[¡Listo! Ya le mandé tu foto a mi primo, dice que mañana tiene tiempo. Solo lleva tu identificación y nos vemos mañana a las nueve en punto, en la entrada del ayuntamiento.]
[Él es de los que no se andan con vueltas, jajaja.]
Karina alzó una ceja.
¿Eficiencia?
Eso le venía perfecto.
Lo último que necesitaba ahora era alguien indeciso o que le hiciera perder el tiempo.
...
A la mañana siguiente, con el sol apenas asomando, Karina aguardaba frente al ayuntamiento, apretando su identificación entre los dedos.
Ese día llevaba un vestido blanco sencillo y encima un suéter tejido beige. Su cabello largo, recogido de manera desenfadada, dejaba ver su cuello delicado.
Belén había dicho que su primo era eficiente, y vaya que no exageró.
Justo a las nueve, apareció una silueta imponente caminando a contraluz.
El tipo era altísimo, seguro pasaba del metro ochenta y ocho.
Vestía una camiseta negra y pantalones de trabajo, que resaltaban sus hombros anchos y una cintura firme; las piernas largas completaban el cuadro, imposible no notarlas.
A medida que se acercaba, Karina pudo distinguir sus rasgos.
¡No lo podía creer!
Era él.
El bombero que la había sacado cargando entre el humo y las llamas la otra noche.
Sin el uniforme pesado, su figura se veía todavía más definida. La mandíbula marcada le daba un aire serio, los labios apretados y los ojos, tan oscuros y profundos, parecían tragarse todo lo que miraban.
La energía que desprendía, esa presencia de tipo rudo, era abrumadora. Se sentía un aire masculino, fuerte, imposible de ignorar.
Karina sintió cómo el corazón se le detenía un segundo.
Se plantó justo frente a ella, tan alto que casi la tapaba por completo con su sombra.
—¿Karina?
Y no solo estaba guapo, también tenía una voz que hipnotizaba.
Grave, con un deje áspero, le retumbó en los oídos como una descarga eléctrica.
Karina parpadeó, recuperando la compostura.
—Sí, soy yo. ¿Tú eres... el primo de Belén?
Él asintió, sus ojos se detuvieron apenas un instante en el rostro de Karina antes de apartarse, y contestó con voz plana:
—Lázaro Juárez.
Karina aún no salía de su asombro.
¿De verdad Belén tenía un primo así? Vaya joyita.
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