—que animada —Ivonne me miraba con picardia y yo me sonroje al instante.
—¡Ivonne! —chille.
—tranquila, no dire nada —dijo ella encogiendose de hombros.
Preparamos el desayuno y nos sentamos minutos después.
—¿Estas segura? —pregunto.
—claro, me gusta este lugar me siento... Como en casa —dije con una sonrisa triste.
—después de esto todo será mejor, solo resolveremos este pequeño problema —dijo ella guiñandome un ojo.
Comimos y lavamos los platos cuando un aroma invadió mis fosas nasales.
Era dulce, sentía deseos incontrolables de degustar ese aroma, mi cabeza daba vueltas y mis ojos cambiaban de color.
—¡oh no, mierda! —grito Ivonne preocupada.
Salí con paso torpe al patio sintiendo atracción a ese lugar por su aroma.
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