Narra Charlotte.
Ese abrazo entre Karim y yo se fue haciendo caliente, pues él apretó con fuerza mis nalgas; apretándome a él con salvajismo, restregándome su dureza, en pleno bosque, luego del susto que me llevé, él estaba ansioso por tenerme, entonces lo aleje un poco y lo mire fijo a los ojos.
—Donde has estado toda la noche— él sonrió ladino y su mirada bajó a mis labios.
—¿Estás celosa?, Charlotte— los colores se me subieron al rostro y sentí como mis mejillas se calentaron, a la vez que sus pulgares recorrían mis labios.
—No, pero me causó interés que haya llegado justo cuando te necesitaba.
—Mentir es pecado, pero igual te ves hermosa así sonrojada, aunque seas una mentirosa— habló con suavidad y algo que también me hizo extrañar, fue su manera tan juvenil de vestir, de modo que cuando sus labios iban a tomar los míos puse una mano sobre su pecho.
—Es raro verte vestido así.
—Quieres que entre al bosque con traje de empresario—, se rió a carcajadas y me sentí estúpida, entonces él acunó mi rostro entre sus manos calientes y nuestras miradas se volvieron a conectar, empezando de ese modo un juego entre ambos pasando de mirarnos a los ojos a admirarnos los labios pausadamente; no sé en qué momento nuestras bocas se encontraron, pero cuando me di cuenta, ya nos estamos fundiendo en un beso feroz, en el que nos mordíamos y succionábamos los labios, me abarcaba la boca con angurria, el aire ya no entraba a mis pulmones porque me olvidé de respirar, nada más quería comerme a este hombre y que él hiciera lo mismo conmigo.
Karim es fuego, pero hoy es más que solo una braza encendida, su deseo es primitivo.
"Vete" volvió a hablarme la voz dulce del desconocido en mi cabeza.
No le presté atención, sino que me centré en cómo la boca de mi esposo abandonaba la mía para lamer mi barbilla.
Prácticamente, se doblaba para poder estar a mi altura, recorría mi cuello con su lengua y con una mano estrujaba uno de mis senos, y mientras no se apartaba de chupar, la piel delicada de mi cuello sentía como algo filoso se rozaba.
"Estás cometiendo un error, ese no es el macho alfa, vete, vuelve a casa" no sé si estoy quedando loca, pero esa voz no sale de mi cabeza, sino que me insiste.
«Déjame en paz, pensé» pensé como si él pudiera escucharme.
"Lo haría, no me agradan los humanos, pero extrañamente tú me haces sentir bien, en millones de años nunca había pasado, debes parar, recuerdas sus ojos" Karim seguía apretando mi débil cuerpo, entonces, aunque es de locos y tal vez me pensaran más lunática de lo que ya me consideran reflexione que ciertamente en la mirada de este Karim había algo distinto.
Pero ¿qué?
—Sabes Karim, no me estoy sintiendo bien—dije agarrando sus hombros, sin embargo, él no se alejó, sino que gruñó en su lugar.
"Él puede oler tu mentira, no tiembles, alejas los nervios y debes creerte a ti misma que en realidad no te sientes bien, ¿te sientes bien?"
«No, no me siento bien» le respondí firme y al hacerlo sentí que mi cuerpo se debilitó, era como si mi cerebro al creer mi mandato enfermara mi cuerpo, justo como él dijo que tenía que creerme yo misma.
—Karim llévame a casa, no me siento bien— en ese momento él se apartó y miró mi rostro pálido.
«Sus ojos son tan grises que no veo destellos verdes en ellos» hable en mi interior.
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