Secreto de amor romance Capítulo 9

La sirvienta palideció al instante en respuesta a la pregunta de Alejandro.

—Ya deseché el informe, señor.

De pronto, él frunció el ceño y espetó:

—¡¿Qué dijiste?!

La mujer se asustó tanto por su aura sombría que estaba al borde de las lágrimas.

—Lo siento, señor. No lo hice a propósito, pero el informe estaba bastante roto, así que lo tiré sin pensarlo demasiado… —explicó, presa del pánico.

La sirvienta no era alguien que indagara demasiado. Además, Alejandro por lo general trituraba documentos que contenían información confidencial. Después de todo, ella dependía de su trabajo para llegar a fin de mes, así que desechó el informe sin pensarlo demasiado.

En los últimos dos días, le había estado llevando el medicamento a Victoria pensando que era para su enfermedad. No obstante, resultó que el medicamento era para tratar la fiebre.

Por su parte, él frunció el ceño cuando escuchó lo que dijo la mujer; luego, se dio cuenta de que algo andaba mal con su esposa. «Incluso si le hubiera dado el paraguas a alguien más, podría haber buscado refugio y haber llamado al chofer para que la recogiera o haber esperado hasta que parara de llover para regresar a casa. ¿Por qué regresó a casa bajo la lluvia?».

En ese momento, Héctor se acercó a Alejandro y le preguntó preocupado:

—Señor, ¿la señora Calire está bien?

Antes de decir algo, Alejandro le entregó las llaves del auto y su chaqueta.

—Iré a arriba un momento.

Héctor las tomó enseguida sin decir una palabra.

Mientras tanto, Victoria pretendía descansar después de que se fue la sirvienta, pero una llamada telefónica la interrumpió. Era una llamada de la secretaria del vicepresidente de Grupo Lozano, que quería discutir el proyecto reciente en el que había estado trabajando. Debido a su ausencia en la oficina el día anterior, nadie estaba disponible para reemplazarla.

Después de finalizar la llamada, ella se frotó las cejas. «Hay mucho que hacer en la oficina y después de faltar un día, descubrí que tenía bastante trabajo. No tengo más remedio que comenzar a trabajar hoy». Luego, sacó su portátil, pero en cuanto inició sesión en su correo electrónico, escuchó pasos que provenían de la puerta.

Victoria asumió que era la sirvienta, así que ignoró el sonido e hizo clic en su correo electrónico para comenzar a trabajar. De repente, escuchó que los pasos se detuvieron y sintió un aliento frío y débil junto a ella, así que se dio vuelta para ver quién era. Con un solo vistazo, fijó la mirada en los ojos oscuros de Alejandro y se sorprendió al verlo.

—¿Qué haces aquí?

Cuando él la escuchó, frunció los labios y respondió:

—Esta es mi habitación. —Su voz era hostil y distante.

No obstante, Victoria se sobresaltó con su tono y preguntó de manera inconsciente:

—¿Alguien te disgustó? ¿Por qué suenas tan malhumorado?

—¿Disgustarme? —Alejandro frunció el ceño.

«¿Por qué su pregunta suena tan ridícula? ¿Dónde podría haber estado temprano en la mañana que provocó que me disgustara?». Después de hacer una breve pausa, parecía estar sumido en sus pensamientos, se quedó inexpresivo y dijo:

—Estuve en casa anoche. —Ella se quedó boquiabierta por la respuesta y él la miró fijo—. ¿Por qué te sorprende? Estaba acostado en la cama junto a ti anoche. ¿No te diste cuenta?

Tras escucharlo, Victoria frunció los labios sin decir una palabra. «Resulta que la sensación que tuve anoche de que presionaban el colchón hacia abajo no fue mi imaginación». Los restos del sueño aún le nublaban la mente cuando eso sucedió y cuando se despertó para sentir el frío al otro lado de la cama, pensó que Alejandro no había ido a casa en toda la noche. Cuando se enteró de que sí estuvo allí, sintió que la emoción le inundaba el pecho.

—Creí que no vendrías a casa.

Capítulo 9 ¿En verdad me conoces? 1

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