Aunque no había muchas personas en la fila, debían esperar su turno. Victoria estaba muy cansada porque no había podido dormir la noche anterior, así que buscó un lugar para sentarse. Alejandro la siguió con una expresión apática y no se sentó a su lado cuando se acercó a ella. En ese momento, ella estaba tranquila y levantó la mirada.
—¿Por qué no te sientas?
—No es necesario —contestó de manera inexpresiva sin siquiera mirarla.
La joven comprendió qué estaba ocurriendo. «No quiere estar cerca de mí, eso debe ser. Cuando nos divorciemos, podrá estar con Claudia, así que no tiene sentido que sea atento conmigo». Por fortuna, ella ni siquiera esperaba ser amiga de Alejandro luego de divorciarse.
En principio, no le molestaba que no interactuaran entre ellos, pero, mientras más esperaban, comenzaron a escuchar a la gente a sus alrededores murmurar.
—Míralos. ¿Van a divorciarse?
—¿Qué? ¿Estás seguro? Parecen la pareja perfecta y aun así se divorciarán.
—No lo comprendo. ¿Acaso creen que encontrarán otra pareja más atractiva? ¿Por qué se divorcian? Me angustia ver que van a separarse.
Era imposible que no les prestaran atención a ellos, en especial porque eran muy atractivos. Como ambos lucían muy bien, las personas los consideraban como la pareja perfecta, lo que generaba aún más debate.
Victoria escuchaba a la gente murmurar y, si ella lo hacía, Alejandro también porque estaba a su lado. No obstante, él se mantuvo serio y no reaccionó ante los comentarios.
—Por cierto, ellos son muy jóvenes. ¿Crees que tienen hijos?
Al escuchar, la joven se alteró e hizo un esfuerzo por no poner los ojos en blanco y calmarse. «¿Cómo es posible que la conversación se haya desviado tanto y mencionen eso?».
—Tienen muy buenos genes; sería una pena que no tengan hijos.
Al escuchar el comentario inocente, ella miró a Alejando y, tal como esperaba, tenía una expresión sombría. Desde que recibió ese mensaje y le sugirió estar un año lejos de él, el hombre no volvió a preguntarle sobre el asunto. La joven pensaba que Claudia se había encargado de todo, así que él no le preguntó. Además, él creía que ella había abortado y por eso no le consultó, pero en realidad continuó con el embarazo.
«Por favor, ya cállense», pensó. No obstante, la multitud estaba muy entretenida murmurando y ni siquiera les preocupaba si los protagonistas de la conversación se molestaban porque ya era una discusión agitada.
—Deben tener hijos. Si fuera ellos, me encantaría tener varios con esos genes. Además, aunque me divorcie, los rostros hermosos de mis hijos me ayudarían a recuperarme. ¿No crees que sería una gran recompensa?
—Sí, estoy de acuerdo porque de lo contrario no tendría nada después de divorciarme. Además, todo cambia con el tiempo e incluso una mujer hermosa se convertirá en una anciana. No obstante, mientras mis hijos sean hermosos, podrán demostrar lo bella que solía ser en el pasado, ¿no crees?
Los hijos se habían convertido en el objeto de la conversación. Victoria casi se desmaya; cuando ya no podía tolerarlo y se puso de pie para marcharse, Alejandro la detuvo.
—¿Tienes hambre? —preguntó en voz baja.
—¿Qué?
Pensó que estaba alucinando y lo miró sorprendido. Aunque el hombre se mantenía inexpresivo, notó que ya no estaba tan malhumorado.
—¿Quieres comer?
—¿Me dices a mí?
—¿Con quién más podría estar conversando? —contestó con el ceño fruncido.
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