían fallecido. Jamás pudo entender qué había detrás de todo eso hasta el día en que murió.

Por eso, ahora tenía que buscar el momento para advertirle a su mamá; temía que su papá hubiera perdido el rumbo desde hacía tiempo.

Karina no bajó enseguida.

Todavía sentía molestias en el tobillo, así que le pidió a la empleada que la llevara en silla por el pasillo del segundo piso y se detuvo junto a la baranda para asomarse.

Abajo, Valentín se veía impecable con su traje entallado, de pie en medio de la sala. Su voz grave y distante llenó el ambiente:

—Señor, señora, hoy además de traer de vuelta a la señorita Fátima, quiero hablarles de algo importante.

—Debo cancelar mi boda con Karina.

—Todos estos años la he visto como una hermana, nunca la he considerado como pareja.

—La persona que quiero es Fátima. Les pido que me permitan estar con ella.

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